Por Oscar Chacón - Estudiante de la Especialización de Ingeniería en Sonido

El cuidado del oído es de suma importancia, pero más aún para músicos, cantantes, artistas e ingenieros de sonido que desarrollan su trabajo alrededor de su sentido del oído. Si bien en el ambiente de los conciertos y el sonido en vivo se está expuesto a niveles de presión de sonido altos constantemente, es algo que se puede prever y tomar acciones al respecto. Sin embargo, existe otro riesgo que puede ser inesperado y, por lo tanto, solo se pueden tomar precauciones; este es el ruido que conocemos como “feedback”.

El feedback se produce en el momento que el transductor de entrada, o micrófono, capta una señal que proviene del transductor de salida, o altoparlante, y varía de un ruido grave a uno agudo dependiendo de la frecuencia captada. Esto ocasiona que la señal entre en un ciclo en el que se amplifica infinitamente y produce ruido indeseado en nuestro sistema de audio. Antes de entrar en detalles sobre cómo controlar el feedback, es necesario aclarar que todo sistema va a producir feedback en el momento que la ganancia llegue a cierto nivel. El nivel máximo de ganancia que podemos aplicar sin provocar ruido es lo que se conoce como “Ganancia Antes del Feedback”; el problema surge debido a que este feedback es producido en altas ganancias y por lo tanto puede ser peligroso para nuestra salud auditiva.

Ahora, sobre la forma en la que podemos evitar el feedback, existen varios métodos que podemos emplear. Para empezar, es indispensable conocer el equipo con el que se está trabajando. La respuesta de frecuencia de los micrófonos y altavoces, así como sus patrones polares, son datos que los ingenieros deben manejar para poder ubicarlos de la mejor manera en el escenario. A la hora de montar un micrófono, debemos asegurarnos de que ningún monitor esté apuntando hacia él, de igual manera el micrófono no se debe apuntar nunca en la dirección del altoparlante ya que provocará feedback en cualquier circunstancia. Los patrones polares de los micrófonos nos indican en qué dirección son más sensibles al sonido y debemos tenerlos presentes para la colocación tanto del micrófono como del Monitor. Por ejemplo, un micrófono hipercardioide tiene sensibilidad en sus 180 grados, por lo que colocar un monitor detrás de este va a provocar feedback.

La calibración también es de suma importancia ya que así se pueden conocer la Ganancia Antes del Feedback, al igual que detectar frecuencias que pueden resultar problemáticas. Estas últimas las podemos tratar con un ecualizador gráfico. Existen también equipos especializados que evitan el feedback así como equipos que incluyen la función dentro de sus capacidades.

Es importante también que los artistas estén al tanto de este tema para que cuiden la calidad de la presentación y su sentido del oído; para ellos, un uso adecuado del micrófono es fundamental. Entre lo que no se debe hacer destaca tomar el micrófono por la cápsula o cubrirla con la mano y no apuntar el micrófono a ningún parlante como se mencionó anteriormente. Además se resalta la importancia de que comprendan que el monitoreo debe funcionar como apoyo, ya que es habitual que pidan subirle a su instrumento en la mezcla de monitoreo, ya sea con monitores de piso o in ear monitors (IEM) siendo estos últimos de especial cuidado, ya que la señal va directa a los oídos del artista y las ganancias altas deterioran la escucha, lo que vuelve al feedback más peligroso en este caso.

Finalmente cabe recalcar que estas son solo algunas medidas que se pueden tomar para prevenir el feedback. Estas pueden resultar muy útiles en el sonido en vivo y siempre se debe buscar la calidad, pero más aún salvaguardar nuestra integridad.

 

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