En la vida hay ciertas acciones que son vitales y abrazar es una de ellas. En el artículo Cuando tu único trabajo es abrazar, publicado hace pocos días en el New York Times, se explica la experiencia de una abrazadora de bebés y el auge que está teniendo el trabajo de abrazar recién nacidos.
Son voluntarios que acuden a hospitales y cuya única tarea es abrazar a bebés que sufren de abandono o del síndrome de abstinencia neonatal (SAN) porque sus madres usaron sustancias de alta potencia como la heroína. Este programa de los abrazos ha demostrado tener un efecto muy positivo en los recién nacidos ya que reduce el estrés y el tiempo que los bebés pasan en cuidado neonatal.
Menos que una nodriza y más que un objeto de apoyo emocional, nuestro único trabajo es sentarnos en una mecedora y cargar en brazos al bebé de unos desconocidos del lado izquierdo de nuestro pecho —el lado del corazón— para compartir con el diminuto ser la banda sonora mamífera de ese latido: estoy aquí, estás aquí. Solo eso, nada más”
Según la autora, ella solo estaba buscando un trabajo como voluntaria, una forma de ser útil. Pero la realidad fue que un bebé con síndrome de abstinencia la motivó a dar más por él. La criatura había estado expuesta a drogas en el útero y durante sus primeros meses de vida sufrió un síndrome de abstinencia activo. Así que los médicos dosificaban los narcóticos para mantener un nivel umbral en su organismo mientras iban disminuyendo lentamente las drogas.
Abrazar a un bebé de padres desconocidos es un acto muy pequeño. Nunca sabré cuánto lo ayudamos nosotras, las abrazadoras. Pero tras meses en el pabellón, confiaba más en el poder de los actos más pequeños: una palabra amable, un roce suave”.
Lo más hermoso de esta historia es que aún hay gente con la intención de hacer cosas importantes y regalar su tiempo para mejorar el mundo. Para ella fue abrazar a un niño y fortalecerlo con el latido de su corazón.
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