El artículo publicado recientemente, escrito por Ariana Fernandez, que acusa a la Cancillería de Costa Rica de “servilismo” por aceptar una donación de tres carritos multiusos al Hospital Nacional de Niños, proveniente de la Embajada de Israel, no solo es injusto; es peligroso y profundamente desinformado.
Empecemos por lo evidente: la BBC ha reconocido públicamente que difundió información falsa sobre una supuesta inanición masiva de niños palestinos, situación que la autora cita como si fuera una verdad absoluta. No lo es. Y usar información falsa para atacar un gesto de solidaridad con la niñez costarricense, como lo es una donación al hospital pediátrico más importante del país, refleja una instrumentalización política que poco tiene que ver con la ética o con la diplomacia responsable.
Mas aun cuando estas donaciones y aportes han sido constantes, tanto por parte de la Embajada de Israel, desde que tenemos relaciones diplomáticas con ellos, como por parte de las Damas Israelitas, ente adscrito a la Comunidad Judia Costarricense y que tienen mas de 70 años ayudando a diferentes causas en nuestro país.
En segundo lugar, es importante decirlo sin rodeos: Israel es una democracia plena. Tiene elecciones libres, prensa independiente y un sistema judicial que ha procesado incluso a sus propios primeros ministros y presidentes. Podemos tener diferencias legítimas con las políticas de Benjamin Netanyahu. Pero equiparar al gobierno israelí con un “régimen de supremacistas blancos y genocidas” es una distorsión grotesca de la realidad, ofensiva tanto para israelíes judíos como árabes —que también votan y participan en su democracia— como para cualquier persona que conozca de cerca lo que significa vivir bajo un verdadero régimen dictatorial.
Toca recordar también que Israel podrá tener muchos defectos, pero es una democracia. Parte importante del conflicto en Medio Oriente es el liderazgo palestino. Por una parte Mahmood Abbas en su año 16 de su periodo de 4 años (no es un error ortográfico), o de Hamas, organización claramente terrorista que es el Gobierno electo de Gaza desde el 2005. En la historia de las naciones, las verdaderas democracias siempre llegan a acuerdos de paz. Es claro cual es el lado que esta más alejado de la democracia.
Los ataques personales contra la vicecanciller Lydia Peralta no solo son desproporcionados, sino profundamente injustos. El gesto de aceptar una donación —pequeña en monto, grande en simbolismo— no puede ser tachado de indignidad. Esa ayuda va a niños costarricenses. ¿Desde cuándo la solidaridad con nuestra niñez es motivo de escarnio?
En cuanto a la afirmación de que la Cancillería ha sido “cruel con el pueblo palestino”, los hechos desmienten claramente esa narrativa. Costa Rica ha votado sistemáticamente a favor de resoluciones humanitarias en organismos multilaterales. Ha mantenido una postura equilibrada que busca el respeto del derecho internacional, sin caer en radicalismos ni alineamientos automáticos. Pedir romper relaciones con Israel nos alinearía con figuras como Petro o Boric —una diplomacia de espectáculo que no ha conseguido paz, desarrollo ni respeto internacional. Ni siquiera la mayoría de países de Medio Oriente que tienen relaciones con Israel, las han roto. ¿Debemos entonces ser más palestinos que los propios árabes de Medio Oriente?
Decir que “Israel ocupa Palestina” es otra falsedad que se repite sin contexto. Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005. No quedo un solo israelí, un solo judío en Gaza. ¿Qué recibió a cambio? Más de 35.000 cohetes disparados hacia el sur israelí, ataques desde túneles, globos incendiarios que destruyen sus bosques, y una estructura de poder en manos de Hamas, un grupo clasificado como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. No recuerdo manifestaciones de la autora del artículo protestando por esos ataques. Tampoco por los 150.000 misiles de Hezbollah apuntando hacia Israel desde el Líbano.
Costa Rica es un país soberano, digno y plural. Puede —y debe— tener relaciones con Israel y con la Autoridad Palestina, buscando la paz, no la destrucción de uno en favor del otro. La lógica de “romper con un bando” es una reliquia de la Guerra Fría, del pensamiento binario y simplista que no construye puentes. Costa Rica debe tener una política exterior que pueda dar el ejemplo construyendo estos necesarios puentes.
Israel tiene también derecho a defenderse. ¿Qué país no lo haría si fuera atacado al mismo tiempo desde Gaza, Líbano, Siria, Irán, Yemen o Cisjordania? ¿Qué país no respondería si intentaran incendiar sus bosques o secuestrar a sus civiles? Defenderse no es genocidio; es supervivencia.
Una posición pro-palestina puede ser legítima. Definitivamente los palestinos se merecen una mejor vida. Lo que no es legítimo es ignorar que el mayor obstáculo para el pueblo palestino se llama Hamas, un grupo que no invierte en educación, salud o infraestructura, sino en túneles, armas, y propaganda. Israel no está aniquilando a los palestinos: está ayudando a liberarlos del yugo de un régimen extremista.
Finalmente, reconozcamos que en Palestina, en Israel y en nuestra Cancillería —como en cualquier institución— hay posturas diversas, aciertos y errores. Pero no confundamos pluralismo con traición, ni diplomacia con cobardía. La historia juzgará a quienes construyen relaciones estables y solidarias, a los que tienen las puertas abiertas para todas las democracias, y no a quienes las dinamitan por ideología o por apología al terrorismo.
Costa Rica debe seguir siendo un país que respeta el derecho internacional, pero también la verdad, la soberanía y el valor de sus aliados. Eso incluye a Israel. Y eso incluye también a la razón.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.