• En Costa Rica se registró el asesinato del líder indígena Jhery Rivera.

La ONG Global Witness reveló que el 2020 se convirtió en el año más peligroso para las personas que defienden sus hogares, la tierra y los medios de vida, así como los ecosistemas que son vitales para la biodiversidad y el clima. Se registraron 227 ataques letales, es decir un promedio de más de cuatro personas asesinadas por semana.

América Latina es, según el informe 'Defendiendo el mañana', la región más afectada por estas prácticas contra los derechos de los pueblos indígenas y los defensores medioambientales, con tres de cada cuatro casos de agresión registrados en lugares como Colombia, Guatemala, Brasil, o México.

Nuestras cifras son, casi con certeza, una subestimación, ya que muchos de los ataques contra personas defensoras no son denunciados", agregan desde Global Witness.

Costa Rica, por desgracia, figura en la lista de países con asesinatos. En el documento se nombra al líder indígena Brörán de Térraba, Jhery Rivera Rivera quien fue asesinado la noche del 24 de febrero.

Al líder indígena lo mataron luego de que le dispararan en un momento en que él y una familia de personas indígenas teribes se defendían del ataque de una turba contra la finca en donde estos últimos vivían.

En abril de 2021, la Fiscalía acusó por homicidio calificado, amenazas agravadas y portación ilegal de arma permitida a un hombre de apellidos Varela Rojas, quien es el único sospechoso de matar a Rivera.

El estudio de la ONG cuenta que las comunidades indígenas y originarias, que apenas representan el 5% de la población mundial, son los grupos más expuestos a esta violencia, mientras se erigen también como las más efectivas en la defensa de estos espacios.

Cabe resaltar que en julio del presente año, la Coordinadora de Lucha Sur Sur (CLSS) denunció que durante el 2020 14 personas líderes de los Pueblos Originarios fueron amenazadas de muerte, además de dos personas no indígenas y defensoras de los derechos humanos.

En la presentación del Informe de agresiones y violaciones a los derechos humanos contra los Pueblos Originarios de la zona sur de Costa Rica, enero – diciembre de 2020  también se detalló que se registraron 86 agresiones contra los Pueblos Originarios de la Zona Sur.

En detalle

Global Witness detalló que, por segundo año consecutivo, Colombia registró la mayor cantidad de asesinatos en 2020, con 65 personas defensoras de la tierra y del medio ambiente asesinadas.

Los homicidios tuvieron lugar en un contexto de ataques generalizados contra personas defensoras de derechos humanos y líderes comunitarios de todo el país, a pesar de la esperanza generada por el acuerdo de paz de 2016.

Los pueblos indígenas se vieron particularmente afectados y la pandemia de COVID solo sirvió para empeorar la situación. El confinamiento oficial llevó a que las y los defensores fueran atacados en sus hogares y a que se redujeran las medidas de protección del gobierno

La representante de la colombiana Fuerza Mujeres Wayuu, Angélica Ortiz, advirtió en la presentación del informe:

Esta 'casa grande' está muriendo lentamente por todo el daño y la deforestación que se le está haciendo. La flora, la fauna, el acceso al agua y a los sitios ancestrales están devastados".

En México, documentaron 30 ataques letales contra personas defensoras de la tierra y del medio ambiente en 2020, registrando un aumento del 67% respecto a 2019. La explotación forestal estuvo vinculada a casi un tercio de estos ataques, y la mitad de todos los ataques en el país fueron dirigidos contra comunidades indígenas.

"Existe una presión enorme sobre estos ecosistemas para establecer, sobre todo, terrenos agrícolas y ganaderos; hay una competencia por la tierra muy fuerte", cuenta la autora del informe, Laura Furones. Ella recuerda que la defensa del medio ambiente es una labor que compete a todos, también a los gobiernos, a quienes pide legislar para "salvar el territorio que nos protegerá de la crisis climática".

Empresas responsables

Global Witness enfatiza en que muchas empresas se involucran en un modelo económico extractivo que prioriza de forma abrumadora las ganancias sobre los derechos humanos y el medio ambiente.

Ese poder corporativo irresponsable es la fuerza subyacente que, no solo ha llevado la crisis climática al borde del colapso, sino que ha perpetuado el asesinato de personas defensoras".

Además critican que en muchos países ricos en recursos naturales y biodiversidad crítica para el clima, las empresas operan casi con total impunidad.

Agregan que en un contexto en el que el equilibrio de poder se inclina a favor de las corporaciones, no es frecuente que alguien sea arrestado o llevado ante la justicia por matar a personas defensoras.

Cuando esto ocurre, suelen ser los hombres los que aprietan el gatillo, los que sostienen las armas, los que pagan, y no aquellos que podrían estar implicados de otra forma, directa o indirectamente, en el crimen".

Un ejemplo de lo poco común se presentó en Honduras este año cuando declararon culpable al empresario Roberto Castillo como autor intelectual del asesinato de la ambientalista hondureña Berta Cáceres. 

Los gobiernos deben detener la violencia

El informe hace hincapié en que los gobiernos están extremadamente dispuestos a evadir e incumplir su mandato fundamental de defender y proteger los derechos humanos. Señalan que en muchos casos perpetran directamente la violencia contra ellas y, en otros, posiblemente, son cómplices de las empresas.

Puntualizan que Estados de todo el mundo, desde Estados Unidos hasta Brasil, Colombia y Filipinas, utilizaron la pandemia de COVID para fortalecer medidas severas para controlar a los ciudadanos y cerrar el espacio cívico.

Y justifican que existe un vínculo claro entre la disponibilidad de espacio cívico y los ataques contra las personas defensoras: las sociedades más abiertas y tolerantes sufren muy pocos ataques, mientras que, en las sociedades restringidas, los ataques son mucho más frecuentes.

Por último, resaltan que las personas defensoras son nuestra última línea de defensa contra el colapso climático.

Podemos celebrar el hecho de que, incluso después de décadas de violencia, la gente siga defendiendo su tierra, nuestro planeta. En cada historia de desafío contra el robo y el acaparamiento de tierras por parte de las empresas, la contaminación mortal y el desastre ambiental, hay esperanza de que podemos cambiar el rumbo de esta crisis y aprender a vivir en armonía con el mundo natural. Hasta que eso suceda, la violencia continuará".