Es muy pronto para reanudar las rutinas y volver a lo que teníamos. Pero podríamos empezar, poco a poco, por juntar los pedacitos e ir solucionando esta crisis de manera colectiva. Comenzando por la cuadra de la casa, nuestro barrio o el municipio, la provincia e intentar sobrellevar juntos esta nueva realidad. Asegurar el suministro de alimentos y servicios básicos. Restaurar con urgencia las empresas MiPyME (micro, pequeña y mediana empresa) y trabajar en campañas de solidaridad.

Es un llamado a la cooperación absoluta de todos los ciudadanos. Así como lo hizo China con la campaña “¡Lucha, Wuhan! ¡Lucha, China!” para reclutar voluntarios con el fin de levantar al país. En una publicación reciente del The New York Times el periodista Donald McNeil Jr. se refiere a esta campaña cómo una de las medidas drásticas para contener la pandemia Muchas de las personas que estaban inactivas debido a los cierres se ofrecieron para convertirse en verificadores de fiebre, rastreadores de contactos, trabajadores de construcción de hospitales, repartidores de comida, incluso cuidadores para los hijos de los socorristas. También fueron empleados como trabajadores en crematorios. Con capacitación, los voluntarios pudieron hacer algunas tareas médicas de nivel básico, pero fundamentales”.

Hace poco surgió otra iniciativa maravillosa en Europa para fortalecer las economías locales. El Plan A: Economía para la vida. Consiste en revitalizar el desarrollo económico frente a esta crisis. Los pilares del plan se concentran en la resiliencia, la solidaridad y la capacidad de facilitar el acceso a la educación y al trabajo digno.

En Costa Rica, por ejemplo, las cooperativas tienen una gran función en cuanto al apoyo del emprendimiento local. Invierten en el desarrollo sostenible y socioeconómico de la región. Responden a las necesidades de las comunidades a las que sirven. Apoyan al pequeño empresario con créditos y cuentas de ahorros. Estimulan las actividades desde el nivel artesanal hasta el tecnológico.

La politóloga costarricense Melissa Vargas en el artículo Las cooperativas de Costa Rica comenta que las cooperativas están basadas en los valores de democracia, igualdad, equidad y participación. En donde impera el sentimiento de comunidad. Vargas concluye que el índice de progreso social es más alto si la actividad en las cooperativas es activa. Por lo tanto, abogar en estos momentos por una sociedad cooperativista sería un buen comienzo.

Según los datos del Instituto Nacional de Fomento Cooperativo el movimiento cooperativo agrupa a 594 cooperativas y 887.335 cooperativistas, lo que representa el 21% de la población nacional. "Las cooperativas están presentes en todos los sectores de la economía. Dentro de los principales aportes económicos se detectan 33.357.850 personas beneficiadas con el transporte público, 708 mil personas beneficiadas con servicios de electrificación, el 36.7% de la producción nacional de café y la generación de 21.632 empleos directos".

Un referente esperanzador para un país que ha perdido un porcentaje altísimo de su Producto Interno Bruto al desplomarse por completo el sector turismo.

El 25 de marzo la Ministra de Turismo María Amalia Revelo se dirigió en un comunicado oficial a los ciudadanos sobre el Plan para la Reactivación de la Industria Turística y nos convoca a participar en este plan de rehabilitación. “Son tiempos difíciles, pero conozco a mi sector, sé que es resiliente, que está formado por hombres y mujeres que aman esta patria, y no me cabe la menor duda que, con la ayuda de todos, nos vamos a levantar más fuertes que antes de esta crisis que no tiene parangón”.

En medio de una crisis necesitamos apoyarnos con ideas que nos den seguridad, que el camino hacia el progreso incluya a todas las familias. Qué los modelos económicos y socioculturales nos inspiren confianza.

En algunas comunidades españolas, por ejemplo, se está retomando el concepto “banco de tiempo” en donde se intercambian servicios o talentos. Este intercambio beneficia enormemente a un barrio o ciudad pequeña sin necesidad de una remuneración económica. Nos beneficiamos con tiempo. Es decir, ganamos tiempo y las personas que participan se sienten útiles. Los servicios van desde las tareas del hogar hasta la asesoría legal. Utilidad a corto plazo que inyectan a la región de bienestar común y generosidad.

Los invito a pensar en un futuro con sabor a empoderamiento local y a texturas dignas. Si todos colaboramos podemos superar esta emergencia cuanto antes. Evitemos otros tipos de contagios como el egoísmo, la burocracia y el despotismo. Impidamos, a toda costa, un país desencajado. Una nación distópica que se ahoga con su propio desconsuelo. Nos queda por delante un desafío inmenso para cicatrizar las heridas.

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