Por Alexandra Barboza – Estudiante de la Maestría de Gerencia en Proyectos

Cuando se trata de la evaluación financiera de un proyecto, es necesario consolidar toda la información posible; por ejemplo, estimar la cantidad de ventas, los gastos operativos, la inversión inicial y los impuestos, con el fin de tener la mayor seguridad de cuál llegaría a ser su rentabilidad y tomar la decisión de dar un sí o un no. Sin embargo, no todos los proyectos requieren tener una rentabilidad alta, ya que existen algunos proyectos —como los de características sociales— que deberán llevarse a cabo por un tema de beneficio y no de costo.

Comencemos identificando las variables financieras: las más utilizadas para evaluar un proyecto son cuatro: valor actual neto (VAN), tasa interna de retorno (TIR), índice de rentabilidad (IR) y periodo de recuperación de la inversión (PR). La combinación de estas variables es lo que permite la toma de decisiones; no es común que un evaluador de proyectos decida aprobar o rechazar alguna propuesta solo con base en una de ellas. Sin embargo, ¿qué pasaría si se tuviera que elegir solamente una? En mi caso, seleccionaría el VAN, ya que me parece que es la medida más confiable. Para calcular el VAN, sólo debemos determinar el valor presente de todos los flujos futuros de efectivo que se espera que genere el proyecto, y luego sustraer la inversión original para precisar el beneficio neto que la empresa obtendrá del hecho de invertir en el proyecto. Si el beneficio neto que se ha calculado sobre la base de un valor presente es positivo, el proyecto se considera una inversión aceptable (Solé, 2011, p. 428).

Lo anterior también se fundamenta en algunas debilidades que tienen las otras variables. Gallerano (2010) señala que en el caso de la PR, esta no toma en cuenta la cronología de los distintos flujos de efectivo, y más bien los considera como si se tratara de flujos percibidos en el mismo momento; además, tampoco considera los flujos de caja obtenidos posteriores al período de recuperación, lo cual es un punto en contra de esta variable. Por su parte, la TIR no es el mejor instrumento para evaluar proyectos o flujos de caja, mientras que el IR
convierte el VAN en una medida relativa, de manera que en lugar de que las inversiones sean deducidas de sumatoria del valor actual de los flujos descontados en tiempo cero, dichas inversiones son divididas lo que lo convierte en una variable dependiente de la VAN (Solé, 2011, p. 439).

De lo anterior se puede concluir que siempre existirá la recomendación de hacer un análisis utilizando al menos tres de las variables expuestas, ya que todas se complementan entre sí, pero si se tuviera que seleccionar una, el VAN sigue siendo el más confiable y el más utilizado por los evaluadores de proyectos a pesar de las debilidades que pueda tener, ya que en comparación con los demás es el que estima mejor la parte financiera.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Cervantes, A., Pérez, S. y Cruz, D. (2018). Indicadores financieros para evaluar un proyecto de inversión. https://veritasonline.com.mx/indicadores-financieros-para-evaluar-un-proyecto-de-inversion/
  • Gallerano, M. (2010). Indicadores financieros para la evaluación de proyectos de inversión. https://www.gestiopolis.com/indicadores-financieros-para-la-evaluacion-de-proyectos-de-inversion/
  • Solé, R. (2011). Técnicas de evaluación de flujos de inversión: mitos y realidades. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/economicas/article/download/7051/6736/0