Descubrimiento requirió trabajo de campo en Alta Talamanca, en el Cerro Echandi y en el Cerro Fábrega.

Dos nuevas salamandras fueron descubiertas en Costa Rica en el año 2024. Sus nombres son Bolitoglossa chiquitica (B. chiquitica) y Bolitoglossa silentium (B. silentium) y se encontraron en Alta Talamanca. El hallazgo, supone una rareza ya que solo se conocen cuatro individuos de B. chiquitica y dos de B. silentium.

Ahora el país tiene 58 especies de salamandras y se convirtió en el sexto con la mayor cantidad de ese tipo de anfibios en el mundo. Tal aspecto es de resaltar, porque es un país pequeño ubicado hacia el ecuador de la Tierra, y estos animales se encuentran normalmente en naciones del norte, en regiones templadas o frías.

Pero, este descubrimiento no fue sencillo. Implicó que científicos nacionales e internacionales se adentraran durante días en montañas de Costa Rica y Panamá. Además de un largo y meticuloso proceso de estudio para poder hacer oficial el anuncio noviembre del año anterior, en la revista científica Zootaxa, especializada en trabajos en el área de taxonomía zoológica.

Dato D+: El grupo de investigadores estuvo conformado por Erick Arias, investigador de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Museo de Zoología de la UCR; Gerardo Chaves, también investigador del Museo de Zoología; Brian Kubicki, director de Costa Rican Amphibian Research Center (Centro Costarricense de Investigación de Anfibios); y Gabriela Parra Olea, investigadora del Departamento de Zoología del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Delfino.cr conversó con el investigador de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y parte del estudio, Erick Arias, quien compartió los por menores del hallazgo.

Un largo camino para el descubrimiento

El proceso de descubrimiento de estas dos especies llevó varios años. A Bolitoglossa silentium la encontraron en el 2008, en una expedición de ocho horas a la Estación Biológica Valle del Silencio en Telire, Talamanca. El estudio de esta especie, no obstante, estuvo en pausa por falta de información.

La Bolitoglossa silentium fue encontrada en el 2008, en una expedición a la Estación Biológica Valle del Silencio en Telire, Talamanca. Foto: Luis G. Artavia.

Por su parte, Bolitoglossa chiquitica fue descubierta en el 2013 en una expedición de cinco días en la pendiente del Caribe del Cerro Utyum en Talamanca.

Una vez, con la alta sospecha de que podían ser especies nuevas, las personas científicas debían corroborarlo. Arias cuenta que el siguiente paso fue tomar muestras de otras especies similares, compararlas con las recién encontradas y comprobar que eran especies nuevas para la ciencia. Esto los llevó a explorar con más detalle las montañas transfronterizas entre Panamá y Costa Rica, específicamente el Cerro Echandi (para B. silentium) y el Cerro Fábrega (para B. chiquitica).

El Cerro Fábrega es un cerro panameño, completamente panameño, pero el único sitio de acceso es a través de Costa Rica. Son cuatro días caminando desde Santa María de Pittier en el Parque Internacional La Amistad".

En el caso del Cerro Fábrega, comenta que se encontraron un lugar seco, cuando lo normal es que sea húmedo ya que es un bosque de páramo. Aún así, y pese a que en sitios secos se dificulta encontrar salamandras, lograron encontrar una de las que necesitaban para el estudio y así lograron resolver la situación.

De acuerdo con Arias, para las expediciones, organizan grupos de cuatro a cinco personas, conformados por dos o tres miembros de la UCR, guías locales o personas indígenas de la zona.

La investigación implicó adentrarse en montañas transfronterizas que comparten Costa Rica y Panamá. Foto: Erick Arias.

Este trabajo lleva diez años desarrollándose y forma parte del proyecto inscrito B6773-23 “Colecciones del Museo de Zoología (MZUCR)”.

Asimismo, el investigador señaló que la UCR apoya con el financiamiento de las expediciones e, incluso, destaca que algunas exploraciones las financia National Geographic.

Arias destacó que este tipo de estudios empiezan a generar datos sobre los ecosistemas de las comunidades y aportan información a los trabajos de diversidad del país.

Todo el mundo sabe que Talamanca es un lugar sumamente diverso, pero si no tenemos los datos, si no tenemos la cantidad de especies que hay ahí, es complejo poder determinar qué podría pasar en ciertos escenarios de pérdida de diversidad. ¿Qué pasa si talamos el bosque?, ¿qué va a pasar con el calentamiento? Eso es, digamos, como en primera instancia…”.

En el grupo de investigadores estuvo Erick Arias, investigador de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Museo de Zoología de la UCR; y Gerardo Chaves, también investigador del Museo de Zoología. Fotografía UCR.

“Nada lo puede preparar a uno para el trabajo de campo en Talamanca”

Para el grupo de científicos adentrarse en Alta Talamanca implicó un reto físico y mental. En una publicación de la UCR, el investigador Gerardo Chaves explica que una de las principales dificultades fue llegar hasta la cima de los cerros. Esto porque el 60 % del tiempo se gastaba en caminar y parte del 40% restante en buscar el material biológico.

“Nada lo puede preparar a uno para el trabajo de campo en Talamanca”, señaló. Entre la descripción del camino resaltó las caminatas largas, las pendientes pronunciadas, los suelos rocosos y sin caminos, y un clima húmedo que implicó a veces dormir con la ropa mojada.

Esto fue respaldado por Arias, quien afirma que el esfuerzo mental debe ser del 80% para resistir las condiciones de la montaña.

Yo creo que nunca se logra retratar correctamente el sufrimiento de esas investigaciones. Yo no soy un deportista de alto rendimiento, pero mucho es mental, eso es muy seguro. El Caribe es es sumamente difícil por la humedad constante. Ya cuando se lleva tres días con todo completamente mojado es muy complejo".

Los científicos narraron las dificultades detrás del descubrimiento de las salamandras. Foto: Erick Arias.

Fue una expedición que tomó unos siete días aproximadamente. En este tiempo los científicos acamparon a lo largo de las expediciones y, por lo general, dormían en hamacas.  Chaves puntualizó que acampaban en lugares donde podían encontrar acceso al agua de nacientes o quebradas. Asimismo, llevaban productos como leche condensada y suero para alimentarse.

Fue el anhelo de conseguir los objetivos lo que dio el impulso para realizar el trabajo”.

Características de las salamandras

Las salamandras están en medio de la red alimenticia de los ecosistemas, es decir, son depredadoras, cumplen un papel de control de insectos; pero también son alimento de otras especies más grandes, como pájaros o lagartijas.

El género Bolitoglossa incluye 142 especies de salamandras, distribuidas desde México hasta Brasil. Arias comenta que estos animales no poseen pulmones, respiran a través de la piel. Además no tienen una etapa de renacuajo, porque ellas ponen huevos y de ahí sale una salamandra completamente desarrollada.

B. chiquitica es la salamandra Bolitoglossa más pequeña de todas las Bolitoglossa conocidas. Arias explica que los machos adultos miden apenas 27 mm de la boca al ano, una medida muy pequeña para un animal vertebrado.

Además, B. silentium y B.chiquitica son especies raras, porque solo se conocen cuatro individuos de B. chiquitica y dos de B. silentium.

B. chiquitica es la salamandra Bolitoglossa más pequeña de todas las Bolitoglossa conocidas en el país, mide 27 mm de la boca al ano. Foto: Erick Arias

Arias explicó a este medio de comunicación que el descubrimiento de nuevas salamandras en Costa Rica es relevante porque aporta conocimiento sobre especies únicas que habitan zonas altas y bosques nubosos del país, áreas que son valiosas en términos de conservación. Aunque estas regiones tienen baja diversidad, muchas de sus especies son endémicas, es decir, no existen en ningún otro lugar.

Además, subraya la importancia de proteger estos ecosistemas, especialmente frente al cambio climático, que ya está alterando los patrones de la lluvia. Por ejemplo, en zonas como Monteverde, aunque llueve la misma cantidad que antes, la distribución de la lluvia cambió, lo que afecta la humedad constante que requieren especies como las salamandras.

¿Qué les va a pasar si si comienza a cambiar el patrón de precipitación y el Caribe comienza a tener una época seca muy marcada? ¿Cuánto puede tolerar?"

Arias reiteró que estos trabajos son clave porque muchas de estas especies apenas están siendo descubiertas y aún se desconoce mucho sobre su biología, lo que dificulta anticipar cómo se verán afectadas por los cambios ambientales.

Muestreo para realizar el análisis genético

El biólogo de la UCR, Erick Arias, explicó que cuando encuentran a la salamandra le practican una eutanasia (pequeñas gotas de anestesia sobre la piel del animal) y la trasladan al Museo de Zoología, esto con los debidos permisos de recolección que les brinda el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Tal procedimiento es necesario para la investigación porque permite recolectar el material para hacer los análisis que brindan información sobre las especies. Luego, guardan en alcohol un pedazo de la cola o el hígado que será utilizado para el análisis genético. El resto del animal se conserva en alcohol de 70 grados en el Museo de Zoología.

Arias detalló que el análisis genético consiste en extraer el ADN del trozo de cola o hígado para leer las letras que están escritas en ese ADN, a través de un secuenciador (equipo con un rayo láser que permite leer lo que está dentro de las células del animal).

Arias explicó a este medio de comunicación que el descubrimiento de nuevas salamandras en Costa Rica es relevante porque aporta conocimiento sobre especies únicas que habitan zonas altas y bosques nubosos del país.

Lo que obtienen es un archivo de texto con una combinación de letras del trozo de ADN de esa especie, el cual deberá ser comparado con el ADN de otros individuos similares.

El proceso de comparación se realiza porque hay especímenes que se parecen, pero el análisis muestra un 3 % o 5 % de diferencia. Además, hay individuos muy diferentes que no tienen variaciones moleculares, por tanto, son la misma especie, y eso solo lo pueden determinar mediante el análisis genético.

Por esta razón, el equipo tuvo que ir a tomar muestras de especies que se ubicaban en otras locaciones para poder compararlas.

Asimismo, Arias explicó que viajaron a México a hacer el análisis genético porque el equipo no tiene acceso al secuenciador en la UCR. Por ello, fue un proceso que duró más por motivos de logística, en ocasiones los resultados los obtienen en un año.

Mucho por descubrir e investigar

Chaves asegura que el estudio les deja muchas preguntas por responder. Por eso, señala que deben seguir revisando algunas poblaciones que presentan morfologías que no corresponden con las especies conocidas o determinadas en el estudio.

Asimismo, indica que tendrán que investigar los espacios entre los cerros evaluados y la zona de montaña y premontaña de la vertiente del Caribe, ya que estos lugares posiblemente albergan más especies desconocidas.

Por su parte, Arias aseguró que este año publicará información sobre una nueva especie en el Chirripó. También comentó sobre un proyecto en desarrollo que investiga sobre la posible disminución de salamandras en el Cerro de la Muerte.

Igualmente, destaca un proyecto de la UCR que se desarrollará junto con estudiantes. La iniciativa utilizará feromonas para identificar cómo se comunican entre sí las especies de salamandras.