El lunes, al abrir la oficina, nos encontramos este anónimo. Escrito en una letra cualquier de una computadora cualquiera e impreso en alguna del montón de impresoras de aquí. Por el momento no tenemos pistas de quién pudo haberlo redactado.

A quien interese (que espero que sea a todos, porque no es poca cosa).  Algo está pasando con Hernán. Él y yo entramos a la vez a trabajar y nos conocemos del barrio, desde hace años de años. Usábamos el mismo bus, compartíamos almuerzo y cuando pusieron código de vestimenta, fuimos a americanear juntos para vernos bien profesionales.

Nos tenemos tanta confianza que yo hasta sé cuánto gana Hernán y las deudas que tiene y lo que le queda por mes. O sabía.

También sé que Hernán ha trabajado duro, ha ido creciendo y ahora tiene a cargo la proveeduría. Pero también sé que, por más crecimiento, hay cosas que no se explican.

Hernán dejó de usar el bus de la empresa y ahora anda con un carro nuevo de agencia full extras. El dice que es que le hicieron un descuentazo porque era el que estaba en exhibición y tenía un rayoncillo. Pero ¿y el traspaso? ¿y la gasolina? ¿el mantenimiento? ¿el marchamo? Además todas las semanas lo mete a lavar en el paquete platinum.

Se pasó a la línea Grill de la cafetería, la que no tiene subsidio. Entonces come esas cosas de los gerentes de wraps, fajitas y ensaladas y bowls. Parece que no se acuerda de lo que es un casado. Dice que es por salud, porque salió con el colesterol altísimo, pero yo lo veo igual de cachetón.

Dejó de ir al gimnasio de la empresa con todos los del departamento. Se metió al grupo de los runners, y se compró unas tennis carísimas, de esas que corren solas. La panta, la camiseta, las medias, los anteojos, la gorra, todo le combina y es de marca. Después de cada “entreno”, como dice él, tiene masaje de tejidos profundos en un spa todo exclusivo.

¡Vieras las fotos en redes sociales! Diay, Hernán viaja cada tres meses con los 4 chiquitos, la mujer y la suegra, en primera clase, hotel, las tres comidas afuera y alquilando carro. Ni los socios de la empresa viajan tan seguido.

El hijo mayor de Hernán se graduó del colegio, y todos lo fueron a dejar a una Universidad en Estados Unidos. Y el güila viene para Navidad, Semana Santa, el cumpleaños de la mama, y cualquier fin de semana largo. Pero no tiene beca allá. Hernán le está pagando todo.

El otro día me topé a los muchachos que hacen la jardinería aquí en la empresa haciéndole el jardín y el patio a Hernán. Una casualidad, supongo yo. Igual que el tallercito que tiene el cuñado de Hernán, que tuvo una suerte, que ya se la deseara uno: la empresa le compra todas las mesas del cuarto limpio a ellos.

De mi plata le hice un Datum a Hernán y resulta que ya no tiene deudas. Tiene más tarjetas de crédito y todas las tiene al día. Hasta pagó la hipoteca de la casa y compró una quinta con piscina en La Garita que dice que es de esas que los bancos venden a precio de quema.

Uno no quiere ser mal pensado, pero tampoco tarado. Dios guarde Hernán ande metido en algo raro y que no haya caído en ninguna tentación, porque en arca abierta, hasta el justo peca y con tanto narco y cosa rara, uno ya no sabe.  Lo mío no es ni envidia ni chisme. Me preocupa la mamá de Hernán ya está viejita y sufriría muchísimo si ese muchacho se jala un tortón.

Mi recomendación es que revisemos todas esas políticas de anti corrupción, conflicto de interés, legitimación de capitales y se le haga un arqueo a Hernán para ver cuál es el origen de tanta prosperidad y tan repentina.

Los chiquillos del departamento quieren que hagamos una quiniela a ver cuánto se dura en confirmar que es plata mal habida, pero yo me comprometo a impedirlo, porque si Hernán se da cuenta, se fue por el inodoro la investigación.

Me comprometo además desde ya a servir de testigo encapuchado y por cualquier cosa, al OIJ lo pueden llamar a la central de la Corte, que es 2295-3000.

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