Por Montserrat Rodríguez Fallas – Estudiante del Club Rockapellas de ULACIT
Desde niña, se me inculcó el amor por la música y por el arte en general; sin embargo, no fue hasta que crecí un poco más, que se hizo notable para mi familia, pero más que todo para mí, que mi camino iba más enfocado al canto. Al ver a mi papá cantando y tocando su guitarra todo el tiempo, me di cuenta de que la música no era solo un pasatiempo, sino una manera de tocar el corazón de muchas personas, ya que él tocó el mío desde muy temprana edad, y por ello, me inspiré a seguir desarrollando mi talento. Hoy, puedo decir que me he dado a la tarea de estar en evolución constante, y de siempre buscar los mejores lugares para crecer como artista, y por ello decidí ingresar a uno de los clubes artísticos de ULACIT.
Al salir del colegio, empecé mi búsqueda de universidad, y entre las muchas opciones que tenía en ese momento, reconocí de inmediato cuál iba a ser la mejor elección para seguir desempeñando las actividades artísticas que durante tantos años realicé para representar a mi anterior institución. Tuve la oportunidad de incorporarme en el Falcon Rockapellas, club artístico enfocado en el canto, que me ha permitido durante estos meses, combinar las dos cosas más importantes para mí: estudiar y seguir cantando. La oportunidad de compartir con músicos y cantantes tan talentosos ha hecho posible que día a día aprenda algo nuevo, y me ha impulsado a seguir evolucionando.
El club es un recurso que les permite a todos sus miembros no solo exponer su talento, sino también desarrollar sus habilidades de liderazgo, lo cual es de suma importancia, ya que se procura formar personas capaces de afrontar situaciones difíciles que a veces como artistas nos toca superar. Se podría decir que, a partir de mi incursión en el grupo, me he sentido más capaz de liderar grupos de trabajos y —sobre todo— de dar mi opinión en público, cosa que no era común en mí, porque por lo general, siempre fui muy tímida, excepto cuando cantaba en los escenarios, lo cual me indica que he podido mejorar de manera efectiva en los ámbitos personal y académico.
La comunidad estudiantil en general podría aprovechar este espacio, ya que es abierto a cualquiera que quiera formar parte, y es una manera de despejar la mente, de fomentar la creatividad y de mejorar el “team work ability”, entre otros beneficios. La oportunidad de representar a una institución tan prestigiosa en distintos actos culturales es una experiencia que me enorgullece, ya que es una manera de dar a conocer el talento de todos los clubes, lo cual deja muy en alto el nombre de ULACIT y por ende, se da reconocimiento al trabajo de todos los miembros. Por ejemplo, se realizó un musical en época de pandemia, lo cual fue todo un reto que me dejó dos enseñanzas. La primera, que no importa la circunstancia, el artista puede sobrellevar cualquier situación con tal de ser escuchado, ya que es la manera en la que alcanzamos nuestra meta: emocionar a cualquier persona que presencie nuestro trabajo; y la segunda, que estoy en el lugar correcto y con las personas correctas.
Muchas personas consideran al artista como “vago”; sin embargo, no mucha gente se toma el tiempo de hacer lo que cada uno de nosotros realizamos en clubes, ya que se darían cuenta del error tan grande que se comete al insinuar tal cosa. En mi caso, concibo al cantante como un representante de aquellos que no tiene voz para poder expresar sus opiniones o sentimientos a través de letras y melodías, y es justo lo que quiero lograr por medio de este espacio en el que puedo interactuar con tantas personas, mostrar que no solo hago esto como un hobby, sino por amor a cada una de las historias detrás de las canciones que interpreto.
