Después de 10 rondas de votación en dos lunes distintos, la Corte Suprema de Justicia aún no han elegido la persona que ocupará la Presidencia de ese órgano. Tengo entendido, que tal inercia no ha ocurrido antes en la historia judicial costarricense y no pretendo en este artículo especular acerca de las posibles causas de este hecho.

Comencé a trabajar en el Poder Judicial en marzo de 1990, y como es de esperar, he visto pasar mucha agua bajo el puente. A punta de errores y aciertos conozco los entretelones de la vida interior de la institución a la que pertenezco y quiero. En el año 165 antes de Cristo, Publio Terencio Africano acuñó una frase que sigue siendo actual: “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” ("Soy un hombre, nada humano me es ajeno"), fue escrita en el contexto de una comedia de su autoría llamada: El enemigo de sí mismo.

Cuando ha sido de interés, el Poder Judicial se ha presentado ante la opinión pública como un feudo privilegiado, sin que se muestren todos los datos objetivos. Al fin y al cabo, se trataba de una campaña de desprestigio político que procuraba una agenda fiscal. Pero, también es cierto que no todos los servidores judiciales son probos, y a mayor altura más dura la repercusión de la caída. En sencillo, el daño a lo interno que ha sufrido el mundo judicial también ha sido causado por miembros que en su momento estaban en la cúpula que lo dirigía.

Si esto no fuera una democracia, no podría escribir este artículo, porque terminaría encerrado en una mazmorra mediante una pantomima de proceso, tal y como sucede en Nicaragua, posiblemente acusado de instigar el odio al Estado, o algún otro cantinflesco invento del imaginario “jurídico” de los jueces serviles de la dictadura. Pero esto es Costa Rica, y siendo parte de los más de 13,000 servidores judiciales que integran el Poder Judicial, estoy legítimamente preocupado por el proceso de elección de nuestra próxima Presidencia.

Conozco personalmente a todas las personas que han participado en esta elección, dos de ellos fueron mis compañeros de universidad; y con los otros tres he departido por años. A todos y todas les guardo sincero afecto y respeto. Cuando fui magistrado suplente de la Sala Penal, ninguno de ellos me retiró la palabra cuando defendí el matrimonio igualitario; los que lo hicieron, están en su pleno derecho de exclusión, ello dice más de ellos que de mí.

Lo que sucede señores magistrados y magistradas, es que queremos saber las razones por las cuáles ustedes van a elegir a quién va a ocupar la Presidencia del Poder Judicial en el futuro próximo. Sabemos que con las normas y la retórica se puede hacer magia y malabarismo, ustedes pueden citar leyes y razones para votar secretamente, pero creo que sería hermoso y ejemplar que den un ejemplo de luz y transparencia, para que no quede duda que la probidad empieza por casa. Quien nada debe, nada teme.

No sé qué porcentaje de la población está interesado en este tema, pero sospecho que no somos pocos; uno espera que la mayoría de ustedes, jueces de carrera, saben fundamentar sobradamente sus decisiones, y eso es lo mínimo que se espera de gente de su rango y capacidad.

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