Por Mariana Zúñiga Urcuyo – Estudiante del Club The Great 28 de ULACIT
Desde las constelaciones hasta las galaxias, la humanidad siempre ha demostrado un interés intrínseco cuando se trata del espacio. Es una curiosidad que nunca ha sido satisfecha sin importar los logros que han permitido llegar más allá del planeta Tierra. Aun así, gracias a esta curiosidad y a los avances tecnológicos, el siglo pasado fue de gran importancia para el desarrollo de tecnología espacial. El 16 de julio de 1969 ocurrió uno de los eventos más importantes en la humanidad, la misión de Apollo 11 se llevó a cabo (Branco, 2019). La razón por la cual este evento fue de tal importancia es porque por primera vez un ser humano, Neil Armstrong, pisó la Luna.
La idea de viajar en el espacio como forma de turismo pasó de ser un sueño a una posibilidad para miles de personas que fueron testigos, ya que la misión fue televisada. Armstrong describe este momento como “un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad” (Telefónica, s.f.). Un momento que no solo significó el final de la carrera espacial entre las grandes naciones, sino también el comienzo de la carrera comercial espacial. Este cambio fue clave para la posibilidad del turismo espacial, ya que empresas no gubernamentales como Spacex y Blue Origin fueron creadas.
SpaceX fue fundada por Elon Musk en el 2002 con la misión de lograr que se revolucione el acceso al espacio y habilitar una sociedad multiplanetaria. En el 2018, Spacex vendió su primer boleto al multimillonario Yusaku Maezawa para darle una vuelta a la Luna en el año 2023. Maezawa es considerado el primer turista espacial para la empresa, pero Musk afirmó que el boleto tiene un precio bastante alto, se estima que alrededor de 2.000 millones de dólares (BBC News Mundo, 2018). Este año 2020, SpaceX se ha encargado de probar su sistema de emergencia para astronautas, algo que era sumamente necesario para lograr que la NASA apruebe el turismo al espacio (Preferente, 2020).
Por otro lado, la empresa Blue Origin fundada por el hombre más rico de la historia, Jeff Bezos, presentó la idea de un turismo espacial más barato, pero menos desarrollado (Raya, 2018). Su idea se basa en cápsulas, finalmente aprobadas como cápsulas de escape en el 2018, que logran alcanzar 100 kilómetros de altura, límite entre la Tierra y el espacio, con un precio del alrededor de 200.000 a 300.000 mil dólares (Raya, 2018).
En conclusión, el turismo espacial empezó como un sueño, luego de la misión Apollo 11 se convirtió en una posibilidad; pero ahora no es ni un sueño ni una posibilidad, sino una realidad. Las empresas privadas continúan su carrera de comercializar el espacio, desarrollando sus objetivos y a la vez ayudando a los líderes de la industria espacial que se vieron afectados por el corte de financiamiento gubernamental. También han logrado comprobar la seguridad del proceso alentando a futuros turistas (Raya, 2018). Y aunque el turismo espacial sigue fuera de alcance para la mayoría de las personas debido a su alto costo, cada vez se vuelven más accesibles.