Por Huber Guevara Ortega y José Andrés Hidalgo – Estudiantes del Civic House

En el mundo occidental, se conoce muy poco de la cultura del budismo; sin embargo, es importante que, en una sociedad globalizada en el siglo XXI, sepamos cómo podemos involucrarnos más allá de nuestro entorno local. Esto implica que conozcamos más sobre otros sitios, sus costumbres, tradiciones, estilo de vida, así como lo que nosotros podemos ofrecer. Por ende, qué mejor oportunidad de ver el budismo desde una perspectiva en que se pueda experimentar por medio de vivencias adquiridas por medio del voluntariado.

El budismo tiene diversos elementos que se correlacionan directamente con el voluntariado. En este caso, más allá de dejar huella y brindar un impacto comunitario, este sistema filosófico nos permite involucrarnos en un entorno de carácter espiritual y solidario. Al mismo tiempo, a diferencia de otros tipos de voluntariado, dentro del budismo, se va más allá de tener un arraigo por el servicio y se fomenta lo que se denomina ‘budismo solidario’, el cual se define como “un movimiento internacional cuyos integrantes se proponen aplicar los ideales budistas de sabiduría y compasión a problemas sociales, políticos y ambientales” (Díaz, 2014, p. 81). Por consiguiente, surge como una oportunidad para que el participante aplique principios budistas que contribuyan a generar un espacio de liberación espiritual. Esto implica que, por medio del voluntariado, empecemos a cambiar primero nosotros para que, desde ese punto de partida, podamos contribuir a cambiar el mundo por medio de pequeñas acciones.

En cuanto a las opciones de voluntariado que existen en relación con el ámbito budista, las hay desde compartir directamente con un monje budista, hasta posibilidades de realizar voluntariado residente o de verano. De acuerdo con la Comunidad Budista Thubten Dhargye Ling (2017), entre las principales tareas por desempeñar dentro de los proyectos de voluntariado están aquellas actividades que son parte del diario vivir de los residentes. Por lo tanto, es indispensable la generosidad en pensamiento, palabra y acción, para dedicarle a la comunidad tiempo y trabajo, buscando siempre el bienestar de otros.

Si bien muchas de las tareas son específicas de un voluntariado, como limpiar, cocinar, cuidar del jardín o el huerto, o tareas de mantenimiento o construcción, dentro del budismo, la parte cultural tiene un ingrediente especial. En este caso, al formar parte de las actividades que se desarrollen en el sitio durante un periodo de tiempo, los voluntarios tienen la oportunidad de estudiar y vivenciar la doctrina de Buda, no solamente en el aspecto espiritual, sino también con base en lo que esta cultura puede ofrecer en la parte humanística.

Por medio del voluntariado podemos romper estigmas o estructuras basadas en lo que oímos o vemos de forma superficial sobre el budismo. Al ser partícipes e involucrarnos en esta filosofía, se puede obtener un gran aprendizaje de su cultura y de prácticas que ellos desempeñan que se pueden aplicar para el bien de otros. Ante esto, no solamente se genera un aporte a nivel local, sino que se obtiene un gran enriquecimiento en lo que respecta a nuestro crecimiento personal y humano, que nos permitirá tener una visión más global y abierta para con los demás.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:

  • Comunidad Budista Thubten Dhargye Ling. (2017). Tierra de Budas. https://budismotibetanolavera.com/es/voluntariado
    Díaz, G. (2014). Solidaridad, Espiritualidad y Voluntariado. Revistas Cis. N.º 17.