Para desempeñarse bien en un puesto de trabajo, se requiere la formación académica, un poco de experiencia y otras habilidades que también son fundamentales en el desempeño laboral, como la oralidad, una de las habilidades blandas.
Saber hablar en público, desarrollar la expresión oral, tiene muchos campos de aplicación:
- Exponer los resultados de sus labores o de su departamento, ante sus propios compañeros, jefes, Juntas Directivas, gerencias, etc.; como ocurre en muchas compañías multinacionales.
- Dirigir reuniones internas, con entidades de gobierno o negociaciones relacionadas con el negocio.
- Llevar a la práctica las políticas de puertas abiertas.
- Cualquier persona que tenga personal a cargo, debe poder expresarse correctamente, dar instrucciones claras, corregir o motivar a alguien de su equipo, ejercer su rol de autoridad y de disciplina, retroalimentar a un trabajador o conducir un proceso de despido.
- La capacidad de aprender el lenguaje de la cultura corporativa.
- Plantear problemas o denuncias a un superior; negociar condiciones de trabajo como salarios, vacaciones o beneficios.
- Declarar como testigo en procesos judiciales, donde es requisito exponer de manera convincente, clara y serena los hechos en orden cronológico, así como responder preguntas que se le planteen. Tomemos en cuenta que nuestro sistema judicial es víctima de refranes de poco sustento científico como el que nada debe nada teme o cuando el río suena, piedras trae, descalificando como mentirosos a testigos ansiosos o con retos importantes en su comunicación.
- Ejercer esa capacidad oral en otros idiomas, sobre todo cuando las responsabilidades incluyen el ejercicio de labores en otro país o interacción con personas extranjeras. El reto aumenta cuando se trata de un idioma distinto al materno y por el fenómeno conocido del cambio de personalidad dependiendo del idioma en el que se hable.
- Saber hablar y sobre todo, saber escuchar; es un talento que se extiende más allá del ambiente laboral. Para animales sociales como los seres humanos, es la herramienta básica de la interacción con iguales, amigos y familiares; incluyendo saber reconocer errores y disculparse cuando es necesario.
- Los abogados tenemos fama de saber usar el lenguaje para todo, incluyendo defender lo indefendible, aparentar que sabemos de todo y lo que no, lo inventamos. Prejuicios aparte, hablar en público es parte esencial de nuestras labores, para, por ejemplo:
- Explicar aspectos técnicos a los clientes y sobre todo, saber escucharlos.
- Exponer argumentos en procesos que exigen oralidad.
- Dar clases.
- Impartir conferencias.
- Mantener la atención de los demás.
- Hacer interrogatorios.
- Convencer a los demás de una posición o un razonamiento.
- Interactuar con otros profesionales en derecho en reuniones, negociaciones o juicios.
- Dominar el pánico escénico, la ansiedad e incluso el miedo.
- Procurar un trato digno, humano y respetuoso para todas aquellas personas con las que nos relacionamos diariamente.
A pesar de todo esto, la mayoría de los programas de las carreras universitarias o técnicas no destinan cursos a este tema. Así que, si una persona no tiene esta habilidad nata, cuenta con muy pocas oportunidades de desarrollarlas durante el transcurso de su vida laboral y, necesariamente, pagará el precio.
Hacia finales del 2024 tuvimos la oportunidad de exponer en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica qué se requiere para ser litigante. Evidentemente, la oralidad fue la invitada estelar. Agradecemos a la Licenciada Ana Lucía Blanco, profesora de ese centro de estudios, y al Centro de Graduados de la Facultad de Derecho por esta oportunidad, así como la invitación a exponer en un taller dedicado a este tema a realizarse próximamente.
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