Por Mariela Hidalgo Castro - Estudiante de la Especialización de Diseño Gráfico

El término creatividad surge en el siglo pasado, aproximadamente en 1900, gracias a la publicación del ensayo “La imaginación creadora” del francés Th. Ribot (Gómez et al, 2005, p. 6). Pero no es hasta 1950 que se bautiza “creatividad” con el concepto que se le conoce hoy en día, ya que anteriormente solo se utilizaba el término “imaginación” (De la Torre, 2003). Desde hace algunas décadas se viene escuchando con más frecuencia la palabra “creatividad” y es cada vez más valorado por empresas como una cualidad indispensable para sus empleados. Actualmente, educar para la creatividad es uno de los grandes desafíos que tiene la educación.

El siglo XXI ha traído una aceleración de avances en muchos niveles, desde tecnológicos, pasando por industriales, hasta de organización empresarial. Con este panorama, la educación debe adaptarse y actuar en sintonía con estos cambios para mejorar la calidad de formación. Como dice el autor Jean Piaget (1980) “el objetivo principal de la educación es formar hombres capaces de hacer cosas nuevas que no repitan simplemente lo que otras generaciones han hecho: hombres que sean creativos, que tengan inventiva y que sean descubridores”. Aquellas sociedades que descuiden el estudio y desarrollo de la creatividad, que no la impulsen en las nuevas generaciones, se verán sometidas a otras sociedades donde sí desarrollen el potencial creador (De la Torre, 2003). Actualmente se requiere de un desarrollo del pensamiento creativo frente a una situación de problemas que van en aumento y de crecimientos complejos.

El proceso de enseñanza enfocado directamente hacia la creatividad facilita el desarrollo integral de la persona, ya que influye en factores de desarrollo cognitivos, afectivos y motivacionales. “La educación aparece como protagonista de la transformación social, permitiendo fomentar la capacidad creativa de los estudiantes en todos los niveles educativos, elevando de esta manera la creatividad al nivel del valor social, convirtiéndola en un reto creativo para todos” (Klimenco, 2008). Invertir en el desarrollo de una educación creativa es permitir la creación de una actitud flexible, íntegra, solidara, respetuosa, reflexiva, desarrolladora, con una mente abierta y transformadora en el alumno. Darle la oportunidad al estudiante de investigar, cuestionar, plantear problemas y resolverlos es hacer a un lado el sistema tradicional de enseñanza que no ayuda a desarrollar el potencial máximo de la persona.

¿Qué se opone a la creatividad? En un siglo tan acelerado, la inseguridad, la frustración, la rutina diaria, los prejuicios, el exceso de trabajo, reglas demasiado estrictas, el miedo a lo desconocido, una crítica excesiva son factores que limitan la creatividad. La rigidez del sistema tradicional de educación no permite vencer estos miedos actuales. Ruby Rendon (s.f.) hace referencia a que la creatividad no es solamente cuestión de una capacidad mental heredada, es también cuestión de voluntad: propósitos y actitudes frente a las distintas situaciones. Para crear ideas hace falta poner en marcha el pensamiento creativo que, por sí solo, es un poco difuso, complejo y dinámico.

Educar en la creatividad es educar para el cambio, formar personas ricas en originalidad, flexibilidad, con una visión futura, con iniciativa y confianza, listos para afrontar obstáculos y problemas que se les van presentando en su día a día. Debe ser orientada al desarrollo personal y mejora profesional. El ser humano necesita innovar para poder progresar. Se requiere de un ambiente que favorezca su capacidad creadora, como la libertad de pensamiento, de expresión y de accionar (Rizzo, 2017).

Considero fundamental promover los potenciales individuales para favorecer la flexibilidad mental, la originalidad, la autonomía, la inventiva y la libertad. Es necesario cambiar el sistema de educación tan rígido para salir de los límites tan estrechos, poder ir más allá. Quisiera terminar con una frase de Saturnino de la Torre en la que dice que “la creatividad es un bien social, una decisión y un reto de futuro. Por ello, formar en creatividad es apostar por un futuro de progreso, de justicia, de tolerancia y de convivencia”.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • De la Torre, S. (2003). Creatividad Social. Barcelona: PPU/Autores. http://www.ub.edu/sentipensar/pdf/saturnino/creatividad_social.pdf
  • Gómez Cumpa, J.W., Amestoy de Sánchez, M., Ayala A., Oscar R., Yentzen, E., … (2005). Desarrollo de la creatividad. Lambayeque: Fondo Editorial FACHSE - UNPRG. https://www.aacademica.org/jose.wilson.gomezcumpa/5
  • Klimenko, O. (2008). La creatividad como un desafío para la educación del siglo XXI. Tesauro de la UNESCO. http://www.scielo.org.co/pdf/eded/v11n2/v11n2a12.pdf
  • Piaget, J. (1980). Psicología y Pedagogía. Barcelona, España: Ariel.
  • Rizzo González, M. (2017, 1 de diciembre). Creatividad, imaginación e innovación. Diario El Universo. https://www.eluniverso.com/opinion/2017/12/02/nota/6507238/creatividad-imaginacion-e-innovacion/
  • Ruby Rendón, B. (s.f.). Administración tradicional vs. administración creativa. Facultad de Administración de Empresas – Universidad Pontificia Bolivariana. https://repository.icesi.edu.co/biblioteca_digital/bitstream/10906/3996/1/Administracion_tradicional_creativa.pdf