Aprendí a leer cuando tenía apenas cuatro años. Es una edad muy corta para que alguien comprenda las letras que tiene impresas frente a un papel, sin embargo, mi madre muy paciente, me enseñó con el ahora innombrable “Paco y Lola”. La hormiguita encontrando su moneda mientras barre me abrió un mundo de posibilidades e imaginación desde muy pequeño. Para los 10 años ya había leído a Tolkien con “El Señor de los Anillos”, a Lara Ríos con las aventuras de Arturo Pol (que por cierto todavía a mis 34 años lo leo de vez en cuando para reencontrarme con ese joven que era), “Cocorí”, “El Principito” y había leído los tres primeros tomos de Harry Potter. Si eso no nutre la creatividad juvenil de un futuro escritor, no sé qué lo hará entonces.

Los libros son el pasaje gratuito a diferentes países, a otros puntos de vista y a mundos que no conocemos. El leer es un esfuerzo para nuestra mente que crea imágenes que no sabíamos que éramos posibles de crear. Lo más interesante de todo es entender que, lo que yo imagino, es muy diferente a lo que otra persona leyendo la misma historia puede imaginar.

En este día del libro deseo que todos leamos, que adquiramos libros, ojalá de una librería independiente, y que compartamos lo que leemos. Deseo también que nos abramos a la posibilidad de leer libros que jamás hubiéramos leídos en otras circunstancias. Que le demos una oportunidad a otros formatos, como el audiolibro. Que sea lo que sea que hagamos en nuestro día, podamos al final, terminar con un libro en nuestras manos.

La literatura me ha abierto una gran cantidad de puertas y de oportunidades. Me ha permitido conocer colegas con historias que a mí jamás se me hubieran ocurrido. He podido conocer ídolos de muchas latitudes y que hablan otras lenguas con los que jamás soñé conversar, que terminan siendo personas cálidas que siempre tienen un consejo o una palabra de aliento.

Si no han leído nada este año, que el día del libro sea la excusa perfecta para comenzar. Mi consejo siempre es hacer de la lectura un evento. Un vino, unos fiambres y un buen libro nunca fallan. O también pueden intentar con el café y el croissant. Y si no pueden, el sofá o la cama solos, así sin adornos, siempre son buenas opciones para relajarse y entregarse a las palabras que alguien más ha escrito para nosotros.

Que disfruten sus lectura y ¡feliz día del libro!