Monestel recibirá el galardón este jueves 15 de mayo, en la ceremonia de gala que ofrecerá el MCJ, en el Teatro Nacional de Costa Rica.
El músico e investigador cultural costarricense Manuel Monestel Ramírez fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura Magón 2024. Su labor ha sido especialmente significativa en la investigación de la música del Caribe de Costa Rica y la cultura de la población afrodescendiente de la provincia de Limón.
Monestel es licenciado en Sociología, máster en Artes, y cuenta con estudios técnicos en Investigación en Cultura Popular por la Universidad Federal de Bahía, Brasil. Su carrera ha abarcado múltiples campos: se ha desempeñado como productor discográfico y radiofónico, gestor cultural, escritor y director de agrupaciones musicales.
Adicionalmente, fue cofundador del Movimiento de la Nueva Canción Costarricense y ha formado parte de grupos como Erome, Tayacán, En Clave Afro Caribe, Calypso Limón Legends y Cantoamérica, agrupación con la cual ha realizado más de 30 giras internacionales por tres continentes.
Desde 1979, Monestel ha centrado gran parte de su trabajo en el Calypso limonense, investigando, compartiendo escenario y colaborando con figuras icónicas como Walter Ferguson, Cyril Silvan y Kawe Calypso. En 2019 produjo el disco 100 Years of Calypso: Walter Ferguson, en homenaje al legado de Ferguson, con la participación de artistas de 16 países, entre los que destacan Infibeat, Jorge Drexler, Inti Illimani, Deborah Dixon, Perotá Chingó, Cantoamérica, Kawe Calypso, Patricia Saravia, Devon Seale, Guadalupe Urbina, Rómulo Castro, entre otros.
Asimismo, ha ofrecido conciertos, charlas, y cursos en universidades públicas costarricenses y centros académicos internacionales como Cornell, Bowling Green, Loyola y el Instituto Nacional de Antropología de México.
Según detalló el jurado del Premio Magón 2024, como músico, investigador y promotor de la cultura inmaterial, "Monestel ha dejado huella en el desarrollo de la etnomusicología costarricense, visibilizando, con compromiso político consciente y exitoso, las expresiones culturales de comunidades históricamente marginadas".
En su fallo, el jurado destacó la calidad y profundidad de su labor como promotor e impulsor de la cultura nacional efímera e inmaterial, en específico de la música popular, cultura y tradiciones de la diáspora africana, a la que ha dedicado con cariño su labor de décadas, por validar y preservar estos valiosos saberes inmateriales.
El jurado agregó: "Monestel ha consagrado su vida a la labor cultural, aplicando su formación sociológica para cuestionar y subvertir relaciones de poder y dominación, con una propuesta identitaria que desafía la hegemonía cultural establecida. Además, su legado va de la mano con la preservación de la cultura inmaterial y está alineado con el reconocimiento constitucional de Costa Rica como país pluricultural y multiétnico”.
Entrevista realizada por la Unidad de Comunicación del MCJ
A continuación, un fragmento de la entrevista a Manuel Monestel, compartida por el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ):
¿Cómo inició su amor por la música?
"Mi tío me regaló una guitarra cuando yo tenía 8 años. Yo ya medio tocaba; sin embargo, mi aprendizaje se acabó porque un hermano mío me quebró la guitarra en la cabeza (se ríe). Entonces, ahí se truncaron mis aspiraciones de tocar guitarra, hasta que llegué a los 18 años y ahí retomé. Me compré una guitarra, en muy mal estado; fue todo un trabajo para habilitarla, pero eso demostró la fuerza y la gana que tenía de aprender a tocar guitarra".
¿Qué interpretaba en sus primeros años?
"Empecé a tocar la música de The Beatles, el folk rock de los años setenta. Estaba muy buena esa música: Bob Dylan, Joni Mitchell… Pero, me dije ¿y qué pasó? Estoy cantando sobre contextos que no son los míos; entonces, ahí empecé a estudiar sociología y descubrí la gran veta musical de Latinoamérica, los grandes compositores y compositoras populares; el material que hay en el cancionero infinito de Latinoamérica.
Ahí empecé a tocar. En mi primera banda, que se llamaba Erome, tocábamos música latinoamericana y empecé a descubrir que había miles de instrumentos en América Latina. Empezamos a entender un poco más a Centroamérica".
¿Cómo inició ese acercamiento con la música y la cultura afrocostarricense?
"A finales de los setenta, me hice otra pregunta -porque si uno pretende ser investigador tiene que estarse preguntando cosas; las preguntas y las incógnitas son la fuerza vital de la investigación-. Entonces ahí me pregunté: Bueno, muy bien, ya pasé por la música de Estados Unidos, de Inglaterra y de América Latina ¿y Costa Rica? Entonces, sabía que existía la música de Guanacaste, que había sido declarada la música nacional por un decreto y conocía un poco de la música vieja del Valle Central, a través de Emilia Prieto, que fue mi mentora para ir a investigar luego a Limón.
Entonces, me pregunté ¿qué pasa en Limón? Nadie sabía nada de Limón a principios de los ochenta. Me fui para allá de una manera informal; llegaba yo a Cahuita, recorría ahí las calles y empecé a preguntar; posteriormente, leí un libro maravilloso: “Wa'apin man: La historia de la costa talamanqueña de Costa Rica, según sus protagonistas”, de Paula Palmer, y allí mencionaban un señor desconocido que se llamaba Walter Ferguson, que era el músico de Cahuita".
¿Cómo se formó su vínculo con Walter Ferguson, King of Calypso?
"Me encontré a Paula Palmer caminando por San José; ella me llevó a su casa, allá en Puerto Viejo, Limón, me enseñó un cassette, escuché cuatro piezas y dije: No puedo creer, ¿este señor es el que usted menciona en su libro? ¡Es un compositor fuera de serie! ¡Increíble! Entonces, me llevó a Cahuita, me presentó a Ferguson, pasé a ser una especie de aprendiz y también llegamos a ser muy amigos; desarrollé una relación musical y también afectiva muy fuerte, con un gran personaje, un gran hombre.
Paralelamente empecé a tocar el Calypso con lo que aprendía con él y con otros Calypsonians, y me fui convirtiendo en una especie de gestor del Calypso limonense en San José".
Foto: Manuel Monestel y Walter Ferguson / MCJ.
¿Cómo fue la reacción del público al verlo a usted interpretar Calypso sin tener raíces afro?
"Alguna gente en Limón y otras en San José, no entendían nada de por qué yo, no siendo negro, tocaba el Calypso. Entonces aquí me criticaban que, por qué cantaba en un inglés raro, que nadie entendía, me decían que tradujera las canciones. Después me dediqué a promover los músicos de allá, organicé festivales, conciertos, fuimos al extranjero con algunos de los grupos con gran éxito.
El Calypso limonense fuera del país tiene un gran éxito porque ellos son auténticos originales, simpáticos, en escena son personajes vivos llenos de energía".
¿Qué nos puede decir en torno a la creación de obras musicales, especialmente de Calypso?
"Cuando yo compongo, no estoy pensando en ningún género. Después me dicen: Eso suena como salsa; eso suena como bolero; eso suena como Calypso… Pero cuando compongo, no importa, y de repente estoy usando influencias del folk rock de mis años más jóvenes y lo meto en algo que suena a Calypso.
Las artes en general, la creación artística no puede tener fronteras, no puede tener fórmulas. La tendencia de la música, y la tendencia del mundo también, es hacia lo más superficial, lo más básico; el pensamiento humano se volvió básico.
La creación musical, si se le puede llamar creación, se volvió básica, elemental. Hay gente buena dentro de esa propuesta, pero en general lo que están buscando es lucrar, es vender. Mientras que, en la música popular, en la música de los desconocidos, de los anónimos, está la esencia".
¿Cuál es la inspiración de Manuel Monestel a la hora de realizar sus composiciones?
"Yo manejo dos ejes, creo. Uno es la herencia, la tradición, las raíces y luego también trato de que en mis canciones haya mensajes positivos. Positivos, qué quiere decir: de lucha, de amor, dignidad, humanidad; la alegría trato de que esté siempre en mis canciones, no en todas, pero en muchos.
No haber seguido los cánones y las fórmulas que propone la industria cultural me ha generado problemas, porque mucha gente no ha entendido, a lo largo de mi carrera, lo que hago. Me han contratado menos, he ganado menos plata, pero la satisfacción inmensa que me da llegar a esta edad, a este, digamos, estadio de mi carrera, y sentirme libre, sentir que he hecho lo que quiero y que nadie me ha podido imponer, lo que yo debería hacer; esa satisfacción y esa alegría, no la cambio por nada".