El señor José Daniel Lara ha comentado el informe que presenté a la consideración del parlamento y la ciudadanía titulado El mal negocio de la cogeneración privada de electricidad. En este artículo respondo a las objeciones presentadas por el Sr. Lara, demostrando por que los errores que me señala carecen de sustento.

Nadie discute que la cogeneración eléctrica ha sido un pésimo negocio para el país. Un “negocio tigre” como lo denominó un expresidente de la República en beneficio de unas pocas familias de empresarios y políticos conocidos. Así lo han concluido dos comisiones especiales de investigación en la Asamblea Legislativa y lo confirma la investigación reciente de mi despacho.

El señor Lara afirma que mi cálculo “se basa en usar el costo promedio de la energía producida por todas las unidades de generación del ICE durante 10 años”. Esto es falso, el informe que publiqué no dice eso en ninguna de sus páginas. Más bien deja absolutamente establecido que se está trabajando con datos que brindó el ICE sobre el costo por Kwh de la producción de energía y que compara sólo la producción hidroeléctrica de los sectores público y privado. Los datos fueron aportados por el ICE en forma separada entre producción hidroeléctrica y eólica, pero estos últimos fueron excluidos por razones que se explican en el informe.

Estamos hablando de datos reales suministrados por la institución, es decir, de lo que realmente ocurrió en los últimos ocho años, no de ficción construida para defender lo indefendible.

Establecer que el ICE hubiera tenido que usar generación térmica para suplir la energía de las empresas privadas es un supuesto osado, pero de igual manera, inútil. Esto queda más que evidenciado con las declaraciones recientes de la Contraloría General de la República en la Comisión de Ingreso y Gasto Públicos, cuando afirmó que el ICE venía calculando mal la demanda eléctrica del país con una tendencia al alza que en realidad no existía. Esto sólo viene a ratificar lo que explica el cuadro que entregó la señora Irene Cañas en la Comisión de Ambiente que es sumamente esclarecedor. Ese gráfico nos dice que la capacidad instalada del ICE habría sido, desde el año 2000 y hasta el año 2018, suficiente para cubrir la demanda máxima del país. Habría que investigar si estos datos sobre la demanda eléctrica también fueron mal calculados en los gobiernos de Calderón y Figueres cuando se promulgaron las leyes.

 

Dicho de otra manera no hacía falta la producción de energía de las empresas privadas para cubrir la demanda máxima del país, pero el ICE estaba obligado a comprarla aun cuando no la necesitaba. Y encima en 2011 se le impuso al ICE mediante un decreto —que fue derogado en 2017— la obligación de llegar al porcentaje máximo de compra que la Ley establece.

Así que el cálculo que dice que el ICE pudo ahorrarse ₡146,663 millones de colones en pago de electricidad que no necesitaba porque tiene que comprar “sí o sí” a las empresas privadas, es correcto. Se refiere, reiteramos, únicamente a la producción hidroeléctrica.

El llamado por el señor Lara “segundo error” no existe porque como ya se ha explicado los cálculos hechos no incluyen la producción eólica, por lo tanto no hace falta referirse a esta larga parte de su equivocada réplica.

Sí se usaron los datos de los pagos a todos los cogeneradores, tanto hidroeléctricos como eólicos y biomásicos, para establecer el gasto creciente del ICE a través de los años en el pago a las empresas privadas, asunto que es admitido por las autoridades del ICE con preocupación. Se trata de un gasto total de miles de millones de colones a través de 9 años (₡709.936.308.009,29) que tiene una tendencia creciente que ahoga las finanzas del sector eléctrico de la institución.

Dice don José Daniel que utilicé “de forma conveniente” los resultados en colones, “cuando las tarifas y los pagos contractuales para la generación privada se realizan en dólares”. Y asume de manera errada que eso se hizo para asignarles a los empresarios privados “la responsabilidad por el aumento en el costo producto del tipo de cambio”. Estas afirmaciones son falsas porque el ICE al entregarme la información lo hizo en colones advirtiendo que uso el tipo de cambio contable establecido por la Dirección de Finanzas del Instituto. Así que los montos están deflactados y los oscuros propósitos que me atribuye fantasiosamente el señor Lara no son ciertos.

Al final el señor Lara dice que mis premisas son equivocadas porque se fundamentan en una “visión ideológica”, como si las posiciones de él en defensa de la cogeneración privada no estuvieran asentadas en otra visión ideológica. Evidentemente cada persona, en un debate, posee una visión ideológica. Pero eso no excluye que los argumentos de las partes no puedan y deban sustentarse en datos comprobables.

Veamos, está demostrado, no con premisas sino con datos, que la producción de las empresas privadas no es necesaria para cubrir la demanda máxima del país en energía eléctrica y que es muy cara hasta el punto de desangrar las finanzas del ICE, pero aun así quiere que se les permita construir plantas grandes. Proponer la ampliación de la producción privada solo es variar el status quo en beneficio de unos cuantos empresarios y en perjuicio de la institución y de los usuarios del servicio público. Una propuesta de esa naturaleza no es más que pedir la profundización del desangramiento del ICE.

Aprovecho para indicar que no creo que los problemas financieros del sector eléctrico o del conjunto del Grupo ICE se deban únicamente a los altos y crecientes costos de la cogeneración privada, también hay responsabilidades políticas y administrativas por la mala gestión de la institución (eso lo investigamos e investigaremos, y denunciaremos para proteger el interés común) así como la existencia de esquemas tarifarios de la ARESEP que no reconocen determinados costos de la institución y probablemente existan otras razones, pero sin duda es cierto que este “negocio tigre” es parte las situaciones críticas que merecen atención.

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