Sobre el Índice de Democracia de The Economist.
The Economist hace un par de semanas dio a conocer su Índice de Democracia correspondiente a 2024. Plantea que en el mundo se da un enfrentamiento entre el apoyo que mayoritariamente se da a la democracia como forma de gobierno (aunque su vigencia no es así) y el reclamo por su mal funcionamiento.
La evolución de nuestra democracia es más que bicentenaria. Pero al igual que a las más sólidas democracias del mundo esta situación nos afecta.
Por eso vale la pena analizar esa aparente contradicción y sus causas según este índice, lo que nos sirve para auscultar la salud de nuestra democracia.
El 2024 registró la mayor participación de votantes en elecciones. Pero los resultados de la salud democrática no fueron satisfactorios. Este índice señaló:
Se emitió alrededor de 1.650 millones de votos en más de 70 países. Sin embargo, aunque nunca había habido tantas elecciones democráticas en un solo año, 2024 también trajo grandes desafíos. … la democracia global está en peor estado que en cualquier otro momento en los casi veinte años de historia del índice”.
En ese año de tanta participación electoral la insatisfacción con la democracia se expresó con el rechazo a la reelección de gobiernos. Se podría argumentar que el rechazo a los gobiernos refleja el vigor de esas democracias. En muchos casos los partidos más tradicionales señalan que el problema es el populismo, pero eso deja de lado que más bien el desencanto con la democracia por su funcionamiento puede ser la causa de los éxitos populistas.
Por eso el reporte de este índice para 2004 llama la atención a la información en los subíndices que señalan la falta de aprecio por la democracia por defectos de su funcionamiento.
Causas del desencanto con el funcionamiento de la democracia
El reporte del grupo de The Economist sobre este índice nos dice:
Que la democracia no está funcionando bien en muchas de las democracias del mundo ha sido evidente desde hace algún tiempo. El auge de alternativas políticas populistas en la última década es una expresión de un problema con los partidos tradicionales que han estado en el poder durante los últimos 75 años y con los sistemas políticos que han desarrollado”.
Y relaciona esto con falta de atención de los partidos y de sus candidatos y representantes electos a las inquietudes, enojos y frustraciones de sus ciudadanos.
Creo que a usted amable lector esta afirmación le puede parecer muy familiar, muy similar a nuestra situación.
El Índice de Democracia 2024 hace referencia a estudios de opinión como los de Pew Research Center y Gallup que señalan que a pesar de que la mayoría de los entrevistados prefieren la democracia, están insatisfechos con su funcionamiento.
Lo relaciona con tres condiciones:
Pérdida de confianza en el gobierno, fracaso de políticos y los partidos en representar adecuadamente a los votantes, y un déficit cívico y de representación. Estos factores han llevado a la desilusión con las instituciones democráticas y han contribuido al aumento del populismo, la apatía política y una creciente polarización política”.
Respecto al primer punto múltiples encuestas señalan que una importante mayoría cree que los gobiernos favorecen a élites privilegiadas y a grupos de interés poderosos, y no a los ciudadanos. Consideran que privan las acciones que favorecen a las personas ricas y más educadas. El crecimiento real o sentido de la desigualdad y de la corrupción corroen la credibilidad. Por eso los ciudadanos pierden la confianza en políticos y partidos.
Este también es el caso en nuestro país. Lo señalan con claridad encuestas locales, así como el Latinobarómetro.
La segunda causa de insatisfacción con el funcionamiento de la democracia es la inhabilidad de políticos y partidos que les impide representar satisfactoriamente a los votantes y a sus preocupaciones. En las últimas décadas los partidos se acercaron más al Estado y a sus intereses, aumentaron su dependencia en recursos del gobierno. Simultáneamente dejaron de expresar los intereses del núcleo principal de sus partidarios.; los partidos de centro izquierda se alejaron de las angustias de los trabajadores en tanto los de centro derecha no reflejaron con fuerza los valores culturales de sus militantes. Al mismo tiempo sindicatos e iglesias perdieron fuerza social. Además, y lo pongo en mis términos, la incertidumbre y el desarraigo que genera el cambio de época que vivimos, ayuda a debilitar y fragmentar a los partidos, que se empequeñecen para representar intereses más específicos.
Estas dificultades para los partidos y los políticos se agravaron con el fin de la Guerra Fría, que terminó con el radical enfrentamiento entre las visiones comunista y liberal de la sociedad. Los partidos carecen de una visión de futuro compartida para la nueva época que nace. Algunos partidos incluso han surgido a base de ser apolíticos. Es la política de la antipolítica. Al mismo tiempo los propios gobiernos se especializan, así, los bancos centrales, los sistemas de salud, la seguridad social, las reglas fiscales se ponen en manos de especialistas y no de personas electas por los votantes. Todos son cambios que favorecen a los movimientos populistas.
Esto también lo estamos viviendo en Costa Rica donde el presidente Chaves encarna las preocupaciones y frustraciones de los votantes, pero donde no se dan soluciones efectivas.
La tercera causa del desencanto ciudadano con el funcionamiento de la democracia la atribuye este Índice de Democracia 2024 a un déficit de ciudadanía. Los ciudadanos no solo demandan cambios en los políticos sino también en ellos mismos. Indica este Índice 2024 de la Democracia:
Les gustaría ser tratados como ciudadanos, no como partes interesadas. A medida que la vida política se ha vuelto menos ideológica, las personas se han alejado del ámbito público… Definimos la democracia operativamente como un conjunto de instituciones y procesos de gobierno, cuya legitimidad y eficacia dependen, en última instancia, de cuán representativa sea realmente de los ciudadanos de la nación. Esta conceptualización de la democracia centrada en el ciudadano está incorporada en nuestro Índice de Democracia”.
Pero hoy los partidos políticos han dejado de ser representantes de los ciudadanos.
Desdichadamente esto también se da en nuestra nación.
Conclusión
En buena medida este distanciamiento entre gobierno democrático y eficiencia del gobierno explica nuestra difícil situación política actual.
Nos podríamos encaminar hacia una centralización populista del poder si los ciudadanos se convencen de que es la única vía para lograr un estado eficiente que responda a sus frustraciones y enojos.
El presidente Chaves encarna mejor que nadie los sentimientos de los ciudadanos. Pero desdichadamente la concentración en denunciar y confrontar no resuelve los problemas, aunque sí genera popularidad.
Simplemente defender la institucionalidad por la institucionalidad no limita la fuerza atractiva de la denuncia y los partidos de oposición no han demostrada capacidad para enfrentar el disgusto resolviendo los problemas ni modernizando la institucionalidad.
Tampoco se ha planteado a los ciudadanos las ventajas de una relación basada en el amor y el conocimiento y no en la frustración y el enojo.
Nos corresponde a todos remediar esta contradicción entre aprecio por la democracia y desencanto con su funcionamiento. Y hacerlo con la solución costarricense: prevenir los problemas y juntos construir y ejecutar soluciones. Si no lo hacemos el populismo antidemocracia-liberal puede ser la dolorosa respuesta.
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