Cuando llueve, mi perro —quien es mi mejor amigo y la materialización de todo lo bueno en la Tierra— colapsa, hiperventila, se sube a todos los muebles, tira cosas e intenta esconderse en sitios en los que no cabe, por lo que queda atrapado. Les aseguro que es peor de lo que se imaginan. La lluvia, entonces, no representa en mi vida un momento de tranquilidad y contemplación, tampoco un buen momento para ver películas. Pero para usted, que no tiene un perro loco, le recomiendo muchísimo que se ponga su mejor pijama y disfrute la siguiente peli.

Amanece, que no es poco (España, 1989)

Es un delirio rural que convierte la España profunda en una suerte de mundo surrealista. La película nos presenta un pueblo donde los hombres nacen de la tierra, los escritores se eligen democráticamente, y Dios asoma como personaje secundario. Es la comedia absurda —con una inteligencia demoledora— que habla sobre el poder, la religión, la literatura y la mediocridad institucionalizada.

Les doy mi palabra, les aseguro y les firmo que es una experiencia única. No podría recomendarla con más entusiasmo. Mejore su vida y disfrute de esta obra de arte.

En realidad, la recomendación de la película anterior, como la siguiente, no tiene nada que ver con si se ven en pijama o no. El título fue un vil clickbait, pero estas recomendaciones son tan absolutamente necesarias que se justifica el título engañoso. A continuación, otra joya que, si no ha visto, se hará un gran favor disfrutándola.

The Devil All the Time (Netflix)

La empecé a ver sin esperar demasiado y… ¡PLOP! como Condorito. De lo mejor que vi en 2024, es un peliculón. La peli es un descenso violento a lo peor de la América profunda. En esta adaptación de la novela de Donald Ray Pollock, todos los personajes están rotos, todos tienen mucho que vengar. Es una película llena de furia, de verdad imperdible. Es un retrato gótico del mal que se hereda, se transmite y crece generación tras generación.

A lo largo de tres décadas de violencia, fanatismo y desesperanza, los personajes —magníficamente interpretados por Tom Holland y Robert Pattinson— se debaten entre la fe y la locura, entre el crimen y el castigo. (Esta última frase me salió muy natural, pero se me hace la frase de un pseudo intelectual de café. En fin, es lo que hay).

Las dos películas anteriores son perfectas para ver con cualquier outfit: con ropa, sin ropa, en traje, vestido o uniforme del trabajo. Pero siempre, siempre, las películas en casa se disfrutan más en pijama, con palomitas y Coca Zero. No lo digo yo, lo dice la ciencia.

No espero que nadie me crea (Netflix)

Esta peli la vi porque es de Fernando Frías de la Parra, el director de una de las mejores películas mexicanas de la historia: Ya no estoy aquí.

La amé. Cuenta la historia de un joven mexicano que viaja a Barcelona con una beca para estudiar un doctorado en literatura (qué envidia). Poco antes de salir del país, se ve obligado a colaborar con una organización criminal que lo manipula para infiltrarse en ciertos círculos académicos en España. Sí, suena medio jalado del pelo, pero la historia va tomando forma poco a poco.

Ya en Barcelona, nuestro protagonista intenta continuar con su vida normal, pero la presión del grupo criminal lo obliga a actuar de forma cada vez más peligrosa. Al mismo tiempo, arrastra a su pareja a este caos. La película podría parecer, por momentos, inverosímil si no fuera porque en América Latina todo puede suceder.

Esas fueron mis recomendaciones semanales. De verdad, las tres son de la más alta calidad. Los invito a que las disfruten. Gracias por leerme y hasta el próximo capítulo.