La nueva era de Donald Trump en la Casa Blanca ha comenzado. Su discurso de investidura ha ido acorde a su retórica: afirmaciones falsas y engañosas que han ido de la mano de un nuevo discurso populista-imperialista en política internacional que promete recuperar el Canal de Panamá, renombrar el Golfo de México por el Golfo de Estados Unidos, anexionarse Canadá y comprar o tomar por la fuerza el territorio de Groenlandia.

En cuanto a la guerra en Ucrania, Trump incluso llegó a decir en campaña que lograría que la guerra acabara en un día o dos. Ahora ha llegado a decir que le tardará por lo menos seis meses para que llegue a su fin. Recordemos que Trump se ha mostrado muy crítico con la gran cantidad de ayuda económica y militar que Estados Unidos le ha dado a Ucrania, aunque aún es prematuro saber si su gobierno dejará de asistir a Ucrania después de tres años continuos de ayuda al gobierno del presidente Zelenski. Puede que su nuevo secretario de Estado, el cubano-estadounidense Marco Rubio nos haya dado alguna pista cuando señaló hace unos días que “es importante que todos sean realistas: tendrá que haber concesiones por parte de Rusia, pero también de los ucranianos” y, al igual que Trump, señaló que enviar ayuda estadounidense a Ucrania “por el tiempo que sea necesario” no es “una posición realista ni prudente”.

Al igual que en su pasada administración, Trump sigue pidiendo un mayor gasto militar para los países miembros de la OTAN llegando a plantear un gasto militar del 5% a los miembros de la Alianza Atlántica, frente a 2% actual. Incluso ha amenazado con abandonar la organización transatlántica si el resto de los aliados no gastan más en defensa.

A pesar de que difícilmente Estados Unidos abandone la OTAN es posible que muchos países europeos incrementen el porcentaje de su producto interno bruto destinado a la organización militar, algo en que ha insistido el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que recientemente insistió que a pesar de que la OTAN no está en guerra, se debe invertir más en defensa:

No estamos en guerra, pero tampoco en paz. Debemos invertir más en defensa”.

La guerra comercial con China promete ser la piedra angular de la política exterior de Trump. Las promesas de Trump indican que su administración buscará dar pasos más agresivos que los hechos por Biden, a pesar de que recientemente el presidente saliente anunció una ampliación de las limitaciones en la venta de tecnología avanzada estadounidense a la industria china de semiconductores. Trump ha prometido aranceles de hasta el 60% a las importaciones provenientes de China.

En cuanto a Gaza, Trump ha presumido ser el artífice del alto el fuego que recientemente entró en vigor entre Israel y Hamás, ya que en dichas negociaciones participó su enviado especial a la región, Steve Witkoff. Aunque en su primer día en la casa blanca, Trump se mostró pesimista sobre el alto el fuego en Gaza:

No es nuestra guerra, es su guerra, pero creo que están muy débiles en el otro bando”.

En su anterior administración Trump defendió la soberanía israelí de los Altos del Golán sirios e incluso trasladó la embajada a Jerusalén, un gesto que va en contra de las resoluciones de la ONU. Además, ha apoyado la construcción de asentamientos en Cisjordania. Pero sin duda su gran apuesta fue impulsar los Acuerdos Abraham, en que Emiratos Árabes, Sudán, Marruecos y Bahréin, reconocían al Estado de Israel. Se espera que Trump intente alcanzar un acuerdo similar entre Arabia Saudí e Israel, a pesar de que el genocidio en Palestina supone a simple vista una negativa a negociar por parte de la monarquía saudí.

Trump siempre ha mostrado su cercanía a la derecha israelí. Incluso en su primer día en la Casa Blanca ya levantó las sanciones impuestas por Biden en febrero de 2023 a los colonos violentos israelíes. Su próximo embajador en Israel, Mike Huckabee, ha defendido públicamente que no existe Cisjordania e insiste en utilizar los términos bíblicos de Judea y Samaria para referirse a dicho territorio palestino. Huckabee incluso se niega a mencionar al pueblo palestino y apoya los asentamientos judíos construidos en los territorios ocupados.

La nueva era de Trump ha comenzado. Los próximos cuatro años prometen ser convulsos, pero el escenario internacional se encuentra mejor preparado para afrontar al Trump 2.0.

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