A cien años de la publicación de los Cuentos de mi tía Panchita, el educador Javier Francisco Cambronero Arguedas expresa una profunda identificación con el personaje de Tío Conejo. En su escrito, destaca su admiración por la “astucia”, la “generosidad” y el “buen corazón” del personaje, resaltando cómo siempre supera la adversidad con ingenio. Cambronero también describe cómo Tío Conejo fue una figura constante en su experiencia docente, y cómo las enseñanzas del personaje han influido tanto en su vida profesional como personal, transmitiéndolas incluso a sus hijos. Además, vincula a Tío Conejo con valores de justicia y altruismo, situando al personaje en el contexto de luchas sociales costarricenses. No obstante, esta identificación del Cambronero con Tío Conejo genera cierta ambigüedad, ya que mezcla elementos de su vida personal con cualidades del personaje que, desde un punto de vista ético, podrían ser cuestionables. En algunos cuentos, Tío Conejo es astuto, sí, pero también embustero, egoísta, y capaz de actos moralmente dudosos.

En artículos publicados en la revista Letras, Odilie  Cantillano  (2001  y  2002)  analiza cómo los cuentos de Carmen Lyra, incluyendo los de Tío Conejo, derivan de variantes del folclore universal, como la versión de Uncle Remusde Joel Chandler Harris. Cantillano demuestra que Tío Conejo es un arquetipo del "cuento-tipo", una figura que se encuentra en relatos populares de distintas culturas, compartiendo rasgos narrativos y temáticos, aunque varíen los detalles según el contexto. Aunque Tío Conejo comparte rasgos con otros personajes astutos del folclore mundial, no simboliza directamente al pueblo costarricense. Sin embargo, como se señala en el escrito de Cambronero Arguedas, el imaginario costarricense ha forjado una identificación con el personaje, conectando su astucia con la historia de luchas sociales o la búsqueda de justicia.

Lo que me asombra es cómo, a pesar de los rasgos discutibles de Tío Conejo –su engaño constante y su capacidad de “salirse con las suyas”–, existe una identificación con figuras de la política, el deporte o el ámbito legal que actúan de manera similar. En los cuentos, vemos ejemplos claros de las fallas morales de Tío Conejo: es vanidoso, imposible que lo engañen sin caer engañados, es egoísta, roba, y en algunas ocasiones, incluso asesina.

Me preocupa que algunos actores, al involucrarse en la política, el periodismo, la educación, la cultura o el deporte, adopten esa actitud de "vivazos", creyendo que su profesión es un juego donde siempre pueden salirse con la suya sin importar los medios. Es interesante ver cómo algunos piensan que, al mentir, pueden resolver problemas, como en el cuento donde Tío Conejo media entre una ballena y un elefante, burlándose del resto a sus espaldas.

Sin embargo, las soluciones que el país necesita no deben venir de “vivazos”, porque la realidad social no tiene la formalidad de un cuento folclórico. Si fuera así, personajes como Emeterio Viales -quien aspiro a ser diputado- sería el ungido por excelencia para solventar los problemas serios de transparencia y responsabilidad en la función pública del gobierno actual.

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