Por Nicolás Hilsaca Alkassasfeh – Estudiante de la carrera de Ingeniería Química Industrial
A través de los años, el ser humano ha utilizado su entorno para actividades como su supervivencia, entre otras. Algunas de estas actividades, específicamente el comercio, dependen de los materiales que ofrece el entorno tanto para la producción de los artículos a comercializar como para su distribución una vez elaborados. Sin embargo, el desarrollo del comercio dio paso a la necesidad de nuevos materiales con una versatilidad suficiente como para emplearse en varias aplicaciones. En la naturaleza se logró encontrar un tipo de material que resultó ser apto para esta tarea: los polímeros. Materiales como el ámbar, la goma y el caucho fueron algunos de los primeros polímeros naturales empleados para la construcción de herramientas y objetos de uso diario. El aumento de la demanda de los polímeros naturales hace que el hombre se vea obligado a fabricar polímeros sintéticos. La bakelita fue sintetizada por primera vez en 1909, convirtiéndose en el primer polímero sintético (García, 2009).
Debido a la amplia gama de usos que se les da a los polímeros, se ha vuelto una práctica común que se combinen con aditivos para la modificación de sus propiedades tanto físicas como mecánicas. Entre los aditivos más comunes con los que se mezclan los polímeros se pueden mencionar a los rellenos, los elastómeros, los retardantes de llama y los lubricantes. Primeramente, los rellenos como la fibra de vidrio se emplean para mejorar el módulo de los polímeros. Después, los elastómeros aportan tenacidad y son empleados en la manufactura de polímeros que requieren de una alta resistencia a los impactos. A continuación, los retardantes de llama, como compuestos que contienen bromo y cloro, permiten inhibir la quema del polímero al que se adicionan. Por último, los lubricantes impiden que el polímero se adhiera a los equipos con los que entra en contacto permiten un mejor flujo de este (AZO Materials, 2019).
Una de las mayores desventajas del uso de aditivos es que existe la posibilidad de la emisión de sustancias con el potencial de ser tóxicas. Esta emisión de sustancias tóxicas se da mediante un procedimiento de cuatro etapas. Primeramente, el compuesto se difunde a través del polímero siguiendo el comportamiento que dictan las leyes de Fick. Después, la difusión del compuesto continua hasta que este abandona la superficie del polímero. Seguidamente, se da la sorción de las moléculas del compuesto en la interfase entre el polímero y cualquier otra sustancia en la que esté en contacto, como alimentos, aire o agua. Finalmente, el compuesto tóxico es absorbido por la otra sustancia en contacto con el polímero hasta alojarse en su interior. Entre los aditivos más comunes, los que presentan migración hacia los alrededores son los plastificantes, los antioxidantes y los estabilizantes (Hahladakis et al., 2017).
Los polímeros naturales y sintéticos han sido dos de los tipos de materiales más comúnmente utilizados por los seres humanos para satisfacer sus necesidades y desarrollar actividades como el comercio. Sin embargo, la innovación y diversificación del comercio ha incitado la creación de diferentes mezclas de polímeros con aditivos para la mejora de sus propiedades tanto físicas como mecánicas. Entre los aditivos más comúnmente utilizados se mencionan a los rellenos como fibras de vidrio, los elastómeros que aumentan la tenacidad, los retardantes de llama de bromo y cloro que inhiben la combustión, y los lubricantes que evitan la adhesión y mejoran el flujo de los polímeros. Sin embargo, el uso de aditivos como plastificantes, antioxidantes y estabilizantes tiene el riesgo de emitir compuestos posiblemente tóxicos.
