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— Les voy a contar un cuento breve para que vean ustedes cómo un diputado se monta una trama y luego, expuesto, la convierte en una teoría de conspiración marca diablo sin pies ni cabeza. De esas que vemos muy a menudo pero que con poca frecuencia podemos desbaratar con tanta facilidad como en esta ocasión.
— Como les reportamos el lunes el diputado Erick Rodríguez Steller (PIN) la emprendió contra la prensa en un sonado discurso tras el cual decidió abandonar el Plenario. Acuciosa y valiente, su compañera Maria José Corrales (PLN) recriminó su comportamiento: “Muy jocosa fue la intervención del diputado Rodríguez Steller, lástima que se fue hace 150 minutos de este plenario y no ha escuchado el resto de intervenciones de los 10 compañeros que me antecedieron”. Je, je, je, “jocosa”.
— Naturalmente su reclamo era de recibo. Es el colmo que el diputado considere que a él todos tienen que escucharlo decir sus ocurrencias de turno (“a mí no me dice cómo votar ni Ignacio Santos, ni Armando, ni Amelia, ni el pasquín más viejo de Tibás ni el pasquín de Montes de Oca. ¡Yo voto porque aquí me puso el pueblo! ¡Y voy a votar con mi consciencia y con mi corazón y no por lo que me digan los medios de comunicación en este país!”) para luego resolver que a él no le toca escuchar a nadie y... largarse.
— Doble puntaje: anunció a grito pelado que iba a votar así y asá por esto y lo otro y... no votó. Porque diay: se fue. Triple puntaje: se fue para disfrutar de un tristísimo Costa Rica - Haití. Ah pero “¡aquí me puso el pueblo!”. Bueno pues a consciencia y con su corazón votó por a) abandonar el Plenario b) irse a comprar un six pack c) tirarse el partido de la Sele. Hay que dárselo: no deja de ser muy representativo de una buena parte de la población.
— Dicho esto, el hombre efectivamente puede retirarse y cada costarricense determinará si le resulta o no reprochable su conducta. En cuanto a las birras puede comprarse tantas como quiera. Lo que no puede hacer (según ese reglamento que ahora algunos diputados colocan por encima de la Constitución Política... 🙄) es recibir la dieta correspondiente al día lunes pues se retiró sin permiso del presidente. El reglamento también dice que si un diputado participa de una discusión no puede retirarse antes de que se vote el tema pero vamos, claramente eso le importó un comino al diputado, si bien hay que reconocer que enterado del temita de la dieta ya pidió que se la rebajaran.
— Lo que sí se le puede reprochar abiertamente al diputado es la trama que intentó montar alrededor de las fotografías suyas comprando las cervezas. En primera instancia, procuró hacerse el tonto y eludió aceptar que se trataba de él. Basta con leer la acongojante entrevista que ofreció a El Observador para corroborarlo. Una vez que alguien de su confianza probablemente le dijo: “no haga feo, hay testigos y las fotos son claras” varió el discurso y aceptó que sí era él y que sí había comprado las cervezas (mientras sus compañeros deliberaban y se preparaban para votar) pero entonces... procedió a montarse una trama y a asegurar que había sido perseguido por la prensa por motivo de su discurso:
Estoy seguro que si yo no hubiera hablado, la persona que me siguió no se hubiera tomado la molestia de acompañarme casi hasta la casa. De eso estoy totalmente convencido. Tengo datos de que fue un periodista quien me siguió desde el momento en que yo salí del parqueo de la Asamblea Legislativa.
— Diputado: no haga horrible. Nadie lo persiguió y su discurso no tuvo nada que ver con la fotografía. La imagen no la publicó ni Amelia, ni La Nación ni el Semanario. La publicamos nosotros. Y ciertamente no tenemos periodistas siguiendo gente en la calle. Se la tomó un ciudadano común y corriente que sabía que usted debería estar en el Congreso y nos la hizo llegar. Punto. Fin de la historia. Fin de la trama. Fin del invento de “tengo datos”. ¿Cuáles datos? ¡Compártalos! Don Erick, en buen tico: no hable paja. No haga feo. Usted se evidenció y se retrató solo. Con su discurso. Con su actitud frente a sus compañeros. Con su actitud frente a la prensa. Y con su actitud frente a la ciudadanía.
— Señor Rodríguez: nadie lo persigue, nadie lo ataca. Lo único que le piden los diputados, la prensa y la ciudadanía es que trabaje. Si usted prefiere no hacerlo es su decisión, pero haga el favor y tenga la seriedad suficiente para asumir sus errores y dejar de inventarse enemigos que no tiene y justificar lo injustificable con “datos” que, se lo digo con absoluta certeza, no existen.