Hace algunos días bajo un intenso aguacero en Guadalupe, un mapache se aferraba asustado a una alcantarilla en media calle, quiero aprovechar para enviar mi agradecimiento a Gabriel Bolaños, quien detuvo su carro y acudió al auxilio.

La escena bien podría repetirse en otras localidades del país, debido a la frecuente aparición de estos animales en la zona urbana, la deficiente planeación urbana, el “des” ordenamiento territorial (planes reguladores van y vienen), la mala gestión de residuos sólidos; mientras que las inundaciones empiezan a ser más frecuentes. Además, valga mencionar que no estamos fomentando el mejor escenario para afrontar el cambio climático.

El mapache o mapacha bajo la lluvia nos invita a reflexionar sobre los hechos. En una entrevista, Gabriel, quizá hasta sin quererlo plantea algunos aspectos sumamente relevantes, estimo oportuno elaborar sobre algunas de estas cuestiones.

En primer lugar, aunque suene obvio, debemos recordar que el mapache común (procyon lotor) es un animal silvestre, que habita en América del Norte y Centroamérica, otra especie de mapaches habita en el sur del continente (procyon cancrivorus), la primera de ellas es la más distribuida en el país. No son una plaga, son un ser vivo, tampoco son una mascota, puesto que son animales silvestres.

En su entrevista, Gabriel indica que no tapó la cara del animal para no asustarlo más y que además eso fue una prevención para que no lo mordiera. Efectivamente, los mapaches muerden y pueden transmitir enfermedades.

En el caso de Gabriel, debido a la emergencia tomó acción de forma responsable y precavida, en situaciones ordinarias debemos siempre evitar manipular animales silvestres, salvo que tengamos adiestramiento y herramientas. Con esto, no pretendo de ninguna manera cuestionar a Gabriel, todo lo contrario, realmente demostró sensibilidad, precaución y sentido común.

Nuestra interacción con la fauna

El atropello es una de las principales causas de muerte del mapache y otras especies de fauna silvestre, este es otro buen motivo para reducir la velocidad al volante; acá otro aspecto para reflexionar sobre nuestra interacción con la fauna. Miles de animales silvestres mueren en carretera en Costa Rica cada año.

Lamentablemente, muchas personas en nuestras carreteras reflejan estrés, frustración y enojo al volante, muestra de una sociedad cada vez más intolerante y violenta, además atrapada en presas, lo cual aumenta las posibilidades de accidentes y daños a personas y animales. Otros aspectos sobre nuestra interacción con la fauna merecen ser atendidos con urgencia, como la constante electrocución de fauna en los postes eléctricos.

Hemos fragmentado el hábitat del mapache y dado a que son una especie con una gran facilidad de adaptación, se acercan a los centros urbanos y casas en busca de refugio y comida fácil. Su gran capacidad de adaptación ha generado que, pese a ser una especie originaria de América también esté presente en Europa y Asia, parte de su travesía hacia otros continentes se debió a la mascotización y el tráfico de vida silvestre.

En algunos lugares de Estados Unidos han comenzado a tomarlos como mascotas, esta lamentable situación puede verse en distintos perfiles en Tik Tok e Instagram. La tenencia de mapaches como mascotas atentas contra su naturaleza silvestre y afecta su dieta, sus hábitos de caza y de alimentación. Mientras allá son una moda, en Costa Rica alguna gente los ve como plaga y ha sido reportado el envenenamiento de mapaches.

Debido a que son omnívoros les resulta sencillo comer muchas cosas, además tienen un gran olfato, por lo que, nuestra mala gestión de residuos orgánicos incentiva que se acerquen a los basureros o zonas de desechos para buscar comida fácil.

En las zonas turísticas y en algunos parques nacionales, no pocos turistas alimentan a los mapaches y a otras especies (pizotes, monos), cuando en realidad darles comida para humanos muchas veces sintética les afecta su dieta, sus hábitos de caza y les genera problemas de salud y enfermedades. Esta situación ha sido ampliamente documentada en el Parque Nacional Manuel Antonio.

Debe recordarse que la Ley de Conservación de Vida Silvestre sanciona dar comida a la fauna silvestre con una multa de entre 70 mil a 150 mil colones aproximadamente.

Los mapaches tienden a salir de noche, aunque su interacción con los humanos, especialmente cuando les dan comida, ha hecho que también aparezcan de día y hasta cambien sus horarios. Esos cambios en sus hábitos también han sido ampliamente documentados en el Parque Nacional Manuel Antonio y reportados por el Instituto de Conservación de Vida Silvestre (ICOMVIS) de la Universidad Nacional (2017, 2021).

Los mapaches habitan cerca de los ríos y al instalarse cada vez más en las ciudades tienen menor interacción con sus depredadores naturales.

Los animales rescatados pueden ser llevados a un centro de rescate, aunque no siempre es posible y no siempre es necesario. Sin embargo, Gabriel hizo bien al dejarlo en un lugar cercano donde lo encontró, esto es importante, especialmente cuando son especímenes juveniles o son madres, lo ubicó en un lugar seguro y nos dio un gran ejemplo.

Se estima que cada año al menos 3000 mil animales son rescatados o trasladados a centro de rescate en Costa Rica. La lista oficial de centros de rescate autorizados demuestra que estos son relativamente pocos, me pregunto si alguna vez vamos a tener un centro estatal de rescate para fauna en cada provincia. No con esto quiero decir ni por asomo que haya que quitar a los centros privados, estos cumplen una labor necesaria, que el Estado no ha logrado asumir plenamente.

Entre los centros de rescate veo tres grupos, los que tienen mi respeto y admiración, son realmente profesionales, otros hacen lo que pueden con lo que tienen, le ponen ganas y dedicación; y luego hay un tercer grupo sobre los cuales tengo muy serias dudas.

El mapache refleja muchos errores que como sociedad hemos cometido en nuestra interacción con la fauna silvestre. Tenemos mucho por aprender y por hacer para mejorar nuestra interacción con las demás especies.

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