Los patronos y el derecho laboral no pueden estar separados de las realidades humanas de los trabajadores. Hoy sabemos que es irreal que las personas puedan dejar sus problemas o crisis en sus casas y no llevarlos al trabajo o que no impacten su desempeño laboral.

Cuando aceptamos a los trabajadores como seres integrales, que igual que los demás, pasan por situaciones duras a lo largo de la vida, entendemos además porqué existen mecanismos dirigidos a atenderlas.

Tenemos, por ejemplo:

  • Permisos con goce de salario, como días personales, días de enfermedad (cuando se presentan situaciones de salud emergentes que no ameritan pasar por una incapacidad), permisos pagados en caso de duelo, matrimonio, días adicionales de paternidad, etc.
  • Protecciones legales para las personas que están en alguna situación de vulnerabilidad, por ejemplo, a las víctimas de violencia doméstica que tienen medidas de protección a su favor, mujeres embarazadas, en lactancia o cualquier otra situación de vulnerabilidad que sea puesta en conocimiento del patrono.
  • Programas de responsabilidad social empresarial, organizaciones como las asociaciones solidaristas y los programas de apoyo que estas implementan, accesos a servicios como clínicas en el lugar de empleo, seguros médicos privados para el trabajador y en ocasiones sus familias, becas académicas, etc.

Cada uno de estos beneficios son un reconocimiento de que trabajamos con personas, no con máquinas, y que la solidaridad y la colaboración son parte esencial de las relaciones humanas. Eso sin considerar los beneficios de atracción, retención y lealtad del personal.

Como contraparte, hay cosas que el patrono no puede hacer por el trabajador o sustituir su voluntad. Y, en esos casos, corresponde al empleado poner de su parte para que sea posible continuar con la relación laboral, independientemente de la crisis por la que esté atravesando. El patrono queda atado de manos en casos en los que el trabajador:

  • Tiene algún problema médico, pero se niega a acudir a los servicios de salud.
  • Tiene una indicación médica de tratamiento, pero se niega a usarlo o cumplirlo.
  • Recurre a medios no autorizados para tratar su condición.
  • Se le pide cumplir con algún requisito o brindar información, pero no lo hace.
  • Se le dan todas las opciones para abordar alguna situación personal, pero no las quiere utilizar.
  • Se expone a situaciones de riesgo a pesar de que se le ha advertido al respecto.
  • Ha recibido amonestaciones por alguna conducta e intencionalmente incurre en lo mismo.
  • Deja saber a sus compañeros y superiores que hará todo lo posible para que lo despidan con responsabilidad.
  • Cree que las políticas de la empresa no le aplican.
  • Ha recibido apoyo previo de la empresa y le ha dado un mal uso o lo ha malgastado.

En estos casos, el patrono queda atrapado entre la condición de vulnerabilidad del trabajador y las trabas que el mismo trabajador genera. Para evitar riesgos futuros, la parte patronal debe documentar su buena fe, todos los intentos, aunque sean fallidos, de apoyar al trabajador y la negativa o reticencia de este para superar su situación.

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