Por Shani Flikier – Estudiante de la Escuela de Estudios Generales
“Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices”. (Ray Bradbury, Fahrenheit 451, 1953). En el 2019 los profesores Cárdenas y Polo propusieron un término que explicaría la frase anterior: “infoxicación ciudadana” (De Backer, 2019). Este término se refiere a la transición de una situación tradicional de escasez de información a una situación de desbordamiento de datos. Presentado especialmente marcado en los canales noticieros en los cuales se exponen los sucesos de manera incompleta con el fin de que cale con los gustos, creencias y valores de ciertos consumidores y se alejen de otros (Juárez et al., 2020). En consecuencia, se generan noticias plagadas de prejuicios y discriminaciones, como la xenofobia, el racismo, el antisemitismo y otros odios.
La herramienta más usada para fabricar estas noticias es la confusión. Las noticias falsas esencialmente se conforman por “una cacofonía de verdades alternativas, con el resultado que nada es verdad” (De Backer, 2019). Esto quiere decir que la táctica de las fake news no es suprimir las verdades, pero sí juntar muchas representaciones de verdades para confundir al público. “La posverdad no es tanto la afirmación de que la verdad no existe, sino la de que los hechos están subordinados a nuestro punto de vista político” (De Backer, 2019). Un ejemplo de esto son las campañas de desinformación rusas, las cuales tienen como objetivo confundir, chantajear, desmoralizar, subvertir y paralizar. “El objetivo es llegar a una situación donde el público se resigna creyendo que «nunca sabremos la verdad» y deja de confiar en los medios de comunicación” (De Backer, 2019). En otras palabras, el consumidor se hunde en la indignación que posteriormente se transforma en indiferencia.
Adicionalmente, los sesgos cognitivos juegan un papel importante en la producción de estas noticias. El más relevante es el de confirmación, que “consiste en que aceptamos la información o noticias que confirman nuestras creencias, mientras que tendemos a rechazar lo que no encaja” (De Backer, 2019). Una herramienta que es utilizada en las redes sociales y que explota esta idea son las cámaras de eco; es así como las mentiras se vuelven reforzadores de preconcepciones y prejuicios.
Es verdad que para que una sociedad funcione debe existir ideales, sentimientos o posiciones similares. Es una necesidad de supervivencia humana para construir civilizaciones funcionales. Sin embargo, en una sociedad en la que los flujos de la información son inevitablemente mundiales es necesario saber cómo discriminar la información. No todas las creencias deben ser compartidas, especialmente aquellas que incitan al odio o al racismo. Como argumenta De Backer (2019) cuando menciona a d´Ancona (2017), lo característico de la posverdad, no es la mentira, sino la respuesta social a ella. Por lo tanto, cada vez que se realice cualquier tipo de juicio es un deber informarse y emitir un criterio basado en la racionalización, los valores, la búsqueda de información y el pensamiento crítico e independiente, y menos en las emociones para lograr mayor objetividad.
Finalmente, mientras crecemos en la conciencia tenemos el privilegio de tomar nuevas decisiones. Cada día nos paramos al frente del espejo y tenemos la responsabilidad de escoger entre dos opciones. La primera es definirnos por los valores y juicios que la sociedad exalta, mientras que la segunda invita a defender nuestros valores y juicios que creemos en nuestro corazón que son los correctos. Naturalmente, nos motiva la primera opción ya que presenta cierto grado de familiaridad y facilidad. Por el otro lado, requiere mucho valor, conciencia y compromiso regirnos por nuestros principios, para escoger por la persona que uno quiere ser.