Uno de los principales hitos de la ingeniería civil en Costa Rica fue la creación de la comisión redactora del primer Código Sísmico en 1973, integrada por cinco profesionales con profundo conocimiento técnico, un compromiso ejemplar con la reducción del riesgo sísmico y una clara visión de las medidas necesarias para construir un país más seguro.

Cuando hablo con colegas internacionales, me llena de orgullo el poder conversar sobre el éxito que tenemos como país, ya que, por más de 50 años, se ha consolidado la visión de ese grupo pionero con la creación de una Comisión Permanente de Estudio y Revisión del Código Sísmico. Este grupo se ha compuesto por profesionales de alto nivel técnico y gran integridad ética, quienes han trabajado de forma desinteresada por muchos años, construyendo una norma actualizada y efectiva para reducir la vulnerabilidad sísmica en el país.

Esta realidad no se replica en otras latitudes, donde la política, específicamente los intereses de grupos económicos y/o gremiales, han penetrado en la definición de normas técnicas. Es otros países, los representantes de sectores como el de materiales de construcción, grandes desarrolladores o profesionales ajenos al diseño estructural y/o a la ingeniería sísmica, han ocupado espacios donde debería primar el rigor técnico y la independencia.

La Comisión del Código Sísmico existe bajo la estructura administrativa del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) donde, en su ley orgánica, se define que las comisiones deben de estar conformadas “…tomando en cuenta a profesionales de los distintos colegios miembros”.  Sin embargo, no establece una diferencia entre comisiones generales que aplican a nivel de todos los colegios profesionales, como la comisión paritaria o de la acreditación y las comisiones técnicas especializadas como la del Código Sísmico.

A pesar de que esta norma existe desde hace muchos años, históricamente se ha respetado que los nombramientos de la Comisión del Código Sísmico se hagan en desapego a ella.  Hasta el día de hoy estos se han hecho privilegiando el conocimiento y la formación de los profesionales, lo que ha permitido que las decisiones se tomen pensando en lo que beneficia más a la población en términos de resiliencia sísmica.

Sin embargo, en los últimos años, posiblemente por la ausencia de terremotos recientes de gran intensidad o por cambios en la visión institucional de los colegios profesionales, han surgido propuestas que buscan alterar la naturaleza técnico-científica de la comisión que redacta el Código Sísmico. Se pretende que todos los colegios profesionales del CFIA tengan representación con voz y voto, sin que medie una evaluación para determinar si los perfiles técnicos de esas personas son los adecuados para una tarea tan especializada.

Esto pondría en riesgo la independencia con la que ha funcionado exitosamente esta comisión durante medio siglo. La redacción de normativa estructural debe estar guiada por el conocimiento científico, no por cuotas políticas o presiones corporativas. Introducir representantes sin formación específica podría debilitar la calidad del Código, lo que sería transmutarlo de un ente técnico a un ente político. Estas acciones comprometen la seguridad estructural de nuestras edificaciones y erosionan una de las fortalezas técnicas más reconocidas del país.

Es importante reflexionar sobre el impacto que este tipo de decisiones puede tener en el futuro de la ingeniería estructural del país. Debilitar una instancia técnica como la Comisión del Código Sísmico sería una decisión grave con consecuencias de largo plazo. El desarrollo y la resiliencia de Costa Rica ante eventos sísmicos no pueden ponerse en juego por criterios ajenos al interés público. El país debe continuar siendo un referente regional en diseño sismorresistente.

Respetemos el legado de quienes nos antecedieron y garanticemos que las futuras generaciones sigan contando con un Código Sísmico basado en la ciencia, la ética y la excelencia profesional.

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