En los últimos días, a pesar del cierre de año, he podido observar algunos procesos electorales intensos un poco impropios y desfasados para la época. Con ocasión de la firma de la norma técnica para la interrupción terapéutica del embarazo, así como el proceso electoral en mi cantón para alcalde, me ha sorprendido la aparición evidente de la política “tradicional” de algunos sectores empeñados en hacerla.

Evidentemente, en el primero de los temas, me refiero al caso de Nueva República, que, a pesar de no quererlo aceptar, es inevitable la nueva fuerza política que representa. De estos, me ha sorprendido su manera noventera de hacer política, así como otros recursos como videos sobre-reaccionando de unos de sus diputados más mediáticos y la circulación de memes con montajes ridículos del presidente que circulan sin parar por los grupos familiares del Whatsapp.

Es de preocupación la intención de todos estos actos. Preocupa porque a pesar de ser una muestra de la política más tradicional y baja, y a pesar de hacerse en un momento en donde la información está al alcance de nuestras manos, para muchas personas la premisa involuntaria es: ¿Para qué información si tenemos memes?

La realidad es que el impacto de estos grupos es impresionante, solo basta con ver la portada y el titular principal de periódico La Extra el pasado 14 de diciembre, siendo este uno de los periódicos de mayor circulación en el país, quienes beligerantemente se atrevieron a publicar “Restauran la pena de muerte en C.R.”.

Y el problema realmente es la inteligente práctica discursiva de acuerdo a sus objetivos, tanto para sus simpatizantes como para sus detractores, porque estos grupos se pintan de manera camaleónica de acuerdo a la persona que recibe el mensaje. Me pongo como ejemplo, pues muchas veces he pensado que sus discursos son una muestra de su ignorancia, cuando la realidad es que estas mismas personas tienen una preparación importante y saben muy bien lo que están diciendo y haciendo.

Entonces, estos sectores trabajan para ciertos grupos de la población que no los ignora y ciertamente hacen eco de sus desplantes, de su indignación.

En Escazú, la campaña política por la lucha de la alcaldía es muy intensa. Basta darse una vuelta por cualquier barrio o urbanización para notar banderas ondeando de los distintos partidos políticos que están en la carrera, a un punto, que es difícil vaticinar quién es favorito.

Pero uno de los candidatos, me ha sorprendido en su manera de hacer política: muy poca presencia en redes sociales y haciendo mítines en lugares de alto riesgo, en donde culpabilizan a los que están actualmente en el poder de sus desgracias y prometen el cambio radical a todas las políticas “progres”.

El tema aquí, es el regreso de toda esta política tradicional basada en propaganda básica y retórica constante. Tenemos que estar alerta, pues esto no es casualidad, estos grupos han venido trabajando abrupta pero silenciosamente, en sectores olvidados hace muchos años por los grupos más progresistas, ofreciéndoles todo lo que siempre les han ofrecido, pero esta vez con matices religiosos y con proyecciones logrables en un futuro no demasiado lejano, el cual está al alcance de una papeleta.

Nada es casualidad. Estos grupos saben lo que hacen. Están bien dirigidos y con estrategias claras y concisas.

¿Se acuerdan de cuando la postulación de Trump parecía un chiste?

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