Por Julio Bermúdez Céspedes - Estudiante de la carrera de Psicología

Bien lo dice un famoso refrán: “No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy”, sin embargo, las estadísticas no mienten cuando se analiza la cantidad de personas alrededor del mundo que abandonan sus estudios, sus trabajos o la práctica de un deporte y que optan por un estilo de vida en el que predominan la procrastinación y el hedonismo. Por lo anterior, es fundamental conocer los procesos químicos que a nivel cerebral intervienen en la motivación y disciplina en los seres humanos, y a partir de ahí determinar si un desbalance en los neurotransmisores es la causa de miles de objetivos sin lograr.

Diferentes autores indican que la procrastinación no es solamente dejar de realizar una actividad, sino el hecho de postergarla hasta un último momento. Este es el caso de Moreta et al (2018) quienes manifiestan que la procrastinación tiene su origen en la predisposición emocional al momento de planificar una determinada tarea, lo cual genera que esta se aplace. Esto puede verse aumentado por aspectos como el estado de ánimo, los rasgos de personalidad, actitudes, percepciones y sesgos cognitivos. Por otro lado, Domínguez (2017) comenta que el verdadero origen de la procrastinación es una falla en los procesos de autorregulación y autoeficacia, lo cual se ve reflejado en la organización y el manejo del tiempo, en especial con tareas que en un inicio son percibidas como difíciles o displacenteras (p. 184).

Así las cosas, se determina que uno de los elementos más importantes que influye para la consecución de un evento específico, en cualquier ámbito, es el nivel de motivación que se tiene ante este. Coon et al. (2017) explican que la motivación se relaciona con las necesidades, los impulsos y las respuestas a los que acude una persona ante una situación (p. 314). En cuanto a las respuestas, se manifiestan en emociones y conductas asociadas a procesos químicos dirigidos desde el cerebro, mediante la comunicación entre las neuronas. Al respecto, Braidot (2011) indica que este proceso, llamado sinapsis, se da gracias a los neurotransmisores, que son los responsables del estado de ánimo y el comportamiento en las personas (p. 61).

A pesar de que se han descubierto más de cien neurotransmisores, hay tres de ellos que, ante un desbalance en su producción, impactarían directamente en la procrastinación. Estos tres neurotransmisores son la dopamina, la serotonina y la noradrenalina. Con respecto a la dopamina, Ávila y Pérez (2017) indican que se encarga de la función motora, la emotividad y la afectividad. (p. 55). En relación con la serotonina y la noradrenalina, Hemmings (2019) indica que la primera mejora el estado de ánimo y la calma, mientras que la segunda moviliza al cuerpo ante el estrés (p. 29).

Por el contrario, Angarita (2014) menciona que la motivación no únicamente se genera por los neurotransmisores, sino por las relaciones e interacciones que tiene el individuo con el ambiente que le rodea (p.93). Ciertamente se debe analizar el contexto integral en el que se desenvuelve cada persona, comprendiendo que un mismo evento no genera la misma reacción en todos los seres humanos.

En conclusión, los neurotransmisores tienen un rol fundamental en la procrastinación, dado que actúan como habilitadores del estado de ánimo y la motivación de las personas, pudiendo traducirse de esta forma en estrés crónico, ansiedad, depresión, una mala autoimagen, sentimiento de culpa, la incapacidad de sentir placer o satisfacción, entre otros. De ahí la importancia de afrontar mediante diferentes tácticas como la meditación, el ejercicio, una alimentación balanceada y una red de apoyo de relaciones interpersonales sanas que impulsen la regulación emocional y les brinden a las personas claridad sobre las decisiones que deben tomar para alcanzar sus objetivos con productividad y eficiencia.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Angarita, L. (2014). Algunas relaciones entre la procrastinación y los procesos básicos de motivación y memoria. Revista Iberoamericana de Psicología: Ciencia y Tecnología. 7(1), 91–101. https://reviberopsicologia.ibero.edu.co/article/view/rip.7108
  • Ávila, H. y Pérez, I. (2017). Dopamina para principiantes. Archivos de Neurociencias, 22(1), 55-57. https://www.medigraphic.com/pdfs/arcneu/ane-2017/ane171h.pdf
  • Braidot, N. (2011). Sácale partido a tu cerebro. Gestión 2000.
  • Coon, D., Mitterer, J. y Martini, T. (2019). Introducción a la Psicología. El acceso a la mente y la conducta. Cengage.
  • Domínguez, S. (2017). Procrastinación académica, afrontamiento de la ansiedad pre-examen y rendimiento académico en estudiantes de psicología: análisis preliminar. Cultura, 31(10), 181-193. https://doi.org/10.24265/cultura.2017.v31.10
  • Hemmings, J. (2019). Cómo funciona la Psicología. Dorling Kindersley Ltd.
  • Moreta, R., Durán, T. y Villegas, N. (2018). Regulación Emocional y Rendimiento como predictores de la Procrastinación Académica en Estudiantes. Revista de Psicología y Educación, 13(2), 155-166. https://doi.org/10.23923/rpye2018.01.166