Hasta hace diez años Waymo era tan solo una idea para mejorar el sistema de transporte y la movilidad urbana. En un país como Estados Unidos, esforzado por modernizarse y estar siempre a la vanguardia, la era de la conducción autónoma ha llegado. Actualmente en ciudades como Los Ángeles, San Francisco, Phoenix y Austin ya cuentan con vehículos autodirigidos (self-driving car en inglés).
Hace unos días, por insistencia de mis hijos y porque era imposible no participar en este reto, solicitamos los servicios de Waymo. Entre cientos de caras desconocidas, dentro de un San Francisco colapsado de gente, logramos encontrar una calle tranquila para esperar un Waymo que nos llevaría hasta el otro lado de la ciudad.
El susto fue entrar al vehículo y encontrar el asiento del conductor vacío. La primera interacción es con una voz femenina, pausada y tranquila que da las indicaciones de seguridad. Una combinación de tecnología de punta e inteligencia artificial. El trayecto de veinte minutos se me hizo corto, los nervios contribuyeron a que mis pensamientos corrieran a mil. A lo largo de las calles se logran ver muchos otros autos blancos en ruta y sin chofer.
Mientras tanto me hacía las mismas dos preguntas: ¿cuántos trabajos se irían a reemplazar con este nuevo servicio? o al contrario, ¿cuántos trabajos se iban a generar para ensamblar estos autos modernos? Hay quienes miramos este tipo de tecnología con temor, otros quienes la aman porque promete más seguridad al estar diseñados para reducir errores humanos así como mayor eficiencia energética.
Hace muchos años el antropólogo francés Marc Augé acuñó el término “no lugar” para referirse a los lugares de transitoriedad. En su libro La Antropología de la movilidad (2007) explora la visión antropológica de las culturas viales y la comprensión de los procesos, como la globalización, que las modelan. Esta nueva tecnología de vehículos autodirigidos es sin duda un ejemplo de una movilidad donde el individuo en tránsito se siente aún más solitario y su interacción con una computadora está transformando la manera en que nos desplazamos.
En la publicación El éxito de los 'robotaxis' amenaza a taxistas y aviva el debate de la movilidad publicado en el MIT Technology Review menciona que la mayoría de la gente, incluso muchos políticos, no son conscientes de lo rápido que está avanzando esta industria, ni de lo graves que podrían ser las repercusiones a corto plazo tanto en cuestiones laborales como de transporte. Los ciudadanos y sus representantes deben desempeñar un papel más activo en la configuración del futuro de esta nueva tecnología. “A medida que la tecnología se acelera, las políticas públicas deberían hacerlo con ella. Sin embargo, para seguir el ritmo, el público debe tener una visión clara de lo rápido que puede llegar el futuro”.
La pregunta es ¿a dónde llegaremos con todo esto?
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