En el contexto actual, existen innumerables luchas sociales por la reivindicación de los derechos humanos y, por ende, se podría creer que la tolerancia es un valor innegable en muchos sentidos.
Sin embargo, la ausencia de este valor se ve a diario en las noticias y los periódicos, donde abundan disturbios, crímenes de odio, acciones violentas y agresiones hacia aquello o quienes representan una postura diferente; y es lamentable ver cómo siguen reforzando discursos que propician estas acciones, cuando es momento de acabar con la indiferencia, la exclusión y la injusticia social.
¿Qué es la tolerancia?
Tolerar no es lidiar con la frustración y la carga emocional ante algo que no se comparte, sino más bien aceptar el hecho de que cada persona es y va a ser diferente, aunque aquello que la haga diferente no sea del agrado propio, o bien, no sea percibido como correcto o aceptado.
Ahora, esta posición dependerá mucho de cómo nos educaron desde la infancia, de si aquello que vemos diferente no está bien o está permitido. Es por esto que, las personas al crecer con ideas tan arraigadas, de un momento a otro se ven ante situaciones u otras personas que representan “lo diferente” y les hace, en el mejor de los casos, cuestionarse si realmente aquellas ideas siguen estando tan bien fundamentadas.
Pero, ¿qué bases se tienen para sustentar de forma continua, que lo que se piensa es la verdad absoluta? Si día con día podemos ver cómo las historias de vida varían de una persona a otra.
A nivel biológico hemos sido diseñados para buscar el bienestar y atender aquello que es una necesidad palpable, y para las personas que cuentan diariamente con sus necesidades básicas satisfechas, puede que les resulte muy difícil comprender la realidad de tantas otras que, debido a una falta de recursos (familia, educación, redes de apoyo, empleo), se ven forzadas a muchas cosas para conseguir el alimento y sustento de sus familias.
La tolerancia es vivir siendo conscientes de la existencia de otras realidades y contextos, que no tenemos la verdad absoluta y que nuestra opinión es tan relevante como la de aquella persona que alzó su voz para decir algo que nos incomodó.
En la actualidad, se hace cada vez más necesario que sigamos trabajando desde nuestros propios espacios para fomentar la tolerancia, entendiéndola como una aceptación a todo lo diferente que me rodea; valorando cada una de esas diferencias como formas de enriquecer, impulsando una actitud colectiva de respeto mutuo, sensibilidad y empatía hacia cada individuo y hacia la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.
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