Comienzo a escribir las palabras de la columna de esta semana, en el intermedio de 15 minutos de In the Heights, que se presenta en el Teatro Popular Melico Salazar. Decir que es una puesta en escena extasiante se queda corto. Me siento afortunado de poder estar siendo testigo de la calidad de producciones que se pueden hacer en Costa Rica. Y ojo, no hablo del talento, porque seamos honestos, en este país sobra, lo que falta es más visibilidad. El teatro está lleno, sold out bro, eso habla del apoyo creciente que el teatro musical sigue adquiriendo en el mapa artístico del país.
In the Heights habla de todo, pero el tema que más me resuena es el de la gentrificación a la que se enfrentan sus personajes, dentro del Washington Heights de Nueva York, el barrio en el que viven. Ser latino en el extranjero no es fácil, sino que lo digan los amigos, familiares y colegas, que todos conocemos, que han emigrado. Habla de la impotencia de no poder cambiar lo que, a todas luces, va a cambiar y de cómo tenemos que tomar decisiones importantes en la vida, que tienen consecuencias en nuestro futuro..
Podría hablar toda la columna de las temáticas y simbolismos porque, si no lo han notado, In the Heights, es mi musical favorito. Quiero enfocarme hoy más bien, en la alternativa que tenemos de disfrutar este tipo de teatro en el país. Luciérnaga Producciones ha venido haciendo un latente trabajo, sin descanso, para colocar el teatro musical en las tablas ticas, con gran éxito. Ustedes saben que lo mío es la literatura, pero es que los artistas verdaderamente integrales se empapan de cualquier representación que sea nutritiva para el río creativo que todos llevamos dentro, por esa razón, la columna de esta semana la quise dedicar al teatro tico.
Si tienen un chancecito, vayan a ver la obra. Se nota el amor y la pasión con la que se está presentando, y la calidad de la puesta en escena habla por sí sola. Ahora si me disculpan, ya estoy escuchando a todo el público volver dentro del teatro para la segunda parte, así que nos leemos pronto. Si me ven apurado, ya saben, es porque la culpa es del arte.