Por Daniel Chacón Salazar – Estudiante de la Escuela de Estudios Generales
¿Quiénes seríamos si perdemos nuestra historia? Sencillamente, nos convertiríamos en una oportunidad, en un lienzo en blanco a disposición del destino y de la vida que se nos dé; pasa de igual manera con nuestros sentidos, solo debemos preguntarnos quiénes seríamos sin ellos. Ante la ausencia del oído, la vista o el olfato, viviríamos desde las experiencias cotidianas de personas con realidades ajenas, no podríamos saber si estamos viviendo una mentira. Curiosamente el ser humano tiende a confiar plenamente en aquello que no ve, es por esto por lo que no parece complicado pensar que existen miles de personas que viven en una mentira construida.
Es fácil entender lo moldeable y selectiva que es la mente, casi tanto como una plastilina Play-Doh, manejable a nuestro antojo e interés. Partiendo de esta lógica se pueden identificar dos maneras de alimentar nuestra mente con información; desde un ambiente externo, por nuestros sentidos, y desde la imaginación y percepción. Ambas están estrechamente vinculadas y una puede existir sin la otra (Pannese, 2009)
La autora Ellyn Kaschak en su obra Vista sin Vista: El género y la raza en los ojos de los ciegos, más allá de estudiar una discapacidad, explora nuevos horizontes y entiende la vida de los que no han visto y de los que sí, además de sus fronteras psicológicas. Dentro de la increíble construcción que realiza la autora, entendemos que hay una relación entre la mente, los ojos y el corazón. Esta se puede entender con uno de los múltiples casos que abarca Kaschak: Isabel es una mujer ciega que al ser solo una niña comprendió la diferencia social y económica entre la piel negra y la blanca, fue obligada a aprender por un padre extremamente racista. Así como Isabel es común que vivamos en una constante construcción que proviene de canales como la visión humana ajena (Kaschak, 2019).
Es importante reconocer que existen muchos más tipos de ciegos; subjetivamente hay quienes no pueden ver al pasado. Existe una gran similitud entre el estudio de la autora y el galardonado documental de Ed Perkins: Tell me who I am, en el que se construye una mentira a partir del vacío de la memoria y de buenas fotografías. Es interesante cómo los hermanos Lewis, protagonistas de la historia, identifican que existen dos tipos de pérdida de memoria, la accidental y la voluntaria, y que a partir de esta última se construye una vida completa donde las historias responden a lo que por naturaleza debería ser la vista. La relación entre ambas obras recae en la construcción social, Alex Lewis vivió feliz en su burbuja de recuerdos nuevos construida por su gemelo sin saber que ambos habían sido abusados por su madre y conocidos hasta que entiendo que solo era eso una burbuja, el objetivo de su hermano siempre fue ahorrarle el volver a sufrir y asimismo ahorrárselo, lo convenció con fotos reales que ocultaban la verdad (Leire, 2019).
Aunque para Isabel el aprendizaje es considerablemente diferente, vivía en una burbuja donde su padre controlaba sus fronteras psicológicas. Es así como se comporta la visión humana, una frontera voluntaria y al mismo tiempo obligatoria. La sociedad está construida desde este canal, se nos implantan recuerdos día a día para entender el futuro, nada muy diferente a las personas no videntes que expone Ellyn Kaschak. No es necesario no ver para vivir realidades ajenas, realidades en las que confiamos plenamente porque son nuestros sentidos quienes las perciben y dejamos que nos moldeen.
