El grano de oro costarricense lleva consigo una trayectoria de calidad, no es casualidad que en Costa Rica se siembre, coseche y procese uno de los mejores cafés del mundo. Año tras año tenemos el gusto de saborear la consistencia en la producción, por excelencia, del café nacional. Costa Rica celebró el pasado mes de octubre el bicentenario de la primera exportación de café. En el año 1820 se realizó la primera exportación con destino a Panamá. Desde entonces, ha sido sostén para cientos de familias caficultoras de nuestra región y agente clave en el desarrollo histórico y económico de esta nación.

En una nota publicada en Estrategiaynegocios.net se señala que Costa Rica mantiene un alto ritmo de exportaciones a pesar de los efectos negativos que la pandemia por COVID-19 ha ocasionado en los mercados internacionales. En promedio 130 contenedores son exportados semanalmente a mercados internacionales principalmente a Estados Unidos, Holanda y Bélgica. Los indicadores demuestran que el grano tico continúa deleitando a miles de personas alrededor del mundo con ese ritual de tomar café. El artículo concluye que nuestro país cuenta con 93.697 hectáreas cultivadas (1,8 % del territorio nacional) y unas 40.000 personas corresponden a pequeños productores.

Karol Arguedas es cogedora de café y muy reconocida en la comunidad cafetalera por su actitud positiva y agilidad en su oficio. Con los dedos magullados pero orgullosa de su trabajo, Karol perpetúa un oficio que no le es ajeno. En Youtube circula un video de ella con una alegría contagiosa. Existen miles de historias cercanas al café, desde los catadores hasta las mujeres, madres, emprendedoras, que trabajan dobles jornadas y podan las ramas con fuerza. Por los cafetales existen cientos de relatos como los de Karol. Confesiones sobre emprendimiento, historias de colores que compensan el duro trabajo. Ciertamente el café de Costa Rica tiene rostro y unas manos que trabajan fuerte, desde la recolección del grano en los terrenos hasta su distribución en las tiendas. Un tejido de historias, capturados en cada gota, como esos sellos precolombinos plasmados en las superficies ancestrales.

La calidad y el modelo de sostenibilidad llevan estando fijados por ley desde los años 60. Significa un esfuerzo colectivo que no compromete los recursos a futuro y fortalece las economías rurales, garantizando un comercio justo para todos. Costa Rica protege y honra desde el individuo menos conocido hasta el que viaja por el mundo en degustaciones internacionales. Un modelo poco habitual en la producción del café a nivel mundial.

En Costa Rica, a partir de agosto hasta enero los cultivos de café se vuelven sustento temporal para muchos; para otros, es una labor familiar con trayectoria, que se retoma cada año. Las fincas se llenan de hombres y mujeres valientes que inician una labor extenuante. Cada fruto se coge a mano, grano por grano. En esta época del año, la integración de trabajadores inmigrantes aumenta. En un reportaje de La Nación se indica que más del 60% de recolectores de café son extranjeros: se estima que unos 19,000 extranjeros, la mayoría provenientes de Panamá y Nicaragua, ingresan al país a coger café. Aliciente económico para cruzar las fronteras y contenerse en las montañas coronadas con frutos cromáticos rojo y verde.

Este número varía dependiendo del volumen de la producción. “La época de recolección del grano es de gran importancia económica para las familias, pues varios miembros pueden realizar esta tarea y generar algunos ahorros, en especial después de la época de Navidad, fin de año y previamente a la entrada de las clases”, mencionaba la directora ejecutiva del Instituto del Café de Costa Rica (Icafé), Xinia Chaves.

El café costarricense es 100% de la especie arábica. Es un grano de mayor calidad y con mejores características organolépticas; es decir, las propiedades del café en cada sorbo son mucho más agradables, aromáticas y finas. Cumple con los estándares de calidad para exportación. Según el Icafé “La meta del sector cafetalero de Costa Rica es seguir incrementando la venta del grano en los mercados de los cafés finos; mantener la estrategia de énfasis en calidad y no en cantidad; proveer siempre de valor agregado a nuestro café y el de incrementar la participación en el mercado local con cafés de calidad”.

Cabe mencionar que el 84% de los costarricenses son consumidores de este brebaje. Según un estudio de Unimer para el Icafé, indica que los ticos beben alrededor de 4,8 millones de tazas de café cada día, colocando a los costarricenses como los segundos en Latinoamérica que más café consumen al año después de Brasil.

El café de nuestro país sabe a trabajo digno, a aromas y ruidos propios de la cosecha. A protagonistas, a voces de mujeres y hombres que madrugan; se acomodan los canastos frente a sus cinturas e inician una ardua faena para hacer posible la bebida más apetecible del mundo. ¡Qué el trabajo digno y el buen gusto nos acompañe!

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