La mayoría de las empresas son conscientes de la importancia de tener procedimientos claros, tanto sobre el comportamiento que se espera de los trabajadores como de las sanciones en caso de incumplimiento, así como los procedimientos de investigación en los casos que se requieran.

Estas reglas y, sobre todo las sanciones, varían dependiendo de las necesidades especiales de la empresa. Una conducta que en un lugar sería motivo de despido sin responsabilidad patronal, puede ser que en otro sitio se considere apenas una falta leve.

Algunas empresas dedican tiempo y dinero para desarrollar estas políticas y procedimientos, programas de compromiso con la diversidad, la inclusión, la no discriminación, la flexibilidad, igualdad de género, no discriminación, respeto a los derechos humanos, wellness, best place to work, recurriendo a especialistas y consultores en estos temas específicos, con resultados envidiables de nivel internacional.

También crean departamentos, grupos de discusión, comités, líneas de denuncia anónima; donan dinero a estas causas, participan en desfiles y actividades a nivel nacional, se certifican, obtienen sellos otorgados por autoridades gubernamentales e internacionales y anuncian en redes sociales sus logros para recibir muchos likes, mejorar su engagement con su público y fortalecer la reputación.

Lo que pasa, es que la realidad siempre nos alcanza y se impone. Y el derecho laboral reconoce ese principio: la materia laboral no se rige por documentos, políticas, sellos o donaciones. Se rige por lo que ocurre en la realidad. Y si coincide con los documentos, pues qué bien. Y si no, prevalece la realidad.

De nada sirve todo ese esfuerzo económico, de tiempo y empresarial, si a la hora de un acoso sexual, hay una orden tácita o expresa de guardar silencio y no hacer nada, porque el denunciado es un socio, un jefe, un cliente o alguien importante.

De nada sirve todo ese trabajo, si se permite que la persona a cargo de puestos tan delicados como recursos humanos, en lugar de promover las mejores condiciones posibles para los trabajadores y el cumplimiento de la ley;  tiene a cargo hacer el trabajo sucio y por eso, la persona protegida en el ambiente laboral, impune en el tanto haga lo que nadie más quiere hacer.

De nada sirven los compromisos y ubicarse en la frontera de lo más reciente y progresista en estas materias, ser líder y ejemplo con sus políticas y estructuras internas, si ante una falta que amerita su aplicación y conlleva consecuencias, miramos al otro lado y jugamos a que no pasa nada.

Esa aplicación diferenciada de las reglas, es una forma de discriminación. Y hacerse de la vista gorda, también.

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