En el artículo “Un bulevar para Heredia” se afirma que “la construcción de un bulevar tiene el potencial de incrementar la actividad comercial en la zona …” y se cita el ejemplo de Lancaster (California) donde se redujo el tránsito de cinco líneas a dos y se generaron $273 millones en nueva actividad económica en cuatro años. Pero el hecho de que exista ese ejemplo no garantiza que se replicará en el contexto de Heredia. En la literatura de peatonalización urbana se advierte que el éxito depende de múltiples factores: accesibilidad, estacionamiento, transporte público de apoyo, tipo de comercio existente, densidad de peatones, calidad del mobiliario urbano, mantenimiento, etc.

Por ejemplo, un análisis muestra que en ciertos “centros históricos” peatonalizados se incrementaron vendedores ambulantes, saturación de espacios peatonales, aumento de inseguridad o caída del comercio tradicional si no hubo acompañamiento de política comercial y de accesos.

En el caso de Heredia:

  • ¿Se ha estimado cuántos vehículos actualmente circulan por el tramo propuesto y cuál será su desvío?
  • ¿Qué estación de transporte público o parqueos de soporte están previstos para compensar el cierre al tránsito vehicular?
  • ¿Cómo se medirá el éxito comercial del bulevar (incremento de ventas, ocupación, dinamismo)?
    Si estos aspectos no se abordan rigurosamente, el proyecto podría generar desplazamiento del comercio, mayor vacancia, o simplemente no cumplir con lo prometido.

Patrimonio histórico y turismo urbano: más organización que infraestructura

El artículo de agosto señala que al cerrar el tránsito vehicular se podrá proteger el patrimonio histórico (como la parroquia, la Casa de Alfredo González Flores, etc.) y convertir el centro en “atractivo turístico”.

Sin embargo, el simple hecho de peatonalizar no garantiza el flujo turístico o la valorización del patrimonio si no se diseñan rutas, señalización, servicios turísticos, mantenimiento del entorno, seguridad ciudadana, y calidad urbana. En el caso de Heredia se menciona un “estudio de impacto funcional y seguridad vial” del bulevar y loop perimetral. ¿Pero ese estudio incluye estimaciones de flujo turístico o ingresos adicionales por turismo? No lo indica el artículo.

Asimismo, en un centro histórico peatonalizado pueden surgir efectos adversos: comerciales orientados únicamente al turismo y no al residente, alza de alquileres, desplazamiento de comercios tradicionales, lo que puede alimentar la homogeneización urbana y pérdida del carácter local.

Por tanto:

  • ¿Existe un plan de turismo urbano específico con dicha peatonalización como eje central?
  • ¿Cómo se integrará la logística de servicios (residencias, abastecimiento, emergencias) en la zona peatonal?
  • ¿Qué mecanismo de participación de los vecinos, los comerciantes tradicionales, los patrimonios vivientes está previsto?

Movilidad, accesibilidad y desplazamiento de tráfico: la trampa menos visible

Uno de los grandes vacíos en los artículos favorables es la discusión sobre los efectos en la red vial circundante, la accesibilidad para personas con movilidad reducida, carga y descarga para comercios, transporte público, bicicletas, y sobre todo, cuántos vehículos se verán obligados a tomar rutas más largas. Por ejemplo, un estudio paralelo indica que en Heredia centro el ruido vehicular ya supera límites en un 90% de la superficie del casco urbano. Eso da margen para justificar cambios viales, pero también advierte que el tráfico en la zona es significativo y que cualquier cierre debe venir acompañado de solución de movilidad alternativa.

Sin una estrategia clara de desvío, transporte público complementario, parqueos, logística de carga/descarga, atención de emergencia, se podría generar:

  • Congestión en calles aledañas, que se convierta en “colapso” de tránsito en horas pico.
  • Dificultad para personas mayores, con discapacidades o que dependen del vehículo.
  • Reducción del acceso al centro por parte de proveedores o servicios que requieren vehículo.

Dado que el proyecto contempla 400 m entre el Liceo de Heredia y la Escuela República de Argentina: ¿Dónde se ubicarán los accesos vehiculares alternativos? ¿Cuál es el presupuesto para la readecuación de la red vial? Faltan estas grandes eventuales soluciones.

Costos, financiamiento y sostenibilidad del mantenimiento

La gran promesa es la transformación urbana. Pero todo cambio urbano requiere un buen mantenimiento, supervisión, operación del mobiliario, vigilancia, limpieza, arbolado, iluminación, etc. En el artículo de agosto se menciona el “reverdecer” la ciudad, plantar árboles nativos, sembrar flores, atraer aves y abejas. Pero ¿quién se hace cargo del costo adicional de mantenimiento, poda, riego, control de plagas? ¿Cuál es el presupuesto adicional? ¿Se han considerado los impactos presupuestarios en el mediano plazo?

Además, el financiamiento del proyecto debe estar claro sobre plazos y responsabilidades. Un proyecto que se quede congelado a medias puede dejar “obras inacabadas” que deterioren en lugar de dignificar. Me preocupa la ausencia de una explicación clara en los artículos sobre el costo estimado del bulevar, su etapa piloto, su cronograma, y algo clave: ¿Qué ocurre si no “funciona”?

En resumen: apoyo la idea de colocar al peatón por encima del vehículo y revitalizar el centro de Heredia, pero no apoyo la idea de peatonalización simplista, sin un diagnóstico riguroso, sin estudios de impacto completos, sin participación del comercio tradicional, sin plan claro de movilidad y sin presupuesto de mantenimiento.

Mis recomendaciones para que el proyecto tenga mayores probabilidades de éxito son:

  1. Realizar y publicar un estudio ex ante de accesibilidad, tráfico, logística de carga/descarga, transporte público, parqueos y movilidad complementaria.
  2. Diseñar indicadores de éxito (comercio, afluencia peatonal, usos mixtos, calidad de vida de residentes) y prever un monitoreo periódico.
  3. Garantizar participación activa de los comerciantes del centro, de vecinos, de grupos patrimoniales, para que el diseño responda a sus necesidades reales.
  4. Asegurar que la peatonalización venga acompañada de una estrategia de servicios (baños, sombra, mobiliario, seguridad, limpieza) que la hagan atractiva y funcional.
  5. Planificar el mantenimiento y operación de la nueva infraestructura como parte del costo del proyecto, no dejarlo como “pendiente”.
  6. Considerar una fase piloto (como ya se menciona) con un alcance acotado (por ejemplo, fin de semana cerrado al tránsito) antes de cerrar permanentemente la calle.
  7. Efectuar un análisis de riesgo: ¿qué pasa si la peatonalización no atrae comercio o turismo como se espera? ¿Cuál es el plan de contingencia?

Una ciudad para las personas… también para quienes están en condición de calle, uno de los problemas más visibles —y menos atendidos— en el centro de Heredia es el aumento de personas en condición de calle.

Esto no es solo un asunto social, sino también un tema de salud pública, seguridad, dignidad humana y convivencia. Estas personas duermen en parques, entradas de comercios y espacios públicos porque no tienen alternativas reales.

Si el cantón quiere hablar de “renovación urbana”, es indispensable incluir en la discusión: un enfoque integral que aborde movilidad, seguridad, inclusión social y desarrollo económico desde una misma mirada.

Solo así el proyecto podrá convertirse en una verdadera palanca de revitalización urbana, no en una obra bien intencionada que resulte costosa y poco efectiva. El centro de Heredia merece algo mejor que “una promesa de bulevar”; merece una transformación bien pensada, bien construida, y bien operada.

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