El éxito del PRN en las elecciones de 2018 se debió en buena medida a una coyuntura determinada —y difícil de repetir a mi criterio—, aunque también es cierto que existieron otros elementos importantes de considerar como el ascenso de los grupos evangélicos a nivel continental y por su puesto en nuestro país, donde poco a poco se fue poniendo de manifiesto en las elecciones legislativas.
En los últimos 20 años el voto por partidos evangélicos en las elecciones legislativas pasó del 2,7% en 1998 al 23,1% en 2018 y su número de escaños de 1 a 14 en ese mismo lapso de tiempo. La membresía a estas congregaciones así como la cantidad de ellas también ha venido en notorio crecimiento durante los últimos años, al punto que se estima que entre el 13% (CIEP-UCR) y el 17% (Barómetro de las Américas) de la población costarricense es evangélica, es decir aproximadamente 500.000 personas. ¡Estas agrupaciones llegaron para quedarse!
Su éxito más allá de lo anteriormente mencionado se encuentra asentado también en unas envidiables estructuras territoriales donde este tipo de congregaciones fungen como importantes andamios electorales, sumamente difíciles de replicar para cualquier otra agrupación política, por lo cual resulta conveniente analizar con detalle territorial, el reciente anuncio de Fabricio Alvarado y siete diputados de la actual fracción del Partido Restauración Nacional (PRN) de separarse y conformar una nueva fuerza política denominada Partido Nueva República (PNR). Veamos:
La situación es tan pareja a nivel nacional que en toda provincia donde el PRN sacó más de dos diputados, hay representantes de ambas tendencias, las disputas también se trasladarán al territorio para próximas contiendas como las elecciones municipales, donde el PRN perderá un capital político importante y con ello las opciones de conquistar varios gobiernos locales, al dividirse sus bases y tener que compartirlas ahora con el PNR y otra agrupación política evangélica que compita por un mismo público.
No obstante, el liderazgo ejercido por los pastores en este tipo de agrupaciones es siempre un elemento clave para la movilización de las masas y en este punto en particular Avendaño parece sacar ventaja, conserva a seis de los ocho pastores de lo que fue la fracción del PRN, mientras que Alvarado solo conserva a dos. Además Avendaño seguirá manteniendo un dominio importante sobre un territorio clave para el movimiento evangélico en el país como lo es la provincia de Limón.
El PRN al igual que en el pasado ocurrió en el PAC (2002), ML (2010) y FA (2014), está siendo víctima de su éxito repentino de un proceso electoral a otro, donde la falta de madurez política se traduce en importantes casos de transfuguismo político. Al igual que las agrupaciones anteriormente mencionadas, jamás imaginaron su éxito a nivel legislativo, lo que llevó a poner en puestos que en el pasado no tenían posibilidades de resultar electos a personas no tan cercanas al líder histórico del partido o bien a negociar cuotas con el candidato presidencial del momento.
Ejemplo de lo descrito en el párrafo anterior: con excepción Puntarenas y Heredia los primeros lugares de cada papeleta provincial se mantienen con Avendaño (líder histórico de la agrupación) pero Alvarado mantiene al primer lugar de la provincia de Heredia —hermano de su compañero de formula presidencial, Francisco Prendas— así como a su candidata a la vicepresidencia, Ivonne Acuña.
Un caso que llama poderosamente la atención entre las fichas que logra conservar Alvarado, es el caso de la diputada Floria Segreda, de quien se presumía una importante cercanía con Avendaño, producto de haber sido junto a él, una de las fundadoras del PRN, luego de que ambos salieran del Partido Renovación Costarricense (PRC).
¿Cuáles son y podrían ser las repercusiones de esta división a nivel legislativo? Avendaño pierde una ficha clave como la diputada Ivonne Acuña, segunda secretaria del Directorio Legislativo, cargo de suma relevancia en las decisiones administrativas del Congreso, como por ejemplo el nombramiento de funcionarios, como es el caso de Mónica Catalán, funcionaria legislativa de amplia experiencia, cercana a Fabricio Alvarado.
Por otra parte, resulta fundamental señalar que esta división podría tener repercusiones inmediatas en la discusión de proyectos claves como el 20.580 “Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas”, discusión en la que si aplicamos (Mt 7, 15-20) “Por sus obras los conoceréis”, podríamos decir que la fracción de Avendaño será más proclive a negociar con Gobierno mientras que la de Alvarado mantendrá una postura más de oposición de corte electoral, esperanzada en las opciones de su líder para 2022.
¿Será que el Gobierno ya consiguió los 38 votos para el II debate del 20.580? ¿Fue una posible negociación Gobierno – Avendaño la gota que derramó el vaso para esta ruptura o más bien esta es debida al conflicto por la estructura paralela de campaña de la que acusa Avendaño a Alvarado? En las próximas semanas o meses tendremos las respuestas.
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