Su salud mental podría estar más conectada a su digestión de lo que imagina. Descubra cómo funciona el eje intestino-cerebro y qué puede hacer para fortalecerlo.

Tres consejos para aplicar hoy mismo:

  1. Consuma frutas, vegetales, legumbres y cereales integrales para nutrir su microbiota intestinal y favorecer la producción de neurotransmisores como la serotonina.
  2. Los alimentos ultraprocesados pueden alterar el equilibrio de su microbiota y afectar negativamente la comunicación entre el intestino y el cerebro.
  3. El uso de probióticos puede apoyar la salud intestinal y, con ello, mejorar el bienestar emocional.

El concepto de «segundo cerebro» para describir el intestino ha ganado atención significativa en las últimas décadas, especialmente por su papel crítico en la regulación de funciones fisiológicas y psicológicas.

El intestino y el cerebro están interconectados a través de un sistema de comunicación bidireccional conocido como el eje intestino-cerebro. Esta compleja red de señales y mensajes no solo es esencial para la homeostasis digestiva, sino que también está íntimamente vinculada con la salud mental, lo que ha abierto nuevas perspectivas en el tratamiento de trastornos emocionales, neuropsiquiátricos y metabólicos.

El Eje Intestino-Cerebro: Un sistema de comunicación neuronal, endocrina y metabólica

El eje intestino-cerebro es una vía de comunicación compleja y multifacética que conecta el intestino con el cerebro, integrando señales a través de mecanismos neuronales, endocrinos y metabólicos.

De estos, el nervio vago es uno de los componentes más importantes, debido a que transmite información desde el intestino hacia el cerebro y viceversa. Además de la vía vagal, las señales químicas producidas en el intestino pueden influir en la actividad del cerebro a través de hormonas y metabolitos, modulando así tanto la homeostasis intestinal como el comportamiento y la cognición.

El estudio del microbioma intestinal y su papel en esta comunicación ha revelado que las bacterias intestinales son elementos activos en la regulación de neurotransmisores cruciales como la serotonina, la dopamina y el GABA (ácido gamma-aminobutírico), los cuales influyen profundamente en la regulación del estado de ánimo, el estrés, la cognición, la memoria y el comportamiento.

Neurotransmisores Intestinales: El papel de la serotonina y otros reguladores

Uno de los hallazgos más sorprendentes es que aproximadamente el 90% de la serotonina en el cuerpo humano se produce en el intestino.

La serotonina es un neurotransmisor esencial que regula el estado de ánimo, el sueño, el apetito, y juega un papel protector frente a la inflamación. La microbiota intestinal tiene la capacidad de modular la producción de serotonina y otros neurotransmisores como dopamina y GABA, todos los cuales están involucrados en procesos emocionales y cognitivos.

Por ejemplo, una microbiota intestinal desequilibrada, o disbiosis intestinal, se ha relacionado con trastornos del estado de ánimo como depresión, ansiedad y estrés crónico.

Las alteraciones en los patrones de producción de serotonina, inducidas por la disbiosis, podrían explicar el desarrollo o la exacerbación de estos trastornos psicológicos.

Disbiosis intestinal y trastornos neuropsiquiátricos

La disbiosis intestinal es un desequilibrio en la composición del microbioma intestinal que se ha asociado con una serie de enfermedades crónicas y trastornos neuropsiquiátricos.

Las investigaciones recientes han demostrado que un microbioma intestinal desequilibrado puede alterar la función de la barrera hematoencefálica y afectar la comunicación entre el intestino y el cerebro.

Esta alteración puede permitir que sustancias inflamatorias o tóxicas provenientes del intestino accedan al cerebro, lo que puede desencadenar procesos neuroinflamatorios que afectan la función cerebral y contribuyen al desarrollo de trastornos neuropsiquiátricos.

¿Cómo modificar la microbiota?

Las intervenciones para mejorar la salud mental a través de la microbiota incluyen:

  • Probióticos y Prebióticos: El uso de probióticos (bacterias beneficiosas) y prebióticos (fibra que alimenta a las bacterias consideradas buenas) se ha explorado como una estrategia para restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal.
  • Dieta y Nutrición: La dieta es un factor crucial que influye en la composición del microbioma intestinal. Dietas ricas en fibra y bajas en alimentos ultraprocesados pueden favorecer una microbiota saludable. Una menor intervención en su procesamiento favorece la preservación de sus nutrientes y facilita su digestión. Los alimentos menos procesados tienden a ser más fáciles de descomponer por el sistema digestivo, lo que puede contribuir a una mejor absorción de los nutrientes y a una menor carga para el tracto gastrointestinal.
  • Terapias Personalizadas: La investigación futura puede llevar a terapias más específicas basadas en el perfil de la microbiota intestinal de cada paciente. Estas terapias podrían incluir la modificación de hábitos de vida basados en la identificación de las especies bacterianas dominantes en el microbioma de cada persona luego de conocerlos por medio del análisis de muestra fecal a través de la secuenciación genética de ADN.