Lo hemos recordado antes: el caos es una escalera. Especialmente para el populismo y el autoritarismo. Este, sabemos, no es un país de extremos. No queremos coquetear con narrativas que den pie a tonos radicales porque por la esencia de nuestra idiosincracia no creemos en ellos. Y sin embargo, seguimos dándoles pelota.

No se trata, también lo hemos dicho antes, de censurar voces disidentes, ni siquiera de acallar los llamados alarmistas y fatalistas irresponsables. Se trata de debatirlos, con cautela, con datos, con sentido común y con contundencia. El debate lúcido y respetuoso es imprescindible.

Esta semana tuvimos un ejemplo de libro, insuperable. La exdiputada de Restauración Nacional Alexandra Loría empezó a hacer su ruido usual a punta de aseveraciones falsas e irresponsables. Asistió a un programa de la Televisora Oficial de la Arquidiócesis de San José (cuyo video después fue eliminado...) y se dejó decir cuanta cosa se le ocurrió para generar desinformación en torno a la campaña para vacunar a las niñas contra el VPH.

Ofreció, inclusive, un machote sin validez legal alguna para que los padres pudieran oponerse (según ella) a que sus hijas fueran vacunadas. Sobra decir que en temas de salud la señora del “carne con carne” dista de ser una autoridad, pero dado que es abogada de profesión uno esperaría un mínimo conocimiento de nuestra legislación de su parte. Evidentemente no es el caso y por ello tuvimos que evidenciarlo. Otros medios hicieron lo propio.

Este esfuerzo colectivo (desde los medios tradicionales y paralelamente en redes sociales) demostró una vez más que, ante la tiniebla, sí es posible aplicar las de Sonámbulo y “prender la luz”. Sin ponerse de acuerdo en cuestión de 24 horas propios y extraños evidenciaron a esta persona como una abanderada de la mentira, la irresponsabilidad y la desinformación. Tratándose de un tema tan delicado (en Costa Rica cada tres días una mujer pierde la vida a causa del cáncer de cérvix) era más que necesaria una respuesta como la que vimos.

Rodrigo Marín, director de la Dirección de Vigilancia de la Salud, lo aterrizó muy bien en declaraciones a CR Hoy: “Estamos en un país democrático. Yo no comparto en absoluto lo que está diciendo porque no tiene ninguna base legal ni científica. Cualquier persona puede decir lo que quiera. Lo que me hace falta es que todos los padres entiendan que esa señora está totalmente equivocada y que una de las mejores cosas que puedan hacer es vacunar a sus hijos”.

Afortunadamente, don Rodrigo, el 96% de los costarricenses lo tiene clarísimo. Digamos que, dentro de todas las batallas que enfrenta el país esta es, proba y afortunadamente, una de las que más resueltas tenemos. Sin embargo, el caso de Loría venía al punto para ilustrar la necesidad de erradicar la insensatez tal y como sucedió: con un afinado concierto de voluntades orientadas a ilustrar e iluminar con información veraz, seria y respaldada.

Es imperativo que como nación entendamos que enfrentamos una máquina bien aceitada y financiada de insensatez. La cantidad de cuentas falsas en redes difuminando contenido falso es notable y representa una amenaza a la democracia y a la estabilidad. Solo así puede entender uno el dato más insólito que nos dejó la semana: “La consulta Mitofsky ubica al presidente costarricense Carlos Alvarado con sólo el apoyo del 24% de los costarricenses. Su popularidad es menor a la de Daniel Ortega”. Confieso que no he tenido la oportunidad de acreditar la seriedad de Mitofksy pero lo cierto es que el dato encontró eco en los principales medios nacionales así que se “validó” como parte de nuestra narrativa. ¿Alguien se está preguntando con seriedad lo atroz de que los costarricenses consideren que tienen un peor gobernante que los nicaragüenses? No sabe uno ni por dónde empezar a dimensionar la desazón. ¿Habla esto mal de nosotros de ellos o de los dos? Atroz.

Más allá de todos los anticuerpos que tiene el Gobierno Alvarado Quesada de ser cierto lo que este estudio registra estamos ante una crisis... pero de sentido común. Y por eso es que hoy quiero proponerles un pacto. Quiero aprovechar el Caso Loría para que nos planteemos trabajar juntos camino hacia la sensatez. No en defensa de este, o cualquier otro Gobierno, porque ese clara y definitivamente no es el punto. En defensa del país. En defensa del sentido común. En defensa de... nosotros.

Inventarnos una crisis económica que no existe, por ejemplo, no va en detrimento de la imagen del Gobierno: va en detrimento de cada uno de nuestros hogares. Es comprensible que la oposición y que quienes pretenden ostentar el poder procuren pintarnos un Apocalipsis porque así es la política y lo mismo estaría haciendo el oficialismo si fuese oposición (de hecho de eso vivió cuando fue oposición) pero esa falta de seriedad en el debate de la política criolla no debe permear y afectar al pueblo, que es el que siempre termina poniendo la espalda. Y pareciera que hemos perdido eso de vista.

Por supuesto que nos sobran los motivos para manifestar y evidenciar nuestro descontento pero eso no nos debe llevar a la irresponsabilidad. Procurar determinar la situación económica de Costa Rica subiendo imágenes de centros comerciales que vivieron su época de gloria en los noventas es simple y sencillamente irracional. No puede ser ese el nivel de nuestro debate.

Buena parte de la responsabilidad cae en nosotros, quienes ejercemos la comunicación colectiva. No solo debe de ser balanceada, accesible y clara, debe de ser responsable. Requerimos periodismo económico de calidad y nosotros en Delfino.CR somos los primeros en aceptar que, al día de hoy, dado el tamaño de nuestra operación (aun incipiente), todavía no contamos con un especialista en la materia que nos apoye a lo interno a tiempo completo. Por eso hemos abierto espacios como Teclado Abierto desde donde diferentes personas expertas nos ayudan a (lo hemos dicho reiteradamente) elevar el nivel de la discusión.

Uno de ellos es Juan Carlos Cerdas, a quien le comenté las preocupaciones que me llevaron a escribir hoy este editorial. Y me decía: “Por qué subir unas fotos de un mall vacío e inferir de ahí que la economía está en crisis? ¿Por qué mejor no buscar el índice de actividad económica de los inmuebles comerciales y de ahí ver el comportamiento de los últimos 2 años?”. Ejemplo más puntual, imposible.

En efecto hay muchas bases de datos buenas que los periodistas no sabemos aprovechar al máximo: Banco Central, Sugeval, Ministerio de Hacienda, INEC... todas permiten formar conclusiones válidas sobre como se encuentran distintos segmentos de la economía costarricense. En la medida de lo posible por medio de nuestros reportes procuramos aludirlas, y, como dije, nos apoyamos en criterios técnicos siempre que los tenemos a mano. Hoy quiero invitarle a usted a hacer lo mismo. Y a recordarle que si los domina, este es el mejor momento para darle al país una mano y ayudarnos a pintar un panorama lo más acercado posible a nuestra realidad. Nuestra plataforma está a su servicio. Queremos y debemos ser parte de un discurso responsable, comprometido sí, con el control político y la rendición de cuentas, pero también con la veracidad.

Hay que destacar, por ejemplo, en ese sentido, el trabajo que hace Patricia Leitón en La Nación y por supuesto el esfuerzo de Doble Check. Hemos todos de esforzarnos en que no sean casos aislados porque ante el maremoto de ruido, enojo y desinformación de las redes a veces sí que se puede apagar la luz y eso, deberíamos terminar de entender, es lo peor que puede pasar. Porque entonces sí que vamos a entrar en crisis. La especulación y el alarmismo dan fórmula a la inseguridad, eterna enemiga del progreso.

Inferir a partir de ciertos eventos específicos sin datos a nivel agregado simplemente desinforma, confunde y genera una sensación de caos que flaco favor le hace al país y por ende, repito, a cada uno de nuestros hogares. Vuelvo a Cerdas: “¿Si yo duro 20 minutos parqueando en Multiplaza un domingo entonces concluyo que la economía está super bien y que la gente está comprando mucho? No y es lo mismo en el caso contrario”.

Sin embargo, el grueso de nuestras conversaciones sobre el tema van en esa línea. Hacemos de lo anecdótico algo factual y nos apoyamos en lo particular para sacar conclusiones generales. Como nación, eso se traduce en dispararnos en el pie justo antes de empezar la maratón. No se trata de tapar el sol con un dedo y obviar que son muchos los desafíos que enfrentamos de cara al segundo semestre pero sí de entender que, precisamente porque atravesamos un momento complicado es fundamental informarnos con propiedad y opinar con propiedad, de modo tal que el Caso Loría nos inspire a meterle, juntos, un empujón al progreso del país, que es el progreso de todos.

No es hora de “inferir”, es hora de “concluir” a partir de datos, hechos y números, no de anécdotas. La carrera por la alarma puede sacar lo peor de nosotros (caso clásico: medios cazando titulares “exitosos” a partir del caos) y entonces sí, abrir la puerta a una crisis que por ahora está más en la mente que en la calle. Dejemos de llamarla y trabajemos juntos para evitarla. En Delfino.CR nos comprometemos en esa línea y le invitamos a hacerlo también. Cuente con nosotros. El espacio ya lo tenemos: es hora de darle uso, de aprovecharlo y de ponernos a caminar en la dirección correcta. Son trances complicados, difíciles y para muchos inmensamente desafiantes. Hemos de hacer el esfuerzo de revertir esa tendencia y no de colaborar para que se nos salga de las manos. Estamos a tiempo.