Por Jimena Varela Castillo – Estudiante de la Escuela de Estudios Generales
"La empatía es lo opuesto a la mezquindad espiritual. Es la capacidad de entender que cada guerra se pierde y se gana. Y que el dolor de otra persona es tan significativo como el tuyo." - Barbara Kingsolver
En la actualidad se vive en un entorno donde cada individuo vela únicamente por beneficio propio, y es muy común ver personas viviendo día a día sin empatía. La inteligencia social nos hace ser más empáticos, tener nuestros oídos abiertos a las diversas situaciones que se le puedan presentar a las personas que nos rodea para, de esta forma, poder tener una comunicación asertiva con los demás y lograr ser una red de apoyo para nuestros allegados. (Freán, s.f.).
La inteligencia social es una de las habilidades más valoradas en el mercado, ya que es el conjunto de una serie de habilidades que nos ayudan a ser asertivos, como por ejemplo la comunicación verbal, no verbal y conversación fluida. Esa habilidad se basa en saber emplear el vocabulario correcto cuidando nuestro tono de voz y nuestro lenguaje verbal. Otra de ellas sería el conocimiento sobre roles sociales y costumbres, que es básicamente tener el conocimiento suficiente sobre las diversas culturas a las cuales nos exponemos, de esta forma la interacción con los demás será más fluida (Incolid, 2019).
Por otro lado, una de las habilidades más importantes es la capacidad de escucha. Muchas veces se dice la frase “Oí pero no escuché”, que hace referencia a cuando oímos sin prestar real atención a lo que se nos están diciendo. La capacidad de escucha nos ayudará tanto a nuestro crecimiento personal como a la interacción con los interlocutores. Otra de las habilidades es el entendimiento sobre cómo funciona la sensibilidad del otro. En esta, en específico, la empatía es la clave para lograr comprender lo que desencadena los sentimientos de los otros para de esta forma actuar de la mejor manera. Otra de las habilidades es la ejecución de rol y eficiencia social, que se basa en lograr adaptarse a los diferentes entornos que tengamos en nuestras vidas, y así lograr tener una idea clara de la imagen que tienen los demás de nosotros en cada uno de nuestros entornos. Por último, están la construcción y mantenimiento de la imagen externa, que es lograr mostrarnos a los demás de la forma en que realmente somos, pero a la vez verse abierto a mejoras en nuestras conductas desfavorables.
Para finalizar, la inteligencia social, al ser tan solicitada en el mercado laboral, debería empezar a trabajarse desde la niñez (García, 2019). En la actualidad, muchos centros educativos buscan la manera de desarrollar habilidades blandas en los niños y jóvenes para formar ciudadanos integrales, que tengan al menos una de las habilidades blandas que se buscan en el mercado laboral. Sin embargo, la inteligencia social se ha visto opacada por habilidades como el liderazgo, trabajo en equipo, pensamiento crítico, etc. Por lo tanto, considero que se debe replantear lo que se busca realmente en un profesional y al hacerlo se logrará ver que la inteligencia social es el conjunto de muchas habilidades blandas que se buscan. De esta forma, se debería integrar a la lista de habilidades por desarrollar desde temprana edad.
