Claudia Goldin catedrática de la Universidad Harvard, la primera mujer profesora titular en economía en esa universidad, que obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago, fue muy justamente galardonada con el Nobel de Economía de este año. Es la tercera mujer en recibirlo, y la primera a quien se le otorga sin compartirlo.

Las investigaciones de esta economista, que tiene una brillante trayectoria en historia económica y en economía laboral, envuelven muy importantes lecciones para Costa Rica.

La Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos indica que el premio se le otorgó por su muy innovadora investigación en el mercado laboral de las mujeres que ha generado nuevos conocimientos sobre el papel histórico y actual de las mujeres en sus tareas, ha revelado patrones de su conducta, ha identificado las causas de los cambios y las principales razones de los sesgos y las discriminaciones por género que todavía persisten en las economías más avanzadas.

Razones de la brecha salarial por género y de la menor tasa de participación laboral femenina

Aunque la brecha salarial por género ha disminuido grandemente después de la década de los setenta, aún persiste, e incluso en los países donde las mujeres son en promedio más educadas que los hombres trabajan menos que ellos en el mercado y más en los hogares, y si lo hacen tienen salarios menores en condiciones similares.

La brecha salarial en contra de las mujeres en las economías más desarrolladas podía explicarse hace unos 70 años por la menor educación y el tipo de ocupaciones que desempeñaban las mujeres.

En tiempos más cercanos aún se da una brecha salarial de género y hay una menor tasa de participación laboral de las mujeres, aunque las mujeres tengan igual educación que los hombres y laboren en las mismas tareas. ¿Por qué?

Claudia Goldman, que ha realizado una profunda investigación sobre el trabajo de las mujeres durante los dos últimos siglos, aportó explicaciones que hoy prevalecen en la ciencia económica.

Ella ha demostrado que la brecha se ensancha después de que las mujeres han tenido su primer hijo.

La causa no es biológica es más bien social. Tiene que ver con quienes asumen las cargas de la crianza de los hijos y del cuido de los hogares, pero mucho más con condiciones de rigidez, largas jornadas y tradiciones machistas en el mercado laboral, y con el tipo de actividad productiva que prevalece.

Claudia Goldman fue presidenta de la Sociedad Estadounidense de Economía en 2013-2014. Su discurso presidencial: "Una gran convergencia de género: su último capítulo", plantea su concepción de las transformaciones necesarias para que se llegue a igualdad de condiciones laborales para hombres y mujeres, que no depende solo de que nosotros los hombres asumamos nuestra cuota justa de trabajos en la crianza de los hijos y en el cuido del hogar, sino principalmente de cambios en las regulaciones y modalidades del trabajo. Las empresas le dan una importancia que crea discriminación a la mayor disponibilidad de los hombres a largas jornadas laborales.

Su libro publicado en octubre de 2021 Career & Family: Women's Century-Long Journey toward Equity (Carrera y familia: el viaje centenario de las mujeres hacia la equidad) resume sus trabajos sobre las mujeres y su participación laboral y termina analizando el impacto de la pandemia por COVID-19 en las carreras de las mujeres y las relaciones de equidad en las parejas.

Importancia de sus investigaciones para el desarrollo en Costa Rica

Cuando se anunció el Premio Nobel de Economía de este año, el presidente del Comité que lo otorga Jakob Svensson manifestó:

Es muy importante para la sociedad poder entender el papel que desempeñan las mujeres en el mercado laboral. Si las mujeres no participan con ventajas e incentivos iguales a los hombres se desperdician los talentos laborales.”

Este es el caso en nuestro país, pues sufrimos las desventajas de una muy baja tasa de participación laboral femenina, una muy inequitativa distribución de las tareas de crianza y del hogar y una importante brecha salarial de género.

La pérdida de puestos de trabajo generada desde el inicio de la pandemia es significativamente mayor para las mujeres, como lo he venido señalando desde 2020 y lo confirma el Informe de este año que acaba de publicarse de El Estado de la Nación.

También sufrimos una muy baja tasa de participación de las mujeres en el trabajo pagado que, además, ha disminuido significativamente. En setiembre de 2010 era de 45,8% para las mujeres de 15 años o más. Fue aumentando con altos y bajos y en febrero de 2020 antes de la pandemia era de 52,4, similar a la de América Latina, pero nosotros con un ingreso per cápita significativamente mayor.

Pero nuestro promedio en 2022 fue de solo 48,4% mientras en América Latina fue de 53,3%. Y este último es muy bajo comparado con el promedio de OCDE de 65,8%.

Y las cosas han empeorado.

En el trimestre terminado en setiembre de este año la tasa de participación laboral femenina había caído a solo 45.5%, similar a la de hace 13 años.

Esta situación es aún más grave si tomamos en cuenta la caída en la tasa global de fecundidad. En 2004 se llegó al punto en que esa tasa fue menor a 2,1 lo que indica que el número de nacimientos es menor al necesario para que la población en el futuro no disminuya. En 2018 fue solo 1,66 y en 2022 fue 1,29. Es una de las tasas más bajas del mundo.

Los efectos de este cambio demográfico son enormes para la seguridad social, para el mundo laboral, para la propia sobrevivencia de nuestra sociedad.

En estas condiciones es urgente promover la participación laboral femenina para lo cual, y como ya lo he planteado, es oportuno fortalecer las políticas públicas que permitirían aumentarla.

Facilitar el cuido de los niños por terceros, mediante arreglos para que los padres paguen por ese servicio o que lo hagan las empresas brindando facilidades para que atiendan los niños de trabajadoras y trabajadores, o mediante prestaciones gubernamentales. En nuestro país desde el gobierno de don Rafael Angel Calderón con liderazgo de la Primeras Dama doña Gloria Bejarano, se estableció el sistema de Hogares Comunitarios mediante el cual un grupo de familias pagan a una madre del vecindario para que cuide de sus hijitos mientras sus padres trabajan, sea durante toda la jornada, sea cuando salen de los cursos lectivos de los primeros años escolares. Este es un sistema de generación de empleo (las madres comunitarias) y de facilitación del trabajo fuera del hogar de las madres que envían al Hogar Comunitario a los hijos. Frente a las limitaciones presupuestarias que impone la regla fiscal vale la pena revivir este sistema de ayuda mutua. En lo posible es muy conveniente expandir los servicios brindados por el gobierno mediante los CEN- CINAI y la Red de Cuido.

Promover la educación de los hombres para que asumamos una mayor cuota en las tareas hogareñas, para así poder liberar a las mujeres a tener menos costo en asumir trabajos fuera del hogar. Esto se puede realizar mediante campañas en el sistema educativo, pero mayormente mediante campañas publicitarias ejemplarizando la dedicación a esas tareas de figuras masculinas (deportistas, artistas, comentaristas, políticos). Entre nosotros todavía es muy bajo el tiempo que los padres dedican a las tareas de crianza, cocina, y otras tareas domésticas.

Establer licencias de paternidad para los hombres a fin de facilitar sus tareas en la crianza de los hijos.

Mediante normas laborales que disminuyan a las mujeres el costo de oportunidad de laborar fuera de su hogar y promoviendo tareas que se puedan desempeñar desde sus casas gracias a la conectividad y a trabajos a destajo. Para lo primero son muy importantes las licencias de trabajo con pago antes y después de los partos. Estas licencias deben -igual que las de los padres- ser asumidas por la seguridad social, para no crear desincentivos a la contratación femenina.

Flexibilizando los mercados laborales. Cada vez más las mujeres no necesitan escoger como una definición para toda su vida si trabajar o quedarse en el hogar para atender a sus hijos. Se ha tornado en una decisión que va cambiando con el transcurso de la vida familiar. La mujer pospone el nacimiento de sus hijos para iniciar una relación laboral. La puede interrumpir durante un tiempo cuando sus hijos están muy pequeños incluso compartiendo estos períodos fuera del mercado laboral con los padres de niños y niñas, y retornar a las tareas de trabajo fuera del hogar un tiempo después. También cada vez más se compatibiliza el poder trabajar y crear a los hijos simultáneamente, con la colaboración del padre y de las facilidades profesionales para su cuido. Pero estos cambios requieren mercados laborales flexibles como nos lo enseñó la Premio Nobel de Economía Claudia Goldin,

Las transformaciones demográficas que estamos viviendo nos deben encausar para dar vida a este tipo de políticas públicas que son muy convenientes para generar empleo, aumentar la producción nacional y generar justicia social y mayores oportunidades para las mujeres.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.