Por Edgardo José Hidalgo Chacón - Estudiante de la carrera de Psicología
Las adicciones deterioran significativamente la vida humana, pues la integralidad psicológica —específicamente el área emocional— se ve seriamente afectada. ¿En qué medida las personas dependientes a psicoactivos consideran las drogas como el medio para experimentar un alivio emocional pasajero? Esta interrogante la responde la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (2020), al establecer que “alrededor de medio millón de adictos mueren anualmente resultado de sustancias psicoactivas, donde el 89.2% de esta población ingresó al consumo debido a problemas de vinculación afectiva o por problemas en la interacción social” (p. 59). Esto evidencia que la relación vincular afectiva tiene un rol protagónico en la reducción estadística de procesos vinculados a la adicción, así como de experiencias que alteren el bienestar psicológico de las personas.
En toda etapa del desarrollo humano se requiere una proximidad emocional y física con quienes se consideran figuras de apego, dado que estas personas significan una base segura para la germinación de la confianza, la autoestima y la autorregulación emocional. Esto favorece la reducción de probabilidades a la adicción, dado que no prevalecen eventos que afecten la psicología de los individuos. “El apego potencia una vinculación segura, que a su vez favorece el desarrollo de una vinculación afectiva que favorece el bienestar psicológico y aminora la adicción a sustancias psicoactivas” (Rastegar, 2020, p. 178). Se comprueba así que la vinculación afectiva reduce sustancialmente las probabilidades del desencadenamiento de adicciones que alteren la calidad de vida.
Dentro de la psicología clínica se considera que una relación vincular afectiva reduce el despliegue de conductas externalizantes, desadaptativas o disfuncionales, las cuales constituyen la primera causa que detona las adicciones. El vínculo de apego es un período fundamental en el desarrollo humano, específicamente en quienes desarrollan modelos operantes internos (Gálvez-Aravena, 2020). Lo aportado se respalda en que “un ambiente seguro y sano, así como relaciones vinculares afectivas ajustan el desarrollo de un alto bienestar psicológico que erradica cualquier sintomatología anómala o el puente entre la vida sana y la adicción” (Mapua, 2019, p. 86). Bajo la misma temática, la poca vinculación afectiva potencia problemáticas en el desarrollo humano, debido a la escala de estimulación externa; es decir, poca vinculación familiar, un clima intrafamiliar disfuncional o un exiguo apego respecto a la figura materna y paterna.
Ahora bien, no siempre las causas que detonan la adicción se justifican en poca relación vincular afectiva con las familias, sino que hay decisiones personales que motivaron caer en la dependencia de psicoactivos. “No debe generalizarse que las adicciones son resultados de poca vinculación afectiva, escaso o nulo apego o problemas interpersonales o problemas emocionales, dado que hay condiciones externas, como la experimentación o presión social que no están ligadas a la vinculación afectiva” (Grisel, 2019, p. 105). A pesar de que lo presentado es una afirmación real y válida, el porcentaje de casos demostrados y certificados por razones ajenas a la poca vinculación, apego o problemas emocionales son muy escasos, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (2020), que dictaminó que el 89.2 % de las adicciones se deben a causas conexas a la relación vincular afectiva. Frente a lo expuesto, resalta el alto impacto que posee este criterio en el desarrollo humano, así como en el acrecentamiento del bienestar psicológico.
Para concluir, se subraya que las relaciones vinculares afectivas previenen las adicciones, dado que generan espacios potencialmente seguros, los cuales aportan una base sólida para la formación humana, específicamente en la autorregulación emocional, toma de decisiones, autoestima y relaciones interpersonales. Así, las interacciones paterno-filiales son cruciales no solamente en la crianza, sino en todas las etapas del desarrollo humano. Se invita a no emitir juicios de valor respecto a las decisiones personales de una persona que sufre de una adicción, puesto que detrás del problema prevalece un abanico de experiencias y vivencias negativas que afectaron la crianza e integralidad psicológica de esta persona. ¿Cuál es nuestro rol como sociedad?, ¿ser parte del problema o de la solución?
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas:
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Gálvez-Aravena, M. A. (2020). Psicopatología del niño y del adolescente [Clase Académica]. ULACIT.
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Grisel, J. (2019). Never enough: The neuroscience and experience of addiction. Anchor.
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Mapua, F. (2019). The neuroscience of addiction: Cambridge fundamentals of neuroscience in psychology. Cambridge University Press.
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Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen. (2020). Drug demand and supply. ONU.
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Rastegar, D. (2020). The American society of addiction medicine handbook of addiction medicine. (2.a ed.). Oxford University Press.