Por Mauricio Garro Guillen – Estudiante de la carrera de Derecho
Todos los animales que existen en este mundo, ya sean los gigantes como las ballenas o los diminutos como un ratón, deben adaptarse a los atroces cambios que sufre el medio en el que habitan para que su especie sobreviva. El COVID-19 ha destacado la famosa Teoría de Darwin de “la supervivencia del más apto”, la cual no solo se basa en la grandeza o fuerza de una especie, sino en su habilidad para sobrellevar cambios. En este mismo orden de ideas, las empresas son especies que deben encontrar la forma de lidiar con el devastador cambio que ha traído el COVID-19.
De esta manera, Gascueña (2020), citando a la consultora Deloitte (2020), explica “cómo la resiliencia o capacidad de adaptación de las empresas está actuando en el contexto de la epidemia de COVID-19 como un filtro decisivo para diferenciar cuáles podrán superar esta crisis y qué organizaciones se quedarán por el camino.” (párr. 4). Por consiguiente, las empresas han optado como medida de supervivencia el teletrabajo. Al respecto, Suárez (2020) expresa que “el teletrabajo es una forma de desarrollar el trabajo fuera de la oficina, realizándolo en casa, o en otro lugar.” (párr. 1). No obstante, esta solución trae consigo una serie de posibles problemas, como la vulnerabilidad en ciberseguridad. Este conflicto se ha logrado manejar de forma muy efectiva durante la epidemia, comparado con las incontables veces que distintas empresas intentaron implementar el teletrabajo, pero la ciberseguridad era un factor que impedía la eficiencia de este.
Por consiguiente, es prudente cuestionar cuál es la diferencia entre el antes y el ahora. ¿Por qué antes no se lograba manejar con efectividad muchos conflictos acarreados por el teletrabajo y ahora sí? Es sencillo: antes no se contaba al teletrabajo como una forma de salvar una empresa, en otras palabras, la empresa puede ser comparada con un Dipnoi, peces que durante las épocas lluviosas están a salvo, sin embargo, la llegada de las largas sequías los obliga a buscar una forma de sobrevivir, por eso se adaptan a las condiciones y respiran aire en busca de preservar la especie. De no ser por el COVID-19, es probable que implementar el teletrabajo en grandes porcentajes hubiese tomado mucho más que unos cuantos meses.
Por otro lado, la medida de supervivencia trae muchos otros beneficios, a parte de sencillamente evitar el derrumbe de empresas. La Fundación Innovación Bankinter (2020), citando a Global Workplace Analytics (2020), señala que “además de la resiliencia, la adopción masiva del teletrabajo podría generar un beneficio económico importante para las empresas. Más de 700 mil millones de dólares anuales, sólo en EE.UU., por ahorros en inmuebles, electricidad, absentismo, rotación y aumento de la productividad.” (párr. 9).
En conclusión, se deja en evidencia que las empresas y el reino animal evolucionan al encontrarse en una situación de peligro inminente. Además cabe resaltar que pese a que el COVID-19 ha sido, sin ninguna duda, muy desastros y ha obligado a que muchas empresas implementen planes para salvaguardarse, también es cierto que ha traído una luz a la vida laboral, desde un aumento en la productividad personal hasta la contribución al cuidado del medio ambiente (disminución del tránsito). Finalizo este artículo con la siguiente frase: Las empresas que sobreviven no son las más tenaces o las que poseen mejores planes, tampoco la que tienen en el poder a los más listos, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio.
