Es importante ver nuestro reflejo en los espejos correctos. Es natural que nos miremos en el espejo de nuestros vecinos, pero todo depende del ángulo con que lo hagamos. Por ahí, recuerdo que surgió una idea para que los motociclistas lleven placa e identificación en el casco o chaleco. Hmm... no, ese no es el ángulo. Digo, lo es si queremos ver que es lo que no funciona. Nuestros vecinos lo han hecho y bueno, eso no soluciona nada. Si vamos por ese camino pronto estaremos llenos de mototaxis llevando pasajeros de a 3 y sin cascos. Ya nos llegaron las bicimotos, y esas no son buen presagio. Por otro lado, si nos vemos en el ángulo de: “Nuestros vecinos (Republica Dominicana, Panamá, México, etc.) tienen un metro. No una línea, si no dos o más.” Entonces, la pregunta es; ¿porque nosotros no? ¿Lo queremos?

Hace poco escuchaba a un exponente extranjero, de esos que saben más que uno y por eso nos gusta escucharlos, decir que él admiraba como en Costa Rica hacíamos planes con una visión larga y de futuro. Me sorprendió, porque a lo interno del país creo que podemos estar de acuerdo en que el sentir común es que nuestra planificación de las cosas es miope y no podemos ver más allá de nuestra nariz. Lastimosamente, no logré cuestionarle ese sentir, así que no pude extraerle más información. Sin embargo, me alegró la tarde. Se siente bien saberse ciudadano de un país popular y que ha hecho y busca hacer las cosas bien.

Pues, en ese contexto ser un líder popular no suena mal. Volvamos a los espejos, hay otro que estamos viendo con el ángulo equivocado: “necesitamos un Bukele”. Según nos explica la DW, un líder populista combina tres ingredientes: evocan a la emoción, aprovechan la crisis de representación, y tienen soluciones simples para problemas muy complejos.

Estamos queriendo imitar ese espejo por nuestra propia incapacidad para evolucionar como sociedad. La receta de sólo prosperidad, paz y seguridad no nos da ya para los nuevos tiempos. ¿Se nos ha olvidado que somos un país que ha conseguido grandes cosas? Momento, ¿las conseguimos nosotros? Si somos específicos, fueron nuestras generaciones pasadas. ¿Qué vamos a dejar nosotros para las generaciones futuras? Un amigo venezolano hace poco me dijo:

Los tiempos buenos de Venezuela los vivieron mis padres, yo no viví nada de eso. Por eso tuve que emigrar. Ahora no hay nada por allá”.

¿Tendrán nuestras futuras generaciones un discurso similar? Un populista puede convertirse muy rápido en tirano, tengámoslo presente.

Ese no es el “liderazgo” que el país necesita para evolucionar hacia el nuevo mundo.

En este país hay gente capaz, educada e inteligente. Que entiende que para avanzar se necesita dialogar. Espejos de a donde podemos llegar sobran. Y también de cómo hacerlo.

Por ejemplo, tenemos un buen nivel de inglés en el país, pero puede ser mejor. Para esto, las televisoras pueden dar su aporte al no transmitir programas, series o películas dobladas. Pueden dejarlas en su idioma original y poner subtítulos. No es inventar el agua tibia, los países nórdicos hacen eso, así aprenden los niños a hablar inglés.

Un añadido, no solo a las televisoras, pero a los medios de comunicación en general: dejen de monetizar las tragedias, tanto de crímenes violentos como las personas que mueren en accidentes de tránsito, etc. Informen, pero háganlo con elegancia, con profesionalismo. Dejen de monetizar y darle publicidad y reconocimiento a los delincuentes. Eso nos está ahogando. ¿Necesitamos recordar cuando estuvimos inundados en televisión nacional por paraísos ficticios con y sin senos, por los señores y las señoras de todos los puntos cardinales que existen? Si, monetizaron con esa ficción y ahora están monetizando con esa realidad. Vaya legado.

Todos somos responsables de lo que pasa en nuestro país. Sin embargo, los medios de comunicación tienen que ser más críticos y responsables socialmente, esto por el gran poder de apalancamiento que tienen para ayudar transformar las realidades de una sociedad. No hay que inventar el agua tibia, se trata de seguir buenas practicas.

Siendo un poco o mucho más exigentes con nosotros mismos, tal vez podamos enfrentar los grandes desafíos que tenemos y transformarlos en oportunidades.

El canal de Panamá tiene problemas y es un desafío a nivel global. Tenemos dos costas y podríamos comunicar a con b a través de un tren de carga. Generamos ingresos para el país. Además, la población desocupada que no está preparada para trabajos calificados, ¿se podría beneficiar de trabajar en una gran obra de infraestructura nacional? Es un hecho que se van a necesitar manos. Esto no es idea nueva, ya se ha mencionado antes. Ahora, ¿lo podemos hacer solos? No.

Hace unos días salieron estudios que indican que la mitad de las empresas en Costa Rica desaparecen en sus primeros cinco años de vida. Haciendo una búsqueda rápida por Google se pueden encontrar noticias y datos similares de años atrás. Seguimos pateando la lata. Hay espejos interesantes en otros países donde los profesionales independientes jóvenes compran los negocios de profesionales que ya van buscando el retiro. ¿Cómo le damos larga vida a las empresas locales?

Volviendo al punto inicial, mirémonos en el espejo propio a través del paso del tiempo. ¿Es Costa Rica un modelo para Latinoamérica? Respondamos la misma pregunta para el momento actual. Luego, proyectemos al 2060 o 2070. ¿Cuáles son las posibles respuestas?

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.