Este mes de marzo se cumplen 20 años de la invasión militar de Estados Unidos y sus aliados a Iraq. Una intervención militar que fue justificada con una de las mayores mentiras de la historia reciente: que el régimen iraquí poseía armas de destrucción masiva en su arsenal militar.

La decisión de invadir Irak fue tomada mucho antes de la célebre comparecencia del secretario de Estado, Colin Powell, en la que aseguraba la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. De nada había servido la visita de los inspectores de la ONU los cuales fueron recibidos por autoridades iraquíes facilitando incluso todo tipo de información en cuanto al funcionamiento y clasificación de armamento. El régimen buscaba sobrevivir a una guerra que parecía inevitable.

El 20 de marzo de 2003 a las 5:30 de la mañana iniciaron los primeros bombardeos en Bagdad. George W. Bush le anunciaba al mundo un par de horas antes el inicio de una campaña de acción conjunta con la misión de eliminar las armas de destrucción masiva de Irak, acabar con el apoyo del régimen iraquí al terrorismo y liberar al pueblo iraquí. Una causa que Bush incluso afirmó que era justa sobre la que se defendía la seguridad de las naciones y la paz del mundo.

Tan solo 40 días después del inicio de las operaciones militares, Bush afirmaba desde un portaviones que las principales operaciones de combate en Irak habían terminado. Aún era pronto entender lo que se desencadenaría a partir de ese momento: una ola de violencia insurgente incontrolable y el auge de movimientos radicales que favorecieron a la creación del Estado Islámico. Se calcula que desde inicio de la invasión hasta octubre de 2019 murieron entre 275.000 y 306.000 civiles iraquíes relacionadas con la guerra. 4.431 soldados estadounidenses perdieron la vida en los casi 9 años que estuvieron las tropas activas en combate.

Las mentiras que justifican la guerra en Irak han tenido diferentes protagonistas a lo largo de los años. Oficialmente la principal justificación que desencadenó la invasión militar proviene de una publicación de la Estimación Nacional de Inteligencia (NIE) de octubre de 2002 que afirmaba que el régimen iraquí tenía en su posesión armas químicas, armas biológicas y que se encontraba trabajando en el arma nuclear.

En semanas recientes, Andy Makridis, encargado de trasladar la información de inteligencia al presidente Bush entre 2002 y 2004, afirmaba:

Nos equivocamos con las armas químicas, nos equivocamos con las armas biológicas y nos equivocamos con las armas nucleares. Sadam ya no tenía esos programas. Los había parado y se había desarmado”.

La otra gran justificación era la falsa vinculación entre el régimen de Sadam Husein con Al Qaeda y los atentados del 11 de septiembre. En su discurso ante la ONU, Powell mencionó el nombre de Zarqawi en 21 ocasiones y acusó al régimen iraquí de tener vínculos con Al Qaeda.  Por otra parte los medios de comunicación estadounidenses difundían el bulo de que el líder de Al Qaeda en Irak, Musab al Zarqawi tuvo contacto con la inteligencia iraquí dado a que recibió tratamiento médico en Bagdad. Ahora 20 años después sabemos que todo aquello era una vil mentira e incluso ahora conocemos el relato de miembros de la rama antiterrorista y de la oficina de análisis del Centro Antiterrorista de Estados Unidos, narrando que recibieron presiones por parte del gobierno para vincular a Irak con Al Qaeda.

En una entrevista 10 años después de la invasión a Irak, Powell afirmó que dio ese discurso basado en inteligencia obtenida meses atrás donde no había nada inventado:

Presenté las mejores pruebas que teníamos y eran pruebas que ya habían convencido al Congreso hacía meses. Resultó que, como descubrimos más tarde, mucha de aquella inteligencia era errónea. Imagina cómo me sentí. Es una mancha en mi trayectoria y por supuesto que me arrepiento”.

Al día de hoy las nefastas consecuencias de la guerra en Irak las sigue pagando el pueblo iraquí. Por ello debemos recordar a todas aquellas personas que con base en mentiras y crímenes a la humanidad justificaron una guerra que sigue desencadenando miseria e inestabilidad en toda una región.

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