¿Si yo a vos te pregunto cuándo salió la peli de Volver al Futuro, qué me decís?, pregunta Fulanito,
Esa es una pregunta capciosa, porque trae un elemento de percepción del transcurso del tiempo. Para los que nacimos antes del año 2000, “hace 20 años” nos sitúa mentalmente en los años 80. En realidad, hace 20 años fue cuando empezaron a nacer los compañeros más jóvenes que tenemos en el trabajo y 1980 fue hace 40. Y así se lo explico.
¡Exacto! Yo soy de esos del siglo pasado. Me tuve que acostumbrar a mencionar y escribir el cero cuando doy mi número de cédula y hay cosas tecnológicas que ya me dejaron botado y ni me interesa intentarlo. Solo sé manejar el programa del cálculo de la pensión. Otra pregunta: ¿A vos no te cuesta lidiar con la gente más joven?
Fulanito no me da ni tiempo de responderle.
Es que vieras que uno de esos güilas creo que me metió en un broncón. Vos sabés que yo estoy a cargo del on boarding. Bueno, uno de ellos, puso una queja anónima diciendo que yo les dije que habían cometido un error estudiando lo que estudiaron, porque todos quieren ser chefs o cinestas. Y me mandaron a llamar y me dijeron que tengo que tener cuidado con lo que digo y a quién se lo digo. Pero resulta que yo no sé quién puso la queja, no me van a decir, no sé qué fue lo que dije y mucho menos qué fue lo que esta criatura entendió, pero hay una queja, que me la pasan, que me tengo que defender así, a ciegas y me advierten que calda si lo vuelvo a hacer. ¿Así o más Inquisición española?
Tratemos de hacer memoria, Fulanito. ¿Qué fue lo que les dijiste? ¿Será que te entendieron mal? Contame.
Mirá, es complicado porque de verdad que cuando los viejos rancios y amargados los tratan de generación de cristal, tienen razón. No entienden las bromas. Se quedan en blanco con las referencias de cosas de la tele o de las noticias. Pasan pegados al celular o a los podcasts. Es como su viviéramos en dos mundos separados. Y todo, pero oíme todo, les ofende. Y se nota que son unos chiquillos chineados que los tatas los criaron como príncipes y princesas porque además tienen la insolencia de decírmelo en la cara en el mejor de los casos. Si no, de clavarme el puñal por la espalda con esas líneas anónimas. Y, diay, yo no tengo tiempo de terminarlos de criar. No soy ni la mama ni el tata. Aquí se viene a trabajar.
Bueno, Fulanito, creo que no ayuda tratarlos de generación de cristal, porque decirles eso es una forma de insulto o de desprecio. Cada generación tiene lo suyo y conforme se van integrando a los ambientes laborales, a los más viejos nos toca también acomodarnos.
Hay estudios y prejuicios sobre estas generaciones, que crecieron con acceso a mucha más información y tecnología, son mucho más abiertos a la diversidad y a las diferencias, no les molesta mostrarse sensibles o vulnerables y por eso son más claros y vocales a la hora de poner límites a los demás.
¡Ni me digás! Que no está bien hablar del cuerpo de los demás, que ese chiste les parece discriminatorio, que esa conducta es acoso, que ese comentario es inapropiado, que no me quedo tarde porque no me pagan extras, que ponerse la camiseta es explotación laboral, que no tienen sensibilidades alteradas, sino diversas, que esto, que lo otro… se siente uno como rinoceronte en cristalería y encima, con el riesgo de que te abran un procedimiento disciplinario o una investigación por cualquier cosa. ¿Cómo se defiende uno la sensibilidad de esos muchachos?
No se trata de una guerra, Fulanito. Por un lado, vos podés cuidarte o curarte en salud desde las mismas sesiones de on boarding. Podés pedirle a alguien de recursos humanos que te acompañe, podés grabar las sesiones, podés poner reglas desde el inicio. Podés escucharlos, pedirles la opinión a ellos. Tratar de entender y aceptar su forma de ser.
Además, si te fijás, esa diversidad, esas diferencias, sus conceptos de libertad y vulnerabilidad, también son cosas que nosotros promovemos en la empresa y que se resumen en que no podemos discriminar a nadie por ningún motivo. Tal vez es momento de que nos lo tomemos en serio. Todos nos beneficiamos de eso.
¡Ah, no! Olvidate. La gente suavecita aquí no dura ni dos semanas. La clave del éxito de esta empresa es que hacemos las cosas como siempre se han hecho y como han funcionado siempre. No vamos a cambiar ahora por un grupillo de chiquillos malcriados
Tal vez eso, precisamente eso, sea el problema que enfrentamos.
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