Yo sabía que Trump iba a ganar. Más por pesimismo que por estadística. Previendo el desastre, el día de la elección hice lo que cualquier otro hombre racional en mi postura hubiese hecho: me fui de vacaciones.

Aquella tarde de martes de huracán intermitente, me vi abandonado por ese amigo que por algún motivo decidí siempre perdonar a la altura del antiguo bar Broke Guys, antaño epicentro de psicodélicas fiestas que llenaban toda la calle hasta la playa, hoy irrepetibles por la ola de violencia que ha manchado de sangre todo el cantón de Garabito.

Fue ahí donde lo conocí. Craig se autodefinía como “the authentic Florida man”. Nativo de Tallahassee, republicano trumpista de religión, no tenía en la vida más amor que el surf. Se rio de mí cuando le dije que estaba allí huyendo de las noticias de las elecciones. “–What election?”, repetía a carcajadas.

Entonces, al calor de las cervezas, lo increpé. ¿Por qué permitían que algo tan técnico como lo es el calibre de la munición y el firing rate de un fusil decida quién será su representante? ¿Por qué el restringir a la semana 0, 9, 34, o el número que se le antoje a cualquiera un potencial aborto les hace donar su dinero a un millonario? ¿Por qué si Craig estaba fumando en ese momento aterciopeladas pelotas de cannabis junto a mí, votaba para que miles de personas continuasen en la cárcel por ese mismo acto? ¿Por qué, por qué, por qué?

Él escuchó mis preguntas con un semblante entre hilarante e iracundo, y me inquirió: “-Who told you all of that?” (“¿a usted quién le dijo eso?”). “–Youtube”, le respondí lo más honestamente posible, intentando echarle la culpa a alguien más por mi ignorancia. Entonces Craig me miró con sus ojos azul acero llenos de una coherencia cegadora y me espetó: “-on America we believe that the government is against us.

Esta es una lección de liberalismo tan absoluta y hermosa que ni un seminario en el INCAE con Juan Carlos Bolaños, Otto Guevara y don Eli me hubiese podido revelar. Por ese motivo temo traducir esa frase, pero viene a significar más o menos: “en Estados Unidos creemos que el gobierno es nuestro enemigo – o – que está en contra de nosotros.”

Quizá por eso el sabio pueblo norteamericano reconoce hasta veintisiete enmiendas a la Constitución de los Estados Unidos de América, todas ellas limitando el poder del Estado sobre los individuos, jamás al contrario. Para quienes deseen contrastar los pilares del liberalismo americano, vale la pena conocer el curioso tema de las enmiendas rechazadas a la constitución, entre las que figuran las más polémicas, como la prohibición del aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual, o la más simbólica y ajustada de todas: the Flag Burning Amendment, ley que pretendía vedar la quema de una bandera estadounidense. Esta fue la última enmienda en llegar al senado, y perdió por sólo un voto. Al lector versado en historia política estadounidense quizá le sorprenda que el voto negativo fue el de Mitch McConnell, hombre con matiz de villano heroico. Esto ocurrió en el año 2006, cuando los estadounidenses estaban menos divididos que hoy.

El fracaso de los análisis y las predicciones de los expertos demuestra que en el mundo de la información vivimos aún más aislados y sectarios, que el Internet es solamente una gran mentira, o quizá un espejo que construimos a nuestra imagen y semejanza. En un estudio reciente sobre el tema de la polarización en Estados Unidos titulado The Perception Gap” (“El sesgo de la percepción”), los investigadores descubrieron que quienes consumen muchas noticias, tienen una visión más desajustada o falsa sobre los demás, que aquellos que miran noticias sólo ocasionalmente. Por eso si Twitter/X no me gusta, me voy a Bluesky, donde las personas piensan igual que yo.

Los buenos somos más, aunque casi nunca los suficientes para ganar las elecciones. A la mañana siguiente, Craig estaba eufórico. No atendía a razones y gritaba celebrando por todo el hotel. Intenté dialogar con él, mostrándole que en su Florida natal, las enmiendas para redimir el aborto y la marihuana obtuvieron un voto favorable del 57% y 56%, respectivamente, pero perdieron porque requerían un 60% para implementarse.  “–Y’all won just by the spread again”, le comenté al Florida man. Este no me mandó a callar por un principio universal no escrito entre los viajantes que impide mandar al carajo al anfitrión local.

Craig ya se había ido a surfear a otra parte del mundo cuando mi amigo que siempre llega tarde apareció, para enterarse por los comentarios de los turistas en una pausa en medio de los aguaceros de la victoria de Trump. Este amigo no manifiesta otro interés en la vida fuera del surf, y la noticia le resultó indiferente. Dichoso él.

Florida man is back on power. May God be merciful to us. (Que tatica Dios nos agarre confesados)

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.