Partiendo de su situación de migrante el cineasta mexicano Alejandro Iñárritu nos cuenta que emigrar es morir un poco. Cuando sales de un país la memoria se convierte en la fuente más rica de la imaginación “implica aceptar de alguna forma el final de algo, y de renacer de nuevo y reinventarte. Esa integración a una nueva cultura también implica la desintegración de lo anterior”.

El síndrome de Ulises o síndrome de aculturación es un estrés emocional agudo que padecen millones de migrantes alrededor del mundo. En su mayoría son personas desplazadas de manera forzada que enfrentan un reasentamiento abrumador. Ulises, héroe de la mitología griega, tuvo que afrontar muchas circunstancias difíciles lejos de los suyos. Actualmente el doctor Joseba Achotegui del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) adoptó este término para explicar lo que está sucediendo con una multitud de migrantes. El Dr. Achotegui advierte que para muchos se está convirtiendo en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos y en circunstancias tan extremas que llega a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos.

Según el artículo Antropología, refugio y migraciones forzadas las personas desplazadas recuerdan su patria “imaginada” en una tensión entre la identificación del “lugar” con “espacio geográfico”. Los lugares recordados han servido cómo anclajes simbólicos para los refugiados. Representa uno de los símbolos unificadores más poderosos, aunque la forma en la que se construye en el imaginario social puede ser muy diferente y subjetiva.

Otro ejemplo es la obra literaria de la escritora Brenda Navarro, quien indaga sobre el síndrome de Ulises. El desconsuelo que ocurre cuando dejas tu país, aveces bajo la sombra. Nos habla sobre familias desintegradas, el cuido de los otros, así como los que emigran sin ningún recurso. Cuando eres un refugiado tienes que crear una nueva comunidad y por mas que lo desees muchas veces no entras en los códigos culturales.

Hoy en día suman alrededor de 281 millones de migrantes internacionales (el 3,6 % de la población). Las Naciones Unidas para los Refugiados indica que el número de refugiados en el mundo rondan los 70 millones y uno de los retos más grandes es cubrir sus necesidades básicas. Una fotografía humana desgarradora que dista de soluciones inmediatas mientras el flujo de migración irregular sigue en aumento sobrecargando las capacidades de acogida. Para nadie es un secreto que la ayuda para atender los padecimientos de una población que se desplaza con el deseo de sostener la vida es limitada.

Estamos frente a una crisis humanitaria y sin duda hacen falta otras maneras de vislumbrar lo que realmente significa cohabitar el mundo.

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