Robert Habeck es vicecanciller y ministro federal de asuntos económicos y acción climática del gobierno alemán.  Pocas semanas después de los ataques del 7 de octubre, Habeck emitió este discurso, donde explicó en detalle que  la posición  de Alemania era y siempre sería de apoyo incondicional a Israel, conscientes de su deuda histórica con el pueblo judío.

Difícilmente alguien tiene dudas del origen de esa deuda histórica. La pregunta era si Habeck habló en su condición personal o a nombre del gobierno, que, para esa fecha, aun no había sido tan específico al respecto.

¿Será que  Habeck había olvidado que su rango y posición lo convierten en un  representante patronal del gobierno alemán? La situación tenía todo para convertirse un faux pas internacional, pero se resolvió días después, cuando el canciller Olaf Scholz  finalmente confirmó que Alemania, como país, coincidía con la posición de Habeck.

La condición de representante patronal, como la frase lo indica, implica que hay trabajadores que, en razón de su posición y jerarquía (directores, administradores, supervisores, managers, etc), actúan a nombre y representación del patrono, llevando a cabo labores de dirección y administración. Su voz, su criterio, su autorización, su decisión, se entienden como la voz, el criterio, la autorización y la decisión del patrono.

Pueden dar permisos, autorizar aumentos, modificar condiciones laborales, firmar contratos de trabajo, sanciones, cartas de despido, atender al Ministerio de Trabajo, firmar sus actas. Todo lo hacen a nombre del patrono.

Si en un momento de exasperación, un representante patronal le dice a un empleado “Ya me tenés harto, no te quiero ver nunca más aquí”,  se podría interpretar como un despido con responsabilidad patronal que se hace de manera verbal.

Si al representante patronal le preguntan ¿de qué lado estás? La respuesta es una: del lado del patrono. Por eso, no debería  asesorar a un subalterno para demandar al patrono.  Ni cuestionar, contradecir o criticar frente al personal a su cargo, decisiones o posiciones del patrono.  Si tiene alguna duda, se espera que la resuelva en privado con su superior, en lugar de iniciar una batalla campal por correo electrónico o en encontronazos en reuniones concurridas.

Los representantes patronales pueden ser multados a nivel personal o en forma solidaria junto al patrono, si en el ejercicio de sus funciones, incurren en faltas a las leyes de trabajo

Un representante patronal tiene una responsabilidad adicional, que no tiene el trabajador raso. Por eso, debe tener clara conciencia de su posición, conocer y ejecutar las políticas e intereses del empleador, y vigilar con atención qué dice, a quién se lo dice y cómo se lo dice.   El ejercicio de una jefatura suele ser un lugar solitario.

Y los representantes patronales en su trabajo ¿Lo tienen claro?

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