Octubre es el mes lleno de fines de semana con mujeres vestidas de rosado corriendo o caminando, de negocios pidiendo donaciones, de recordatorios de la importancia de hacerse el autoexámen o la mamografía. No es para menos: una de cada diez mujeres que vive en Costa Rica será diagnosticada con cáncer y es una de nuestras principales causas de muerte. Hay o habrá una mujer con cáncer de mama en su centro de trabajo. El rosa tiene muchos matices.

El incierto. Rara vez el diagnóstico de cáncer es inmediato. Suele iniciar con una frase de terror: “El examen salió alterado” y lo que sigue son más exámenes, pruebas, biopsias y hasta cirugías, dependiendo del caso. Durante ese periodo, el foco de la conciencia está totalmente centrado en lo que está pasando y, sobre todo, en lo que viene. Hay un replanteamiento forzoso de nuestra propia mortalidad, mucha tensión y, a veces, cambios pronunciados de humor. No es raro que todo lo demás, incluyendo lo laboral, pase a un segundo plano.

El silencioso. Por alguna razón, muchas mujeres no comparten su diagnóstico y tal vez, si lo hicieran, no se sentirían tan solas ni tan asustadas con su enfermedad. Todos los días vemos los números de las que fallecen, pero no de las que sobreviven. Y lo cierto es que la esperanza alivia la espera. Siempre le agradeceré a la mujer que me dijo por teléfono: “Yo sé lo que estás pasando. Todo pasa. Yo pasé por eso. Vas a ver. Vas a estar bien”.  Ella me dio su fuerza.

El solidario. Pregunte en qué puede ayudar. No haga cara de horror. No la de por muerta todavía. No la evite. No convierta al cáncer en el elefante rosado. Absténgase de sugerir recetas naturistas, automedicación, remedios caseros o de opinar sobre las posibles razones del cáncer. No cuestione sus decisiones médicas.  Esté presente.  Pregunte cómo va la cosa. Nadie quiere su lástima. No imponga, no estorbe.

El espiritual. Todas las buenas vibras, los buenos deseos, las bendiciones, los abrazos, las oraciones, las misas, las estampitas, las medallas; son bien recibidas. Algunas encuentran consuelo y refugio en sus creencias, otras reconstruyen una nueva versión de su fe o hacen las paces con temas pendientes de hace muchos años.  El ateísmo beligerante suele suspenderse en tiempos de crisis. No hay reglas.

El activista.  A través de la Asociación Solidarista o el médico de empresa es posible suscribir convenios de cooperación y descuentos en grupo para mamografías y citas médicas. Plantéese la posibilidad invertir en la salud de la gente que trabaja con usted.  Haga donaciones a entidades serias a las que pueda darle seguimiento. Consulte con su encargado de responsabilidad social empresarial qué pueden hacer este año. El diagnóstico temprano salva más vidas que un lacito rosa en la solapa.

El ejemplificante.  La mujer con cáncer escucha a los demás referirse a ella como valiente, campeona, admirable o ejemplo para los demás. Ella está haciendo lo que tiene que hacer porque no tiene otra opción. Ella tiene derecho a llorar, a tener miedo y a sentirse triste, a afrontar la enfermedad como pueda, con los mecanismos que tiene. Y si llega a morir, eso no significa jamás que perdió la batalla. Evitemos presionarla con nuestras expectativas y preconceptos de lo que implica pasar por un cáncer.

Incapacidad.  Dependiendo del caso, un proceso de cáncer conlleva cirugía y procesos de quimio y/o radioterapia. Después de una operación, el uso de los brazos podría quedar afectado por un tiempo. O hay que acostumbrarse a la nueva imagen corporal y asumir los efectos de los tratamientos y la rehabilitación. El cuerpo y la mente necesitan tiempo para recuperarse. Afortunadamente tenemos un sistema de seguridad social que lo permite. Dígale que NO cuando ella ofrezca trabajar desde la casa; asegúrele que su puesto la espera cuando regrese, que sus ausencias están plenamente justificadas. Apóyela.

Somos los mismos mamíferos de hace miles de años, animales sociales por definición, que reaccionamos positivamente al amor y al apoyo, tanto al inicio de la historia como hoy, en medio de la era de la tecnología. Es cosa de ejercer nuestra propia naturaleza.

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